Adalid del desert blues, el nigeriano Mdou Moctar reivindica el vínculo entre guitarra eléctrica y revolución tuareg en esta entrevista telefónica desde Agadez, en la que la lucha de su pueblo se enlaza con el lema de su nuevo álbum, “Afrique Victime”, denunciando vehementemente las nuevas formas de colonialismo.
Como si de una conferencia internacional se tratara, la comunicación con Agadez, Níger, se hace a través de una llamada desde Inglaterra de su discográfica y dos conexiones más en Francia, la de Rockdelux y también la de una traductora como posible intermediaria. En el Sahel, las comunicaciones 4G para las videollamadas no son tan factibles y, por ello, la música viaja a través de tarjetas de memoria en móviles 2G y conexiones bluetooth, que es como dio a conocer sus grabaciones Mahamadou Souleymane, Mdou Moctar, a finales de la primera década del siglo. De allí, salió en 2010 la primera entrega del recopilatorio con otros músicos de la región “Music From Saharan Cellphones”, referencia que inauguró el sello Sahel Sounds del estadounidense Christopher Kirkley.
Desde entonces, Mdou Moctar ha publicado seis álbumes contando el primero de 2008, “Anar”, que Sahel Sounds editó de forma oficial en 2014. Su lanzamiento internacional fue con el directo en su lugar de nacimiento, “Afelan” (Sahel Sounds, 2013), seguido de la banda sonora para la película de 2015 “Akounak tedalat taha tazoughai” (“El color azul de la lluvia salpicada de un poco de rojo”), la primera cinta hablada en tamasheq de la historia, rodada por Kirkley a modo de docuficción del propio Souleymane, que aparecía montando en bicicleta, como un émulo desértico de Prince. Le siguieron “Sousoume Tamachek” (Sahel Sounds, 2017) e “Ilana. The Creator” (Sahel Sounds, 2019). Este último, su primer álbum de estudio y con banda propiamente dicho, lo catapultó definitivamente como abanderado de la nueva generación de músicos tuaregs, con giras por todo el mundo. Fue el momento escogido para cambiar de discográfica y recalar en Matador, para asegurarse una mayor dimensión y alcance. Este es el cometido de “Afrique Victime” (Matador-Popstock!, 2021), con título expresivo en francés.
Ahora mismo, el verdadero problema en la región de Agadez, más aún que el yihadismo ubicado en Malí, son los atentados de la secta de Boko Haram, que ha atravesado la frontera desde Nigeria, como también lo ha hecho hacia Burkina Faso. “Nuestros pueblos están rodeados de la gente de Boko Haram. Y sabemos bien que es Francia quien está detrás, porque el Sahel posee unas reservas energéticas que podría suministrar al mundo durante 10.000 años. Y tenemos oro. Y una capa freática muy importante, que provoca una guerra del agua desde hace cincuenta años”.
Es verdad que Francia explota a través de Areva las minas de uranio en Arlit para sus centrales nucleares gracias a acuerdos con el gobierno central. Pero ¿cómo se concreta la relación de Francia con Boko Haram?“Francia impone estas escaramuzas para desesperar a la gente, para desanimarlos, para impedirles explotar por sí mismos los recursos mineros… –razona– La mayoría de miembros de Boko Haram son ‘peuls’ (pueblo agrícola por debajo en la escala social). No quiero insultarlos, pero son personas que no han estudiado mucho, sea en escuelas religiosas o en escuelas modernas. Por tanto, es fácil para Francia utilizarlos, lavarles el cerebro y darles armas”.
Se entiende, respecto a las guerras tuaregs de los años 90 y principios de siglo, que ahora ya no es solo un problema de autonomía con el gobierno central de Niamey, sino de los acuerdos de estos regímenes siempre inestables con las grandes multinacionales occidentales, también chinas, de los recursos energéticos que no favorecen acabar con las grandes desigualdades sociales entre la población. Pero hay un interrogante que no puedo dejar de apuntarle a Mdou, sabiendo que Francia tiene desplegada desde 2013 una fuerza militar, primero llamada Serval y poco después Barkhane, para combatir el yihadismo, en primera instancia contra la franquicia de Al Qaeda y ahora del Estado Islámico. Inicialmente, fue a petición del gobierno de Malí porque se temía que los yihadistas llegaran a Bamako desde la zona tuareg del norte que habían ocupado. Su respuesta surge incontinente, como uno de sus acerados riffs de guitarra: “¡Por favor, por favor, por favor! ¡¿Cómo puedo creer en este tipo de mentiras?! ¿Cómo osa Francia decir a la gente que su fuerza armada Barkhane vino al Sahel para matar a los Boko Haram? ¡Es falso! Porque Boko Haram no son profesionales, no son militares que hayan estudiado sobre el terreno. Es Francia quien es profesional en la guerra. Y, si quisiera, los aniquilaría de golpe. La gente de Boko Haram solo circulan en moto. En cambio, Francia posee drones, que ni siquiera necesitan un piloto para elevarse, ver los lugares y bombardear. ¡Y no lo han hecho! ¡Nunca han intervenido! Francia está en el Sahel por sus propios intereses. Se quedarán para expoliar nuestro oro. Tenemos fotos, hemos tomado imágenes. No somos críos. Y la mentira no durará eternamente. Un día se descubrirá”.
Casi en este punto, la conversación se cortó por un momento por un problema de ruido y, a la vuelta, retomamos la entrevista en un tono más musical. Pese a las declaraciones y un inicio de álbum de alta intensidad eléctrica, con “Chismiten” y “Taliat”, luego “Ya habibti” y “Tala tannam” bajan de revoluciones y Mdou Moctar empuña una guitarra acústica. Es algo que contrasta con “Ilama”, que era completamente eléctrico. “‘Ilama’ hablaba del sufrimiento de las mujeres en el desierto, de cómo les falta el agua, la electricidad, internet. Y, al mismo tiempo, se ven obligadas a tener a sus hijos debajo de los árboles porque no disponemos de buenos hospitales… Esta vez, ‘Afrique victime’ ha alcanzado mayores dimensiones. Habla de África entera”. La alternancia en el registro de su último disco también se explica por temáticas diferentes: “Cuando se trata del amor, prefiero hacer canciones que sean un poco más tranquilas. Es algo que debe ser más dulce. Y, cuando se trata de los celos y de la revolución, la música es un poco más rabiosa, mostrando así la cólera”.
Precisamente, dos de los temas tranquilos, el ya citado “Ya habibti” y “Layla”, están inspirados por el padrino de la música ishumar en Níger Abdallah ag Oumbadougou, fallecido en enero del año pasado y que en los años 80 compartió entrenamiento con miembros de los malíes Tinariwen en los campos militares de Gadafi antes de dedicarse completamente a la música. Pero estos dos temas, según nos explica Mdou, ya estaban escritos antes de su desaparición. “Son dos canciones que se parecen un poco a él. Cuando las compuse no sabía que iba a morir y no están pensadas para decirle adiós. ‘Ya habibti’ incluso es anterior al álbum ‘Ilana’”.
En Agadez, Mdou Moctar tiene en Ahmoudou Madassane a su compañero de ruta desde el inicio de su carrera. “He actuado mucho con Ahmoudou y conoce las diferentes escalas con las que toco. A veces, hacemos los arreglos conjuntamente”. Además, Madassane está detrás del primer grupo femenino tuareg, Les Filles de Illighadad. Por su parte, Souleymane Ibrahim se convirtió en fijo de la banda cuando empezaron los conciertos mundiales. “Souleymane es un chico con quien comenzamos a tocar cuando salíamos con los amigos, nos acompañaba a la percusión. Luego, actuamos juntos en las bodas. Y con el tiempo acabó reemplazando a mi primer batería”. En realidad, y se nota de alguna manera en los discos, hay mucha improvisación en este trabajo conjunto que deriva en jams con un vertiginoso viaje de psicodelia y trance que ya quisieran algunos de los grupos de garage actuales.
Y aquí llega otro de los momentos delicados de la entrevista, cuando ya casi estamos terminando porque nos dicen que se nos acaba el tiempo. Si le citamos los nombres que salen en los comunicados de promoción (especialmente Van Halen), Mdou se siente más incómodo y termina por decirnos que quizá la discográfica no estará muy de acuerdo en que hablemos de ello. “Sí, conozco a Jimi Hendrix, pero no a Van Halen… He escuchado un poco a Hendrix y me gusta lo que hacía”, conseguimos arrancarle porque él es zurdo como el de Seattle. Por esta razón, Kirkley de Sahel Sounds le regaló una Fender Strato, ya que, de joven, Mdou no tuvo más remedio que fabricarse una guitarra con cables de bicicleta ante el poco apoyo de su familia.
Eso sí, no podemos obviar, porque forma parte de su generación y porque lo entrevistamos en su momento, preguntarle por cuál es la relación con uno de sus compatriotas, el también guitarrista Bombino. “Nos conocemos desde la infancia. Él es seis años mayor que yo y comenzó antes en la música. Nos vemos en las bodas y tocamos entre amigos. Y me encanta lo que hace”. Quizá esos seis años de diferencia que lo separan de Bombino se noten en detalles como que “Afrique Victime” se ha editado también en una edición especial en móvil. Consiste en un Nokia 6120 equipado con una tarjeta de memoria que contiene el disco. “Es para facilitar la escucha a toda la gente que se encuentra en la sabana. Es un agradecimiento por la forma en que empecé a difundir mi música. Es algo que ha quedado en nuestra memoria”. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.