Erlend Øye y Eirik Bøe: un plan sencillo.
Erlend Øye y Eirik Bøe: un plan sencillo.

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Kings Of Convenience

La paz es el nuevo amor

Fotos: Salvo Alibrio

19.10.2021
Una eternidad después, el dúo que empezó todo aquello que una vez se llamó new acoustic, vuelve con nuevo disco y nueva proclama: “Qué difícil es hacer las cosas fáciles”. “Peace Or Love” no cambia mucho de lo que aprendimos a amar de Kings Of Convenience: dos tipos a la voz y a la guitarra en un regodeo de la nostalgia tan bonito que duele.

Bajo

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C

uando empezábamos a creer que Kings Of Convenience nos abandonarían para siempre, el anuncio de su regreso nos pilló con la guardia baja, hechos un puto lío emocionalmente después de más de un año en confinamiento. “Peace Or Love” (EMI-Universal, 2021) es el primer disco del dúo de Bergen (Noruega) en once años y, la verdad, parece como si para ellos no hubiese pasado el tiempo. De hecho, hasta les ha sentado bien, porque el componente nostálgico y evocador de su música se potencia aún más en unas canciones que, con todo, no descubren la pólvora, que a veces coquetean peligrosamente con el easy listening y con unos intérpretes que a veces podrían convertirse en caricaturas de ellos mismos. Del mismo modo que nadie discute el confort que se siente al volver a casa, tampoco nos atrevemos a toserles a Erlend Øye y Eirik Bøe, y menos si te salen con nuevos clásicos instantáneos como “Catholic Country”. Charlamos con ellos vía Zoom (primero solo con Eirik, ya que Erlend llega con retraso) aprovechando que esta semana se encuentran de gira por España: ayer actuaron en Madrid, hoy en Valencia (Teatre La Rambleta), el 21 en Barcelona (L’Auditori) y el 23 en el Auditori de Girona (un recital benéfico que servirá para recaudar fondos para investigar el síndrome de Angelman). Regresarán por estos lares el fin de semana del 5 y 6 de noviembre para tocar en Benidorm, dentro del Primavera Weekender.

Se os da especialmente bien eso de crear mantras magnéticos. Con “Peace Or Love” recalcáis que es muy muy difícil hacer que algo suene simple. Parece una incongruencia, pero tiene mucho sentido.

Eirik: Cuando las cosas son sencillas es muy fácil ver la verdadera naturaleza de la idea. Si compones una canción y pones muchos instrumentos en ella puede convertirse en compleja y que la idea original no se vea clara. En nuestro caso, lo que hacemos es crear música extremadamente minimalista y desnuda para que el núcleo de la canción –la melodía, los arreglos y las palabras– sea muy obvio y claro. Es como andar desnudo: la gente te ve realmente cómo eres. Nuestra música es así, no nos podemos esconder; básicamente, somos nosotros dos sentados en un sofá tocando la guitarra o cantando juntos. 

Ya que hablo de simplicidad, si miras detrás de mí verás una pintura de pequeños objetos que usé para la portada de “Analog Dance Music” (2017), de mi otro proyecto, Kommode. Es de una artista llamada Inger-Johanne Nygren, que lleva pintando pequeños objetos en mesas blancas desde los años sesenta. Me encanta porque su idea es extremadamente sencilla, pero ejecutar esa idea conlleva una increíble maestría del oficio. Es casi como una fotografía, pero es una acuarela. De algún modo, lo relaciono con nuestra música, lleva años y años de práctica, aunque parezca muy sencillo. Hace veinte años que tocamos juntos y aún no nos podemos considerar maestros, solo somos amateurs.

El retorno de la calma.
El retorno de la calma.


Supongo que algo de todo esto tendrá que ver con el hecho de que, pese a que presentasteis estas canciones hace unos cinco años en vivo, no hayáis lanzado el disco hasta ahora.

Eirik: Lo que tiene de especial este disco respecto a los anteriores es que cuando escribimos las canciones en 2016 decidimos hacer la gira “no grabada”. Estuvimos unas semanas actuando por Europa en recintos pequeños, anunciando que las canciones del repertorio formarían parte del nuevo álbum que aún no habíamos grabado. Al hacerlo de esta manera estaríamos mucho más preparados y listos cuando fuésemos al estudio. Ya sabríamos cómo tocar las canciones y habríamos detectado lo bueno en ellas (qué partes enfatizar, qué partes eran más prescindibles…). Pensé que eso haría las cosas más fáciles porque en los primeros álbumes nos dimos cuenta de que no llegábamos a entender plenamente las canciones hasta que salíamos de gira.

Por supuesto, al final no resultó tan fácil como esperaba. Teníamos unas ciertas expectativas con cada una de las canciones, las empezamos a amar intensamente, a pensar que eran muy importantes. Al llegar al estudio nos sentimos abrumados por la responsabilidad, nos pusimos mucha presión encima y nos vimos menos capaces de afrontarlas. Como decía antes, hacer algo difícil no mola si no consigues que parezca fácil. Cuando vas al circo y ves a un acróbata, quieres verlo despreocupado mientras hace sus trucos locos, no le quieres ver la cara de miedo.


“Si alguno de los dos no quiere algo, nunca va a estar bien, no tiene sentido forzarlo. Los dos tenemos que querer una cosa para que funcione. El ‘no’ es un argumento más fuerte que el ‘sí’, nos ha ahorrado mucha energía. Algo que también hemos descubierto es que antes de ponernos a grabar, si tenemos dos ideas diferentes es mejor grabar ambas versiones; luego decidimos cuál es la mejor”

Eirik Bøe



En cambio, me encuentro en este disco algunas codas instrumentales largas. Es algo nuevo para vosotros y, desde luego, un mecanismo que no se usa mucho últimamente en la música de hoy.

Eirik: Me gusta pasar mucho tiempo tocando con otra gente. Esta vez tuvimos colaborando en el álbum a un bajista llamado Alexander Grieg, un respetado músico de jazz que es, a la vez, descendiente del famoso compositor noruego Edvard Grieg. Alquilamos su estudio en Bergen. Y en “Rumours” toca al final de la canción unas líneas de melodía. Es bonito dar espacio a sonidos diferentes, que haya un desarrollo sónico a lo largo de las canciones. También hay una outro instrumental larga en “Fever”. Es una de mis partes preferidas del disco. Ahí toco el piano de cola de la familia Grieg. Son una leyenda en esta ciudad, así que tocar su piano en su hogar familiar fue muy especial. Al final somos dos voces y guitarras, así que necesitamos otros elementos para que la simplicidad sobresalga. Siempre he pensado que necesitas contraste y balance para que algo funcione.

Ya que hablamos de balance, me interesa esta regla que tenéis sobre que un “no” pesa más que un “sí”. Si aportáis una idea y uno de los dos no está de acuerdo con ella, la descartáis. ¿Ocurre a menudo?

Eirik: Sí. Tardamos muchos años en darnos cuenta de que se pierde mucha energía discutiendo. Si alguno de los dos no quiere algo, nunca va a estar bien, no tiene sentido forzarlo. Los dos tenemos que querer una cosa para que funcione. El “no” es un argumento más fuerte que el “sí”, nos ha ahorrado mucha energía. Algo que también hemos descubierto es que antes de ponernos a grabar, si tenemos dos ideas diferentes es mejor grabar ambas versiones; luego decidimos cuál es la mejor.

Otoño acústico.
Otoño acústico.


¿Te sientes cómodo con la relativa mayor fama que Erlend ha conseguido dentro (y fuera) del dúo o es algo que de algún modo te alivió y te ayudó a quitarte presión?

Eirik: Nunca he tenido hambre de fama, pero por supuesto que fue extraño ser visto como el actor secundario de este dúo, cuando en realidad mucho del trabajo lo he llevado sobre mis hombros. Siento que ha de haber un cierto equilibrio entre lo que aporto a nuestra música y lo que el mundo me reconoce. Al final es mi trabajo y necesito reconocimiento.

Lo que está claro es que fue una bendición que ambos os encontrarais años atrás y empezaseis a crear música.

Mi voz necesita más definición y frecuencias altas, mientras que la de Erlend es muy clara y con un tono muy definido. Cuando ambas se juntan, hay una mezcla muy interesante, un balance muy equilibrado de frecuencias. Algo de coincidencias hay porque nos conocimos en el único instituto que impartía clases de música. En ese momento yo no sabía tocar ningún instrumento, pero ver a gente tocar la guitarra en el receso fue algo muy inspirador y, desde luego, un importante motivo por el que empezamos a crear música.

20 años no son nada

No, no estoy haciendo un guiño al tango de Gardel, es que realmente Kings Of Convenience han preferido no celebrar de ninguna manera especial tan importante efeméride de su disco debut, “Quiet Is The New Loud” (Source, 2001), en unos tiempos en los que cualquier excusa es buena para sacar –a menudo insustanciales– reediciones recaudatorias (cabe mencionar que en 2015 sí celebraron ese disco en una serie de conciertos donde lo tocaban íntegramente; espectáculo que se pudo ver en Barcelona, Valencia y Madrid). Sobre aquella época empiezo a hablar cuando Erlend Øye se conecta al Zoom. “A veces me sorprende lo buenos que éramos entonces”, admite el noruego. “Escucho ‘Summer On The West Hill’ y pienso, ‘guau, ¿cómo conseguimos hacer esto?, tenemos una dura competencia en nuestras versiones jóvenes’. Intento no resistirme a ello. Me parece patético cuando a los artistas no les gustan sus primeras canciones, es parte de lo que eres. Por ejemplo, ‘I Don’t Know What I Can Save You From’, gran canción; ‘Toxic Girl’, gran canción… Quizá para nosotros son especiales porque siempre nos ha costado encontrar canciones que sean fáciles de tocar con dos guitarras acústicas, y algunos de estos temas son muy fáciles de tocar. Nos gusta volver a ellos porque nos hacen sentir a gusto. Muchas de las canciones que hicimos después son muy complicadas, y no es algo que quieres en un escenario”.

Quizá algo menos de cariño guarda de “Versus” (Source, 2001), aquel álbum de remezclas que se extrajo del debut. En él participaban Röyksopp, Four Tet, Ladytron, o los propios Kings Of Convenience. Esto, sumado al posterior volumen de la serie “DJ Kicks” que Erlend Øye entregó en 2004 (revolucionario en todos los sentidos, al mezclar hits de la época de Alan Braxe & Fred Falke, The Rapture, Phoenix o Ricardo Villalobos con versiones cantadas a capela por él mismo de The Smiths, Brenda Lee y Shocking Blue), fue uno de tantos trabajos del cambio del milenio que actuaban como vasos comunicantes para la música de guitarras y la electrónica. La reflexión de Erlend al respecto no tiene precio: “A finales de los 90 nos gustaba mucho ese tipo de música. Para nosotros era algo muy natural, nada extraño. Y, claro, siempre me ha gustado bailar. Podríamos haber acabado haciendo música electrónica, pero en esa época el equipo para crearla era muy caro y nosotros no teníamos mucho dinero. Teníamos que crear música con los instrumentos que estaban a nuestro alcance; en este caso, las guitarras. Cuando lanzamos el debut y luego su disco de remezclas, mucha gente prefirió el segundo. Pero ahora, veinte años después, ya nadie habla de ese álbum. Quizá era más divertido escuchar opiniones de él entonces, pero lo que acaba ganando es la idea simple de Kings Of Convenience. Para mí, es mucho más potente la idea de dos voces y dos guitarras que añadirle a eso elementos electrónicos. Como músico, tienes que tomar decisiones, no puedes hacerlo todo, has de centrarte en aquello en lo que eres bueno. El problema de la música electrónica es que el elemento ‘en vivo’ de la misma ocurre cuando alguien está en el estudio trabajando con las distintas partes de una canción. Eso no se puede recrear en el directo. Lo excitante es lo que ocurre en el estudio, no sobre el escenario. Nosotros sí podemos hacerlo con nuestras guitarras”.

En la encrucijada entre la paz y el amor.
En la encrucijada entre la paz y el amor.


Al resaltar la importancia de aquellos dos trabajos, pretendía subrayar que vosotros siempre fuisteis modernos, a pesar de que algunos os puedan ver como todo lo contrario. De hecho, aunque sois firmes defensores de vuestro formato de voz y guitarras, y que así siga durante mucho tiempo, en este trabajo os animáis con novedades como la introducción de percusión electrónica.

Erlend: Creo que se debe al hecho de que grabamos “Fever” de distintas maneras, pero nunca nos pusimos de acuerdo. Cuando Eirik no estaba ahí sacaba mi ordenador e introducía percusión procesada que sonaba como música electrónica. Lo que más mola de Kings Of Convenience es cuando grabamos una única toma de los dos tocando en vivo. Pero no todas las canciones son fáciles de grabar.

Este es vuestro disco más corto hasta la fecha y es todo alivio en estos tiempos de streaming con discos abotargados. ¿Dirías que te aproximas al formato álbum con un enfoque tradicional: ya sabes, dos caras, etc.?

Erlend: Somos muy tradicionales en lo que respecta a la duración de nuestros álbumes. Para nosotros, lo ideal son doce canciones repartidas en 45 minutos. Pero creo que eso está muy bien si tienes vinilos. Yo crecí con casetes, así que tienes un corte hasta llegar a la otra cara. Es mejor para un álbum que puedas inspirar y exhalar y que se termine, que lo puedas escuchar de una tirada. Lo que echo en falta de muchos artistas es exactamente eso, la capacidad de comprimir su trabajo. Una de mis peores pesadillas es ir a una muestra de arte contemporáneo y toparme con piezas de videoarte de quince minutos sin ningún tipo de contexto. La mayoría del videoarte es una tomadura de pelo. En cambio, una pintura la puedes ver durante un segundo, pero también la puedes observar durante quince minutos si quieres. Depende de ti. Prefiero dar algo que es fácil de digerir inicialmente, pero que luego dependa de ti sacarle más profundidad.

Los periodistas tenemos mucho que aprender de cómo titulais vuestros discos. Sin embargo, llegasteis a pensar que fue arrogante y exagerado ese “Quiet Is The New Loud”. Todo lo contrario, Erlend. Y, ahora, os salís por la tangente con otra gran declaración: “paz o amor”. ¿Por qué esa disyuntiva?

Erlend: Nos lo aportó un amigo y creo que describe muy bien de lo que trata el álbum, además de nuestra situación vital a finales de la treintena y principios de los 40. Es como si tuvieses que escoger entre la paz o el amor y no lo hubieses planeado. Al final, “paz y amor” es un enorme cliché, ya no tiene ningún poder de tantas veces que lo has escuchado. Si el cliché fuese “paz o amor” sería mucho más fácil para todo el mundo porque estaríamos más conformes con la idea de que solo puedes tener una de las dos cosas. La publicidad nos aporta unos exagerados ideales sobre cómo debería ser la vida. Es momento de rebajar las expectativas. Si tienes una u otra, la vida te va bien. 

¿Tienes uno o lo otro?

Erlend: Cuanta más paz tienes, más en paz estás porque los fuertes sentimientos de amor a tu alrededor no te pueden confundir. En mi caso, el sentimiento de amor no es uno particularmente pacífico. Es muy excitante, pero te hace sentir muy nervioso. ∎

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