“Cuando me miro al espejo me quedo mirando un rato y pensando que eres tú quien me observa”.
“Cuando me miro al espejo me quedo mirando un rato y pensando que eres tú quien me observa”.

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El Último Vecino

Todavía un niño descubriendo la música

Fotos: Òscar Giralt

25.02.2022
Gerard Alegre Dòria, fuerza motriz de El Último Vecino, ya no está asustado. Y, lo más importante, está sobrado de confianza en sí mismo. En “Juro y prometo”, su primer álbum después de seis años, vuelve a vestir la camisa del romántico empedernido con que nos enamoró en su debut. Conversamos con él sobre dudas y certezas, sobre eternas comparaciones y sobre el poder de la música, poco antes de que empiece a presentar en directo estas nuevas canciones, con próximas fechas confirmadas en Valencia (10 marzo), Granada (18 marzo), Madrid (25 marzo), Barcelona (7 abril) y Ciudad de México (5 mayo).

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uchos se darán prisa en señalar que El Último Vecino llevaba seis años sin sacar un nuevo disco. Y es cierto que un abismo separa el ya lejano “Voces” (2016) del flamante “Juro y prometo” ([PIAS], 2022). Con todo, Gerard Alegre Dòria se ha mantenido ocupado durante el tiempo que pasó entre ambas obras. Recordemos su aventura neoyorquina en el EP “Parte primera” (2018) –no hubo segunda, por cierto–, su sonada versión de “Mi chulo” (La Zowi) y la ristra de sencillos lanzados durante las distintas fases de la pandemia, que deberían haber salido en un tercer álbum que nunca fue. Ciertamente hubo de todo: se dejó influenciar por la música italiana en “Nostalgia”, se acercó a terrenos eurodance en esa locura que fue “Qué caro”, versionó a uno de sus favoritos de siempre –Héroes del Silencio– y colaboró con nuevos cachorros de lo oscuro como Nueve Desconocidos… Pero todo eso no fue suficiente para mantener alta su volátil autoestima.

Hace menos de un año, Gerard decidió hacer borrón y cuenta nueva para empezar con este “Juro y prometo” que ahora tenemos entre manos. Son nueve canciones que no llegan a sumar media hora de duración y que discurren con una intensidad emocional que convierte el disco en algo parecido a un aquelarre. En una liberación de demonios internos tanto para el autor como para el oyente. Y, según él mismo admite, todo esto se debe a la ayuda de sus nuevos colaboradores: el productor Innercut –en su hoja de servicios figuran trabajos para artistas como Yung Beef, Bejo y Recycled J– y la realizadora Neelam Khan Vela en lo visual.

Nos reunimos con él durante más de una hora en el céntrico Hotel Seventy de Barcelona, algo así como una segunda base de operaciones siempre que necesita descongestionarse de la oscuridad de su estudio y buscar algo de luz. Mantuvimos una larga conversación en la que habló a pecho descubierto sobre salud mental, insatisfacción, guitarras españolas, inocencia perdida, el trap… Incluso hizo una inesperada confesión. Gerard a tumba abierta, en definitiva.

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