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ra evidente, sí. En mayo de 2021, con casi toda la actividad musical forzada aún al barbecho pandémico, apareció en Barcelona –en la esquina de las calles Mallorca y Rambla de Catalunya– una gigantesca lona del Primavera Sound con una única palabra: “alegria!”. Sí, sin acento. Como se escribe en catalán. O en mallorquín. Blanco y en botella, aquello solo podía significar una cosa: el retorno, como mínimo a los escenarios, de Antònia Font, adorables excéntricos del pop en catalán que decidieron borrarse del mapa en 2013. El misterio, si es que lo hubo, duró poco y pronto se supo que el regreso de los mallorquines galácticos sería, en efecto, uno de los reclamos del festival Primavera Sound en 2022.
A partir de ahí todo se aceleró: se anunciaron un par de conciertos más –el 18 de junio en el Polideportivo Municipal de Inca y el 15 de octubre en el Palau Sant Jordi de Barcelona– y se desató una expectación fuera de lo común. Solo para su actuación mallorquina, programada en un recinto para 18.000 personas, se vendieron 4000 entradas en cuatro minutos. Lo nunca visto, vamos. O, como cantaban hace dos décadas en “Alpinistes-samurais”: “Cosas más raras nos han de pasar”. “Una cosa es la nostalgia y otra que a la hora de la verdad la gente compre entradas”, apunta Joan Miquel Oliver, compositor e ideólogo de una banda que ha querido coronar su vuelta a la vida con “Un minut estroboscòpica” (Primavera Labels, 2022), su primer disco en diez años.
Así que, ¿alegría? Claro que sí. Y alpinistas-samuráis, batiscafos socialistas, amazonas en la luna, verbenas interestelares y reggaes que parecen un vals. También, cómo no, un lápiz de Ikea, un pistacho y todo el polvo lunar que Antónia Font ha esparcido en discos como “Alegria” (Virgin, 2002), “Taxi” (Discmedi, 2004), “Batiscafo Katiuscas” (Discmedi, 2006), “Lamparetes” (Robot Innocent, 2011) y “Vostè és aquí” (Robot Innocent, 2012), piedras preciosas que volverá a lustrar ante un público que no solo no se ha ido, sino que parece haberse multiplicado. “No hay ningún motivo para dejar de ser fan de un grupo que te gusta”, relativiza Oliver durante una entrevista compartida con el cantante Pau Debon –Pere Manel Debon, Joan Roca y Jaume Manresa completan la formación– y que arranca de la manera menos original posible. Esto es: por el principio. Allá vamos.
Empecemos con una fácil. ¿Por qué se separó Antònia Font y por qué regresa justo ahora?
Pau: Lo dejamos al intuir que podría llegar un momento en que nos daría un poco de pereza y que lo que era Antònia Font ya no lo podríamos llevar a cabo de la misma manera que los 17 años anteriores. Lo pusimos sobre la mesa y todos estábamos de acuerdo en que podía ser un buen momento para parar. ¿Por qué volver ahora? Todo vino a raíz de un concierto por la libertad de expresión en el que nos juntamos; yo volví a sentir aquellas sensaciones del escenario y me volvieron un poco las ganas de volver a hacer algo. Se lo propuse al resto y a partir de ahí estuvimos hablando una serie de meses hasta que encontramos una fórmula con la que todos estábamos de acuerdo.
¿Esa fórmula es la de disco y gira con pocos conciertos?
Pau: Disco y diez conciertos, sí.
Joan Miquel: Cada uno puso sus condiciones de cómo querría que fuese.
¿Cuáles fueron las vuestras?
Joan Miquel: Yo quería hacer un disco, porque para mí eso tiene muchas más implicaciones. Hacer un concierto suelto, pues bueno... Cada uno estudia el repertorio en su casa, haces cuatro ensayos y listo. El disco es más trabajo y más compromiso. Siempre habíamos cumplido mucho. Antònia Font nunca hizo ninguna patillada, y hacer solo un bolo creo que no iba con nosotros.
Pau: Mi condición era no dejar el trabajo actual ni volver a esas giras de cada fin de semana. Hacer disco o no hacerlo, la verdad, al principio no lo había pensado mucho. Yo pensaba más en una gira. Pero está claro que hacer algo sin disco nuevo hubiese tenido poco valor.
Creo que cada año hacéis una cena con los royalties de vuestro primer disco. ¿Esa idea de la reunión era algo que estaba siempre presente en esas veladas?
Joan Miquel: Siempre salía, sí, lo que pasa es que no había pasado el tiempo suficiente para que tuviéramos ganas de volver. Tuvimos muchos motivos para separarnos y aquello aún estaba latente.
¿Motivos artísticos o personales?
Joan Miquel: De todo tipo. Cuando las cosas empiezan a funcionar un poco forzadas, cada uno va trampeando. A él le puteaba más lo de tocar cada fin de semana. A mí, en cambio, me puteaban más cosas relacionadas con la propia música. Yo quería hacer cosas diferentes, pero tampoco sabíamos si el público lo aceptaría o si seguiría siendo Antònia Font o no. Eran diferentes tipos de cansancio.
Pau: Es muy complicado.
Joan Miquel: Es un matrimonio de cinco personas. Si con dos ya te haces un lío, imagínate... Se supone que cuando estás en un grupo has de tener unas ganas que te cagas; si no, no tiene sentido.
Pau: Y cuando empiezas a intuir que eso puedes perderlo, honestamente es mejor dejarlo.
Joan Miquel: Cuando nos separamos, recuerdo que Quimi Portet me dijo: “Joan Miquel, cuando los miembros de un grupo cumplen 40 años, el grupo se separa”. Y dije: “Coño, pues sí, tiene sentido”. El grupo deja de ser la familia principal para convertirse en otra cosa. Es la edad en la que pasas de tener pareja a tener familia, que son cosas diferentes. Tú piensas “eh, yo soy artista, hago lo que me da la gana”, y tu mujer te dice que sí, que hagas lo que te dé la gana, pero que esta semana has de acompañar al niño al cole cada mañana. Y si estás acostumbrado a escribir de doce a tres de la madrugada, ahora has de estar listo a las siete y media de la mañana para prepararle el bocata. Son cosas muy bonitas de vivir, pero que no son muy compatibles con ser artista.
Pau: Es muy difícil de combinar.
Joan Miquel: Además, todos hemos tenido hijos en momentos muy diferentes. Yo sufría mucho. Tenía un sueño que te cagas. Me compré un anorak y me iba a dormir a la furgoneta y ellos se quedaban de juerga porque aún no tenían hijos. Era en plan: “Por favor, tíos, no quiero tocar más”. Había veces que ni salía a tocar algún bis.
Pau: Yo hubo un momento en que los míos dormían tan mal que buscaba a ver cuando teníamos un concierto para poder dormir un poco más (ríe). ¡Cuatro horas seguidas!
Antes hablabais de ese concierto de 2018 en Palma a favor de la libertad de expresión como punto de partida de este retorno. ¿Cómo se puso en marcha todo a partir de ese momento?
Pau: En realidad el concierto se hizo y siguió todo igual. Pasó un año o así hasta que lo decidimos. Y luego meses hasta que empezamos a hacer faena. Y luego vino la pandemia.
Llegamos a “Un minut estroboscòpica”, el nuevo disco. ¿Son todo canciones nuevas o alguna se había quedado guardada en un cajón?
Joan Miquel: Es todo nuevo, sí. Quería hacer doce canciones en cuatro grupos de tres. En una semana yo hago tres canciones y luego igual me tiro un mes sin escribir nada. Son como pequeños trípticos. Al final son solo diez. Tenía hechas hasta “Invisible” y luego, ya muy separadas, hice “Caramel·let”, “Cançó de llum” y “Venc amb tu”. No sabía cómo teníamos que acabar. Todos los discos de Antònia Font acaban muy tranquis, muy hacia abajo. Con este queríamos un final hacia arriba, que acabara en lo alto.
Antes de separaros, durante la promoción de “Vostè és aquí”, defendíais que “no hay que tener miedo a probar cosas nuevas, a experimentar”. ¿El espíritu es el mismo a la hora de enfocar un disco de retorno como este?
Joan Miquel: No, este no es un disco experimental. Al contrario. Ya hicimos uno. Yo creo que es el disco que hubiésemos hecho dos años después de “Vostè és aquí”. Tanto da que hayan pasado dos años o nueve. No creo que hubiese sido muy diferente.
Hay cierta melancolía en “Un minut estroboscòpica” que recuerda a “Batiscafo Katiuscas”.
Joan Miquel: A mí me recuerda más a “Alegria”. “Batiscafo Katiuscas” tiene más cosas raras. Aquí todas las canciones son más regulares: buscan estar bien hechas y despertar emociones. Y ya está. Creo que con mis discos en solitario cada vez me había alejado más de lo que era Antònia Font, así que he tenido que hacer un esfuerzo para regresar e intentar pensar qué quiere decir Antònia Font. Y me he dado cuenta de que no puedo escribir estas canciones solo para mí; yo mismo soy víctima de la esencia de Antònia Font.
¿Y cuál sería esta esencia?
Joan Miquel: Pues lo que he intentado con estas canciones: la fantasía, la imaginación… Con Antònia Font no hay límites, todo puede pasar.
Pau: Siempre hemos funcionado así. Si algo está claro es que la confianza en las canciones de Joan Miquel es innegociable. Y en este disco también.
Joan Miquel: Es que haga las canciones que haga, sean buenas o malas, serán las canciones de Antònia Font. Nadie más dirá: “Eh, yo quiero hacer una”.
Pau: No, pero quizá sí que te hubiésemos podido decir: “Joder, Juanmi, esta canción...”.
Entonces, Joan Miquel, ¿cambia mucho tu manera de escribir si las canciones las haces sabiendo que las tendrá que cantar Pau?
Joan Miquel: Si he de explicar cosas basadas en mi vida me resulta más fácil si las canta él, sí. A mí la idea de cantautor que explica su propia vida... No sé, me da un poco de repelús. Además, Antònia Font tiene un estilo, es una marca. Tiene que haber unas constantes. Si yo hago un disco en cuya carátula pone Joan Miquel Oliver da un poco igual lo que meta dentro.
Siempre decíais que cada disco de Antònia Font estaba ligado a una idea concreta. ¿Cuál sería la que hay detrás de “Un minut estroboscòpica”?
Joan Miquel: Creo que es un disco de sentimientos, de primera persona.
Pau: Cuando lo he hablado con mi mujer, vemos que es un disco de amor. Vale, al final casi todos los discos hablan de amor de una u otra manera, pero este tiene un punto más claro, más directo. Los otros... “Alegria”, tristeza; “Taxi”, el futuro; “Lamparetes”, los pioneros...
Hablando del asunto, creo que no se me ocurre mejor canción de amor para los tiempos que corren que “Amants perfectes”, con esa idea de que es el mundo el que no está bien pensado.
Joan Miquel: Claro, dos amantes perfectos y todo lo demás está mal. El mundo está mal pensado. Lo que está mal es todo lo demás (ríe). Luego, en cambio, “Venc amb tu” es una canción nada romántica, si entendemos el romanticismo como el amor imposible. Pero ahora esto está pasadísimo de moda. Nadie puede hablar de romanticismo.
¿Estamos ante un regreso con fecha de caducidad? ¿Un disco y ya está?
Joan Miquel: No lo sabemos, pero yo creo que será un disco y ya está. Hemos conseguido hacer un disco que está a la altura de lo que nos habíamos marcado y después una serie de conciertos que serán los más bestias que hemos hecho nunca. Pero tiene sentido y serán así de grandes porque llevamos mucho tiempo sin tocar. Si ahora hiciésemos otro disco dentro de dos años no volvería a pasar lo mismo. Solo puedes hacer un disco después de diez años si estás diez años sin tocar. Pero, vamos, al minuto de separarnos ya nos preguntaban cuándo volveríamos. Y ahora que si haremos más discos. Coño, hemos hecho uno, ¡conformaos! (ríe).
No sé hasta qué punto os reconocéis como padres de toda una nueva generación de pop en catalán.
Pau: Puedo estar de acuerdo en que abrimos una puerta, sobre todo lingüística, pero desde la normalidad. Todo lo demás, que haya gente joven que se fije... Lo puedo entender, pero personalmente no me siento padre de nada.
Joan Miquel: Es algo normal: tú tienes unos referentes y luego tú pasas esos referentes a otros. Ves que hay coincidencias, porque siempre es así. Todos los grupos de rock suenan un poco a Rolling Stones y todos los grupos de pop suenan un poco a Beatles. Son los inventores. Antònia Font llegó en su día con una propuesta muy diferente, cutre si me apuras, pero diferente. Era una manera diferente de enfocar la música y la literatura escrita en una canción.
¿Y vosotros de quién os sentíais herederos cuando empezasteis? Recuerdo que en las entrevistas siempre poníais cara de póquer cuando se hablaba de The Flaming Lips.
Joan Miquel: Es que nos hablan de grupos que no conocemos. A mí me decían que éramos los Flaming Lips mallorquines y a mí los discos de Flaming Lips... No creo ni siquiera que sean buenos discos.
Pau: Yo flipé mucho con eso.
Joan Miquel: Yo tengo dos discos de los Flaming Lips y los he escuchado una o dos veces. No son discos que me gusten. Creo que los de Antònia Font son...
¿Mejores?
Joan Miquel: Los de Flaming Lips no me gustan, los de Antònia Font sí (ríe). Yo estoy más influido por haber leído a Kafka, a Feyerabend, a Cortázar… Todo esto. Me ha influido más lo que he leído que la música que he escuchado. Creo que la literatura catalana, gente como Josep Pla o Enric Casasses, es algo que yo he adoptado. Si coges los textos de lo que era el rock catalán, no parece literatura catalana. No tiene nada de esa ironía, de ese sentido del humor. Se llamó rock catalán, pero no era catalán. Yo creo que en Antònia Font el sentido del humor y la ironía es muy catalán, que a su vez creo que tiene mucho que ver con autores como Terry Pratchett o Douglas Adams.
A veces da la sensación de que el pop necesita echar mano de referentes más cultos para hacerse perdonar que en realidad no es más que música popular.
Joan Miquel: Bueno, pero los que te he dicho son autores cutrangos también. Creo que tiene sentido. A mí lo único que hace que me guste o no me guste un grupo es la letra. Lo otro son dos acordes, siempre es lo mismo. Si alguien es capaz de explicarte cosas interesantes con un lenguaje vistoso y solvente... Eso hace que me interese un grupo. Además, si por ejemplo quieres hacer un libro de sonetos, lo peor que puedes hacer es ponerte a leer sonetos, porque te irás hacia lo que hace todo el mundo. Yo escucho muy poca música por eso, porque no quiero que me influya negativamente. Ya tengo mis propias ideas.
Pau: La mejor manera de no copiar es no conocer.
Joan Miquel: Ser un erudito es fatal para un artista. Ha de saber de lo suyo y ya está.
Antes se me ha olvidado preguntar qué es lo que más os costó a la hora de volver a encontraros en el estudio.
Joan Miquel: Bueno, este disco lo hemos hecho por separado. No hemos coincidido.
¿Pero por la pandemia o...?
Joan Miquel: Por metodología. Lo que sí que hacemos mucho juntos ahora es ensayar. Pero es muy normal, ¿no?
Pau: Al final, estar grabando en el estudio con siete personas por ahí... Nosotros no lo hemos hecho nunca. Menudo rollo, ¿no? Siempre hemos trabajado un poco así.
Joan Miquel: Como el disco lo he grabado yo, pues un día venía Joan, otro Pau, otro Jaume... Con Pere sí que fuimos todos, porque teníamos que hacer un poco de película.
Pau: Bueno, un día coincidimos todos (ríe).
Adiós al mito de la química en el estudio.
Joan Miquel: Somos realistas (ríe). A veces es mejor hacer las cosas por separado.
Pau: Yo puedo entender que esté todo el grupo en muchos momentos para decidir cosas que en Antònia Font ya están decididas, porque las canciones son de Joan Miquel Oliver y él tiene una visión bastante clara de cómo ha de sonar eso. A mí, personalmente, hasta que él no me lo explica me cuesta mucho. No somos un grupo que decidamos todos juntos cómo ha de sonar esto o aquello. Siempre hemos funcionado así y nos ha ido bien. A lo mejor hay grupos cuya manera de hacer no nos funcionaría en absoluto.
Joan Miquel: Claro, hay grupos que se ponen a tocar, hacen un tema entre todos, el cantante improvisa una letra... ¡Y así les va! (risas). ∎
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