La épica y la fantasía. Foto: Nadia Guzman
La épica y la fantasía. Foto: Nadia Guzman

Entrevista

Marina Fages: arte elevado

Marina Fages continúa dando rienda suelta a una creatividad desbocada y multidisciplinar, aunque la música es la que articula su voraz presente artístico. Mientras trabaja en su nuevo álbum, anota fechas en su agenda de compromisos en directo.

07. 11. 2022

Me atrae la belleza de la destrucción y el misterio positivo de la naturaleza que insiste suave a pesar de la violencia del clima y del humano”, se lee una placa redactada por Marina Fages. Esta cuelga en Micro Galería, en Buenos Aires, donde su más reciente muestra, “Una canción del fin del mundo”, se encuentra expuesta. Bien podría designar, sin embargo, cualquiera de sus incontables facetas: Fages es compositora, dibujante, muralista, videoartista y disquera.

Desde que se asumió específicamente como música, una década atrás, llegó a publicar tres discos solistas tan diversos como excepcionales –“Madera metal” (Marder, 2012), “Dibujo de rayo” (Marder, 2015) y “Épica y fantástica” (Disco Baby-Marder, 2019)–, cristalizando una obra de una consistencia tal que no pudo sino valerle un lugar en numerosos escenarios internacionales. Su paso por la emisora estadounidense KEXP fue el último de ellos; el próximo, en el marco de Primavera Sound Buenos Aires, dentro del programa Primavera en la Ciudad, en el escenario Camping. En la previa a ese show, que se llevará a cabo mañana, martes 8 de noviembre, Fages dialogó con Rockdelux sobre experiencias formativas y consagratorias.

¿Cómo llega la música a tu vida?

A pesar de que mis padres no son artistas, ambos escuchaban música y tenían gustos muy distintos entre sí. Los fines de semana, incluso después de separarse, ponían discos para hacer las cosas de la casa. Mi viejo escuchaba música clásica, The Beatles y Vangelis, que fue lo primero en hacerme decir: ¿Qué es esto que está pasando?”. Fue a los cinco años, vivíamos en Tierra del Fuego y me sentí invadida de emociones que no entendía. Los sintetizadores no eran algo que sucediese alrededor de mí; se sentían como una nebulosa de estímulos. Los ejes de mi madre eran la música disco y el folclore: Bee Gees y mucho cantautor latinoamericano como Silvio Rodríguez. Creo que ahí arranca esa cosa mía de las influencias superdistintas, o al menos la capacidad de escucharlas. Mi primer instrumento fue la flauta dulce en la escuela y la primera canción que compuse también fue en flauta. Le puse melodía a una letra de una amiga para un ejercicio en cuarto grado que nos propuso un profesor.

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