Cuando uno se aproxima por primera vez a la historia de Antònim es fácil pensar que se trata de un proyecto de dos viejos amigos que por fin han decidido trabajar juntos, tras muchos años de relación y complicidad. Pero no, nada más lejos de la realidad: “En todo proceso creativo la convivencia es necesaria para que fluya la creatividad. Es cierto que sin haber estado juntos mucho tiempo no habríamos podido hacer el disco, pero casi no nos conocíamos antes de empezar nuestro proyecto”. Así pues, Antònim no nace de la amistad, sino de una necesidad muy concreta: la de Ton Llevot de encontrar a alguien con quien llevar sus canciones a otro nivel. “Antònim como tal empieza cuando, a través de amigos en común, Maxi y un servidor nos conocemos. Yo buscaba un productor y colaborador para arreglar y terminar un conjunto de composiciones que hice para voz y guitarra durante el confinamiento. Después de varias conversaciones y de escuchar lo que habíamos hecho previamente, vimos que podría ser interesante probar a ver qué tal se conjugaban nuestros mundos. La primera chispa se enciende cuando le paso las pistas de ‘Adivina’ a Maxi; él añade cuidadosamente ritmos y sintetizadores y enseguida vemos que el resultado nos gusta”.
Dos mundos diferentes. Lo dice la nota de prensa de Primavera Labels –sello que publica el álbum, vinculado al festival Primavera Sound, en el que Maxi Ruiz ejerce como director de producción–, lo dicen ellos mismos y se percibe también escuchando los primeros tracks de “Llarg camí” (Primavera Labels, 2022). El universo de Ton es el del folk y el pop, las guitarras y la voz; el de Maxi es el de la electrónica, los sintes y las cajas de ritmos. Es Ton el primero en ampliar currículums: “Yo llevo desde los 18 años en grupos y proyectos. Empecé con una banda de Lleida llamada Unexpected. Versionamos grupos holandeses de garage, folkbeat y protopsicodelia. Editamos un single con un subsello de Subterfuge, rodamos por España en entornos mod y ‘sixties’ y tocamos también en París e Inglaterra. Después empecé un nuevo proyecto llamado Atón, con DJ Atún, en el que la influencia de los 60 se mezclaba con la sampledelia y la experimentación propia de un DJ. Y más tarde grabé un disco en solitario con mi nombre, dando pequeños conciertos con guitarra, voz y ‘looper’”.
Turno ahora para Maxi: “Yo empecé tocando la batería en grupos shoegazing de los 90. Después me metí en la electrónica con proyectos de baile (se refiere a los aún recordados Ferenc, junto a Fra Soler) y en bandas más experimentales como Ruizpantaleón (junto al inquieto guitarrista Jaime Pantaleón, ex-12Twelve y ahora en Gambardella). También trabajé en proyectos de videoarte y grabaciones de campo, en remezclas para varios artistas y bajo diferentes nombres, y como productor del segundo disco de Dorian”.
Dos mundos diferentes, de acuerdo, pero con mucho terreno en común. Y un eje que los atraviesa a los dos y los une como si fueran la dupla de una delantera de futbolín: “Ambos escuchamos muchos estilos de música diferentes y, curiosamente, son prácticamente los mismos. Y además, los dos vemos la psicodelia como algo transversal y muy presente en nuestra forma de entender tanto la electrónica como el rock y el pop”.
Folk e IDM, canciones con alma pop y vestido sintético; temas maduros, suaves, sencillos, sin sobresaltos, que remiten –también desde sus títulos– a mañanas plácidas, caminos, bosques y troncos. Escuchándolos, vienen a la mente esos días lejanos del sello Morr Music y la folktrónica, The Notwist y The Postal Service. Pero también “Young Marble Giants, Daniel Darc y un poco de Animal Collective, aunque son influencias bastante vagas, más a un nivel conceptual que concreto”. Maxi y Ton no tenían en realidad nombres en mente cuando arrancaron, pero sí algunas ideas –“aspectos más abstractos y estructurales de la música, como el espacio dentro de las canciones y cierta forma de entender la instrumentación”– y las decisiones se han tomado “en todo momento al 50%; el equilibrio entre las dos partes es muy acentuado”.
Eso sí, las letras son cosa de Llovet: “‘Adivina’ antes de ser una canción era un poema sobre el alioli; ‘Cuando escuches’ habla precisamente de hacer una canción para que alguien la escuche; ‘Un tronc’ es costumbrista, un pequeño homenaje a Vainica Doble. Por lo demás, son letras que se mueven en un entorno onírico y metafórico y que se relacionan vagamente con emociones y experiencias vividas”.
Además de las mencionadas, otras tres canciones llaman la atención por distintos motivos. La primera es “Al matí”, un tema de puro psych-folk sixties, muy The Byrds y muy The Beatles de la última época, que habla de pájaros y hormigas entre mandolinas y voces filtradas: “Obviamente, somos fans de los dos grupos, cómo no. Es curioso que menciones esta canción, porque ha sido la más controvertida del disco, precisamente porque es la que ha quedado menos en medio de los dos mundos; por esa razón no la tocamos en directo”.
Las otras dos que sobresalen son, lógicamente, las dos versiones, situadas al final del disco. Y no son dos versiones cualquiera: dos tótems de Nick Drake (“Pink Moon”) y Kraftwerk (“Radioactivity”), esta última adaptada al catalán: “radioactivitat, vull estar al teu costat”. Un ejercicio de estilo libre, a priori bastante arriesgado por la popularidad de ambas piezas, que, sin embargo, ellos explican con la naturalidad que define todo el proyecto: “Simplemente escogimos dos canciones que podían resumir nuestros dos universos, una más folk-pop y otra más electrónica; e hicimos el ejercicio de añadir el otro universo a cada una de ellas respectivamente: así añadimos electrónica a Nick Drake y pop-folk a Kraftwerk”.
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