Marcelo Criminal parece hoy más optimista que nunca, ordeñando canciones lo-fi sin sentir presión por profesionalizarse o hacer crecer su sonido. Definitivamente, el murciano ha hallado en la precariedad una convicción artística y su personal ética de trabajo.
“Momento de auténtica realidad” (Sonido Muchacho, 2020) son trece píldoras de realidad, en dosis medias de dos minutos. La cita con el farmacéutico que prescribe esta receta, Marcelo Criminal, se produce durante el mediodía de una extraña mañana, fría y nublada, en la terraza del Archivo Regional de Murcia, nuestra ciudad. “No suelo tomar café”, confiesa el artista, nacido en 1997 como Marcelo García Marín, tras pedir una taza doble. La contradicción es directamente proporcional a una timidez palpable, vencida a base de convicción. Durante la sesión de fotografías con Pilar Morales, admitió que no suele sentirse cómodo frente a la cámara, pero su apariencia desgarbada resulta también magnética. Marcelo aparenta ser disperso a la vez que atento, tan educado como prudente, dialogante, serio y amable. Los superlativos que le dedica la crítica no parecen hacerle mella: “No me afectan las etiquetas que me pongan o lo que digan de mí. Algunas incluso me hacen gracia. La mayoría no significan nada a nivel musical, por lo que no tienen sentido más allá de lo sociológico… Es ridículo para un músico creerse lo que dice su mánager, el promotor o las notas de prensa. No me interesa el mesianismo, sino que busco todo lo contrario: acabar con esa idea de la música alejada del mundo real y de la gente corriente”.
Poco le importa hablar de lo que supuso ser famoso durante quince minutos warholianos, gracias a “OT” y a partir de la versión que Carolina Durante y Amaia –o viceversa– hicieron de su “Perdona (Ahora sí que sí)”, si es para dar a conocer su beneficiosa experiencia. “No considero que mi vida haya cambiado, si bien me ilusiona, pues me gusta cómo lo hicieron, y les estoy agradecido por el empujón. Fue como mirar al estrellato desde el agujero de una cerradura, sin embargo yo seguiré componiendo canciones como lo he hecho siempre, desde el otro lado de la puerta”. La canción fue editada, en su forma original, en el EP “Repentino brote de añoranza y amor” (Sonido Muchacho, 2019), de claro corte pesimista.
Marcelo lleva “registrando” canciones desde su mayoría de edad. Sin llegar a escribir las letras, como justifica “… No me cuesta recordarlas porque son muy cortas, a diferencia de la melodía, que sí se me olvida. Como no soy ni perfeccionista ni prolífico, prefiero sacar cincuenta cortas que diez estándar”. Las graba de manera casera e inmediata mientras toca cualquiera de los instrumentos que tiene por su habitación: un guitarra española –“el instrumento con el que me siento más cómodo”–, una Danelectro eléctrica turquesa, un teclado Casiotone y un Roland E-16, un sintetizador reface DX de Yamaha, un ukelele, una armónica que nunca aprendió a soplar y una flauta irlandesa que compró como souvenir. Una postura tan DIY que, a priori, conflictúa con el fruto que se podría esperar de un estudio profesional. “Me interesa la concisión de una idea. No quiero subestimar la tarea de producción musical, pero sí creo que esta trata de ser una máscara de otra cosa más profunda: una versión ideal, no material, de la canción… Es una opción ideológica ante mis propias limitaciones que me permite llevar a cabo mi proyecto, realizándome a nivel artístico, y pienso que eso es poderoso para cualquiera que quiera hacer una canción, sin tan siquiera tener un móvil-ordenador o una guitarra”.
Esta dinámica empezó a alterarse ligeramente desde que se cruzó en su vida la pareja formada por Álex López (de El Nuevo Acelerador) y Juana Garcia (de Enana Roja), con quienes formó un ménage à trois creativo. “Álex me aporta medios y conocimiento, que no es poco. Me ofrece una segunda opinión sobre mis decisiones, me hace mirar más allá de mi austeridad, lo cual, aunque suene pequeño, es mucho, y me brinda algo más importante que la propia música: una amistad sincera y enriquecedora para mí. Juana es clarinetista de conservatorio, con lo cual controla de música mucho más de lo que yo nunca sabré; me aporta su preciosa voz y también su complicidad”.
Marcelo reconoce no tener conocimientos teóricos, ni apenas saber tocar la guitarra o el teclado, por lo que su proceso compositivo nace de la inspiración puramente pop y de hacer casar unos pocos acordes de forma intuitiva. Por lo que facturar con cierta finalidad parece que está descartado, por ahora. “Alguna vez he intentado, sin conseguirlo, que mis canciones sean bailables. Supongo que si quisiera lograrlo debería prestar atención máxima a otras músicas. Me parece muy importante ser buen observador e intento fijarme en todos los detalles”.
Una de las características más apreciable, y llamativa, de sus letras es que tratan la política. Aunque no desde un punto de vista subjetivo: “Al menos no hablan necesariamente de mi panfleto”. El tema homónimo que cierra el disco podría ejemplificar esto, según el artista: “Ignoro cómo arreglar el mundo con las herramientas que disponemos”. A la par, una de sus cualidades más destacables es la voz. “Como a todo el mundo, me gusta escuchar bonitas voces, pero no es lo que yo busco en una canción. Sin duda no restaría”. ∎
Tras el personaje de Marcelo Criminal se escuda alguien sensible e inteligente, como se deduce en esta mixtape de respuestas:
“Lo que más me emociona es cuando las personas se ayudan mutuamente, su bondad y solidaridad”.
“La cordura está infravalorada. Una persona debería pensar bien lo que hace y lo que dice. Yo intento tomármelo todo muy en serio, si bien considero que en el arte existe un factor que se escapa de la comprensión lógica de la realidad”.
“Asistimos a un mundo en el que la incertidumbre ante lo que pueda pasar y que no termina de suceder provoca angustia. Esa sensación de colapso inminente está muy presente en mi obra”.
“No creo en romanticismos, considero que la serenidad provoca estabilidad (sin garantizar la felicidad), y eso ya es positivo”.
“A mí me divierte compartir el tiempo con mi novia más que buscar diversiones locas”.
“Le cogí el gusto a dar conciertos, con público. Ahora se cumplirá un año de mis cancelaciones y espero poder volver a actuar donde me llamen, quizá después de mi bolo en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid el 8 de abril de 2021”. ∎
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