Por Luis Lapuente→
02. 11. 2022
No se puede decir más en menos tiempo, menos de dos minutos de pura energía incontenible. Compuesta para él por Otis Blackwell en 1957, nunca una pieza ajena fue más propia. Legendaria su interpretación en directo mientras incendiaba literalmente su piano para intimidar a Chuck Berry en el Paramount Theater de Brooklyn, en 1958. ∎
La original de la cantante de blues y rhythm’n’blues Big Maybelle anuncia el tremendo potencial de una canción típicamente negra, precursora del soul. Tuvo que ser un cantante blanco quien extrajera todo el tuétano de catarsis sexual que atesoraba en esta versión que no superó ni el mismísimo Little Richard.
Una de las escasas canciones firmadas por el propio Jerry Lee, que dio título a la película dirigida por Jack Arnold –quien venía de filmar la obra maestra “El increíble hombre menguante” (1957)–, una de las que más certeramente retrata la eclosión del rock’n’roll en la cultura juvenil estadounidense de los años 5’.
Otra de las gemas de “Another Place, Another Time”, que en cierto modo refleja el espíritu atormentado del Jerry Lee Lewis de la época, que estaba a punto de divorciarse de Myra Gail y acababa de llorar la muerte de su hijo Steve Allen. Las grandes piezas del country cuentan historias con moraleja y esta sangra en la voz profunda de Jerry Lee.
El Asesino nunca miró hacia atrás y a las primeras de cambio demuestra el núcleo central de su personalidad arrolladora, pura esencia del rock’n’roll, alma de honky tonk, en esta canción de Mack Vickery que parece haberse escrito expresamente para celebrar su música y su vida. Uno de los últimos auténticos himnos del rock’n’roll.
Gloriosa composición de Otis Blackwell que te deja sin aliento, el último de los grandes éxitos de Jerry Lee Lewis en Sun Records, antes de que su carrera se truncara por el escándalo de la boda con su prima Myra. Incunable mayúsculo del género, incluso la cantó (o así) Richard Gere en el film homónimo de Jim McBride, en 1983.
Compuesta por Jerry Chesnut para el álbum homónimo producido por Jerry Kennedy e interpretado magistralmente por Jerry Lee Lewis, el tercero de los Jerrys de este trabajo memorable, donde también pululan autores clásicos como Ernest Tubb o John Loudermilk. Definitiva consagración del Asesino en el mercado del country.
El último de sus grandes álbumes, coproducido por el baterista Jim Keltner, se tituló como esta maravillosa canción de Kris Kristofferson, favorita eterna de Jerry Lee, que antes había recreado magistralmente piezas maestras de este gigante del country, entre ellas “Me And Bobby McGee”, “Touching Home” y “Help Me Make It Through The Night”.
La mejor de este álbum, donde el autor (Sonny Throckmorton) reflexiona sobre el destino de un hombre atormentado en la mitad de su vida, justo lo que le pasaba a Jerry Lee, convaleciente de una hemorragia gástrica y acusado en televisión como un gran pecador irredento por su primo Jimmy Lee Swaggart.
El jump blues tabernario de Stick McGhee y J. Mayo Williams elevado a los infiernos por Jerry Lee Lewis en un clásico absoluto del boogie-woogie. Spo-dee-o-dee es un anagrama de spotioti, una cruda mezcla de vino peleón y bourbon de contrabando que te crujía la garganta mientras comías pollo frito en los tugurios del Sur.
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