Pasiones felizmente encontradas.
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En portada

Christina Rosenvinge & Nacho Vegas

Reunión (vampírica) en la cumbre

Fotos: Alfredo Arias

Rockdelux 255
(Octubre 2007)

Documento Rockdelux. Christina Rosenvinge y Nacho Vegas estaban condenados a entenderse. Esta revista lo ha propiciado, invitándolos a unir sus fuerzas en un proyecto exclusivo para formar parte del festival itinerante Rockdelux Music Weekend 2007. Además, han completado su ilusionante colisión creativa con “Verano fatal”, un mini-álbum verdaderamente sui géneris. Juntos (y revueltos), o amistosamente alejados, Christina y Nacho siguen siendo dos de los valores más sólidos de nuestro panorama musical. Asistan aquí a un momento único en sus siempre recomendables trayectorias. Portada del Rockdelux 255 (octubre 2007).

Bajo

Suscripción

Como una especie de premonición, a finales de 2002, una Christina Rosenvinge recién llegada a Madrid tras su exilio creativo en Nueva York se enfrentaba a una entrevista con Rockdelux (número 202). “¿Has oído a Nacho Vegas?”, le preguntaba Juan Manuel Freire. “Ah, Nacho Vegas”, respondía ella. “Este chico me mandó un ‘e-mail’ diciendo que le había encantado ‘Frozen Pool’ (álbum de Rosenvinge publicado por Smells Like en 2000). Le contesté, pero me enviaron la carta de vuelta, como si su dirección ya no existiera”.

Un lustro después, el círculo se ha cerrado de forma casi medemiana, de nuevo con esta revista como catalizadora. Es un sábado por la tarde cegado por el sol, y en casa de Christina, en el madrileño barrio de La Latina, el dúo recuerda la anécdota. “Lo mejor de todo es que acababa de abrir la cuenta y fue el primer correo que recibí”, rememora ella. “Y yo uno de los primeros que mandé, porque entonces no tenía internet en mi casa. Lo hice auspiciado por Jairo Moreno, el bajista de Las Esferas Invisibles, quien también es muy fan”, completa él. “A partir de ese ‘e-mail’, yo me compré sus discos, y ahí fue donde empezó todo”, remata Christina.

Unos minutos antes escuchábamos una copia, aún sin mezclar, de “Verano fatal” (Limbo Starr, 2007), un mini-álbum grabado en Gijón a todo trapo que, pese a contener solo siete temas, se puede calificar ya de histórico. Ha sido el segundo paso de un proyecto que se fraguó para formar parte del Rockdelux Music Weekend 2007. Ellos reflexionan sobre este hecho recalcando que, más que una reunión por encargo, era algo a lo que estaban abocados y para lo que solo necesitaban un inductor. Vegas, sin ir más lejos, reconoce que ya fantaseaba con ello en aquel primer e-mail: “Yo acababa de sacar mi primer álbum“Actos inexplicables” (Limbo Starr, 2001)– y leí una entrevista en la que ella hablaba de Townes van Zandt. Había cosas de sus discos con Los Subterráneos que me gustaban, un algo que me fascinaba de ella desde hacía mucho tiempo. Después nos conocimos en un Primavera Sound y hablamos de colaborar. Ella hizo voces en ‘El tiempo de las cerezas’ –de Bunbury & Vegas (Capitol-EMI, 2006)–, y compartimos escenario en algún concierto… hasta que Santi Carrillo nos ofreció hacer esto para Rockdelux y entonces tuvimos la excusa perfecta para ponernos las pilas. En cuanto empezamos a ensayar, nos dimos cuenta de que podíamos tener un disco para ello. Todo surgió de un modo muy rápido”.

La pareja –que no deja de bromear entre sí, con una inapelable química– recuerda también varias reuniones anteriores en Granada, con J (Los Planetas) y Fernando Vacas (Flow), donde grabaron esbozos de canciones que, de momento, se han quedado en otro limbo. Y esos son los precedentes. A continuación, y tras comenzar incitándoles a hablar sobre el proceso creativo de un trabajo sumamente personal, se produciría una larga conversación de la que selecciono los momentos más reveladores.


“Otra parte del desafío era la de encontrarnos porque, aunque nos gustábamos mutuamente, tenemos mundos un poco distintos. El encuentro fue como un duelo entre dos caballeros, cada uno con su escudero. El plan era colisionar”
Christina Rosenvinge

Colisión entre caballeros

(Nacho Vegas): Lo que planteamos al principio fue que contáramos cada uno con gente de confianza. Christina tiene a Charlie Bautista, un músico polifacético que ha estado con ella en la última época, y yo contaba con Xel Pereda. También estuvo Manu González, mi batería habitual, y un bajista que conocemos de Asturias, Luis Rodríguez.

(Christina Rosenvinge): Otra parte del desafío era la de encontrarnos porque, aunque nos gustábamos mutuamente, tenemos mundos un poco distintos. El encuentro fue como un duelo entre dos caballeros, cada uno con su escudero. El plan era colisionar. Yo tampoco quería algo del estilo “cada uno hace sus canciones”, sino que el uno metiera la mano en las del otro, mezclarnos lo más posible. En ese sentido, hemos hecho todas las combinaciones: un tema escrito por mí y cantado por él, una letra escrita por él poniéndome a mí de personaje, diálogos en las canciones… y muchas veces ha sido forzado, con poco tiempo, pero pensando que eso tenía que salir por narices.

(Vegas): Fue una semana muy trepidante en la que todo tenía que suceder. Con el disco con Enrique Bunbury me pasó algo similar: al haber plazos y tener que obligarme, me parecía algo no del todo sincero, pero lo cierto es que sacas algo que a lo mejor no habrías obtenido de hacerlo con más tranquilidad. En este caso también, y con mucha más razón porque fueron solo seis días de composición y otros tantos de grabación. Una semana para inspirarnos y hacerlo todo.

Rockdelux 255 (Octubre 2007). Foto: Alfredo Arias. Diseño: Nacho Antolín
Rockdelux 255 (Octubre 2007). Foto: Alfredo Arias. Diseño: Nacho Antolín

Nacho Rosenvinge vs. Christina Vegas

(Vegas): La canción “Ayer te vi” la escribió ella, pero insistió siempre en que la cantara yo. Hablo de un tú masculino y hasta el último verso no me revelo como un sujeto femenino. Me atraía mucho ponerme en el punto de vista de Christina.

(Rosenvinge): “Verano fatal” comienza con una estrofa que cuenta el momento en que yo lo conocí.

(Vegas): En el disco hay un montón de guiños de ese tipo y de autorreferencias, y a mí es lo que me hace gracia. Parece el álbum de un solo autor un poco poliédrico.

(Rosenvinge): Metí en otra de mis letras partes de cosas que él dijo en una conversación, y él cosas que yo le había enviado en un mensaje. Nuestro encuentro fue muy divertido: yo estaba en un hotel en la Plaza Mayor de Gijón, en un primer piso, y él venía todas las mañanas a silbarme al balcón y yo abría las ventanas. Eso también está en una canción. Fue una semana muy intensa, también de conversaciones personales, y todo eso está presente.

(Vegas): La primera canción que tenía esbozada contiene al final tantos guiños, referencias que me hizo Christina al texto, conversaciones y mensajes que en realidad es una letra conjunta. No porque la hayamos escrito juntos, sino por todas las cosas que le he robado.

(Rosenvinge): Todo ese juego de espejos siempre ha estado presente, pero incluso se puede ver en las fotos. ¡Si hasta los dos somos rubios! Tenemos muchas cosas en común: hemos leído los mismos libros con los mismos años, escuchado la misma música… y también hay cierto paralelismo en nuestra historia.

(Vegas): Además, las canciones te dan la libertad de poder hablar en primera persona a través de personajes distintos a ti. Yo siempre vi lo de hacer canciones como cuando en una obra de teatro hay un conjunto de personajes y cada uno encarna una virtud o un defecto. Todos ellos forman parte de la naturaleza humana, están ahí, tú puedes ser el bueno o ser el malo, y en una canción puedes jugar mucho con ello, pero al final lo que jode eso es que se pueda tomar todo como algo demasiado confesional o autobiográfico. Es un juego con cosas que están dentro de ti y que manejas trabajando con la ficción para que sea….

(Rosenvinge): … Más real que la realidad.


“Metí en otra de mis letras partes de cosas que él dijo en una conversación, y él cosas que yo le había enviado en un mensaje. Nuestro encuentro fue muy divertido: yo estaba en un hotel en la Plaza Mayor de Gijón, en un primer piso, y él venía todas las mañanas a silbarme al balcón y yo abría las ventanas”
Christina Rosenvinge

Amistades peligrosas

(Rosenvinge): El aspecto romántico era inevitable; sale todo el tiempo. Todo eso estaba latente desde el principio y era parte del juego.

(Vegas): Al principio hablamos de que no queríamos caer en los tópicos de las canciones de chico y chica.

(Rosenvinge): Había que huir del modelo Pimpinela, porque era lo más evidente, y enfocar eso de otra manera. Incluso del modelo Serge Gainsbourg. Era un diálogo hombre-mujer, pero enfocado de un modo más intelectual, si quieres. Menos directo.

“Hemos encontrado un terreno común y algo que solos no haríamos”.
“Hemos encontrado un terreno común y algo que solos no haríamos”.

Promiscuidad sí, pero con sentido

(Vegas): Colaborar con alguien y hacer canciones a medias es algo que siempre me apeteció, pero se me atragantaba. Al final, un tema es una cosa muy íntima y me parece muy difícil hacerlo. Lo intenté, por ejemplo, con Fernando Alfaro, pero ni él ni yo nos quisimos meter en camisas de once varas. Con J hice alguna cosa, pero tenemos visiones muy diferentes de cómo hacer canciones. Con Enrique Bunbury decidimos compartir un disco de una manera muy profunda, pero no desde el punto de vista de la composición. Con Christina fue un reto mucho mayor porque ella me impone mucho más que Enrique o que J. Me parecía un poco violento al principio, pero salió y me siento muy satisfecho. Por otro lado, en las canciones de los demás a veces descubro un punto de vista que es muy mío, pero que nunca se me habría ocurrido a mí. Me sucedió escuchando los discos de Christina, y de un modo más profundo haciendo temas con ella. Agradezco mucho dedicarme a la música para hacer cosas como esta.

(Rosenvinge): A mí no me gusta mucho mezclarme con la gente porque tengo una visión muy unidireccional de mi trabajo, pero este proyecto me ha servido para reconciliarme con ciertas formas clásicas, incluso con cierto sentido irónico-costumbrista de utilizar el español. Las canciones de este disco tienen muy pocos acordes: la carga más profunda está en las letras, que creo que se sitúan en un nivel muchísimo más sofisticado. He escrito temas con mucha gente: con Jeremy Wilms me salía la vena más jazz, con David Pajo la más country y con Charlie Bautista la más juvenil. Para mí es algo muy divertido intentar meterme en la piel de alguien y hacerla mía, tener ideas de Nacho pero tenerlas yo. Lo que estaba buscando en realidad era eso, vampirizarlo.


“Me parecía un poco violento al principio, pero salió y me siento muy satisfecho. Por otro lado, en las canciones de los demás a veces descubro un punto de vista que es muy mío, pero que nunca se me habría ocurrido a mí. Me sucedió escuchando los discos de Christina, y de un modo más profundo haciendo temas con ella”
Nacho Vegas

Nuevas estrategias, idénticos planes

(Rosenvinge): Hay una especie de círculo que se cierra porque con Nacho he vuelto a hacer canciones con estructuras como las que utilizaba al principio, aunque, por supuesto, con otro tipo de frescura y sabiduría. También tenía carta blanca para sacar un lado de mí que a veces me cuesta: el más oscuro o narcótico, onírico. Igual ahora no me apetecía hacer eso, pero él ha sido una especie de padrino para meterme en ese terreno. Para mí, la trilogía de “Frozen Pool”, “Foreign Land” –El Europeo-Karonte (2002)– y “Continental 62” –Søster-DRO Atlantic (2006)– marca el momento en que he arriesgado más. He hecho la música más personal y más introspectiva. Me gustaría que mi nuevo disco saliera en enero. Tengo varias canciones escritas, pero estoy intentando hacer algo diferente: música más luminosa, más radiante. Llevo mucho tiempo en el otro camino.

(Vegas): Yo estoy ahora con Lucas 15, donde retomamos temas del folclore asturiano. Haremos algunos conciertos a principios de año. Es un proyecto fundamentalmente de Xel Pereda. También tengo pensado grabar con el cambio de año. El repertorio lo tengo bastante claro, pero ahora lo que me apetece es hacer esto y tocar.

(Rosenvinge): Creo, y me parece algo obligatorio, que habrá una segunda parte de este proyecto. Hemos encontrado un terreno común y algo que solos no haríamos. Hay ya un germen de algo que creo que debería continuar

Nacho según Christina

“En su momento, había escuchado un poco a Manta Ray, pero realmente lo descubrí como escritor antes que como músico, cuando leí su libro ‘Política de hechos consumados’ (Palmart, 2004; Limbo Starr, 2006). Lo primero que pensé cuando me llamó Santi Carrillo es que quería cantar las canciones de Nacho, transformarlas y llevarlas a mi terreno. Además, para mí el problema es que le doy mucha importancia a las letras en la música, que se tienen como el hermanito pobre cuando yo considero que son una parte muy importante de lo que tú eres. Sus textos, incluso la adaptación que hizo de Townes van Zandt –“Que te vaya bien, Miss Carrusel”, incluida en “Actos inexplicables”–, me alucinaron. Escribiendo estaba a años luz de todos los demás, y por ahí es por donde empezó a gustarme”.

“Mi disco favorito de él diría que es ‘Canciones desde palacio’ (EP de 2003 en Limbo Starr), o el que más veces he escuchado, aunque todo lo que ha editado me gusta mucho. Admiro especialmente a la gente que todo lo que ha hecho es muy coherente y muy sólido. Él tiene una idea, la expone perfectamente y la lleva hasta el final. Lo veo con una solidez que yo nunca he encontrado en mí misma: supongo que yo tengo más fluctuaciones hormonales”.

“Otra cosa que me gusta de Nacho es que siempre ha estado al margen de las modas. Nunca ha sonado al grupo del momento, ni a Radiohead ni a Sonic Youth o lo que sea. Tiene su propia personalidad y es un cantautor a la manera clásica, con su propia propuesta, y además ha sabido llegar al castellano con unas melodías y un fraseo propios, inventados por él”. ∎

Christina según Nacho

“En la época de Álex y Christina, yo era un poco más crío, pero sus canciones las tenía en mente. Cuando empecé a escuchar más música y a comprar discos, ella ya estaba con Los Subterráneos, pero hay una cosa que recuerdo: leí una entrevista donde decía que una de sus influencias básicas era el pop francés, France Gall, Françoise Hardy… Esto, que luego sería una de las influencias básicas del pop de los noventa, fue algo que adelantó porque no existía en España. Era algo insólito y a mí me interesó mogollón”.

“La empecé a escuchar sobre todo con ‘Mi pequeño animal’ (Warner, 1994), y luego fui yendo hacia atrás. Me alegró muchísimo que grabara con Sonic Youth. En aquel momento, aquí el indie era un reducto cerrado y mucha gente se preguntaba: ‘¿Qué hace esta tía con ellos?’”.

“A mí me gustan mucho sus discos, pero ‘Cerrado’ (Warner, 97) lo veo como muy de transición; no es uno de sus mejores trabajos. Prefiero ‘Frozen Pool’, ‘Foreign Land’ y ‘Mi pequeño animal’”.

“Me flipa como compositora, pero hay una cosa que nunca le he dicho: esperaba que fuese un poco más mandona, que dijera cosas del tipo: ‘Llevo veinte años haciendo música’. Yo esperaba tener una lucha con ella para ver quién mandaba más en el estudio. Tiene una especie de actitud pasivo-agresiva, que por otra parte es la que siempre he utilizado yo y de la que siempre me ha acusado mi grupo, que me sorprendió mucho. Dejaba que las cosas sucedieran y a última hora daba su punto de vista”. ∎

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