Vainio, en el ciclo DNIT en CaixaForum de Barcelona, el 29 de abril de 2016. Foto: Óscar García
Vainio, en el ciclo DNIT en CaixaForum de Barcelona, el 29 de abril de 2016. Foto: Óscar García

Fuera de Juego

Mika Vainio, selector de frecuencias

El finlandés Mika Vainio (1963-2017) falleció en Jueves Santo durante sus vacaciones en Francia. Fundador de Panasonic –luego Pan Sonic– y de su sello Sähkö, con una extensísima discografía en solitario a su nombre y bajo diversos alias e incontables colaboraciones, la huella que dejó en la música electrónica del cambio de siglo abarcó un espectro estilístico tan amplio como el rango de frecuencias que gustaba de exprimir.

Rockdelux 361

(Mayo 2017)

En la trayectoria de Mika Vainio se puede resumir la evolución de la música electrónica digamos periférica desde finales de los setenta hasta nuestros días. Del primer interés por los pioneros industriales al techno más cerebral y oblicuo, de las fiestas clandestinas a los festivales y los centros de arte, del hazlo tú mismo a ser reverenciado por sellos de postín; siempre con un interés adyacente por los límites del sonido, del silencio, del volumen y por el efecto que producen en cuerpo y mente.

Nacido en Helsinki en 1963, su adolescencia transcurrió en la vecina Turku. Allí aprendió a tocar la batería y empezó a forjar sus intereses musicales visitando la biblioteca municipal: vanguardias contemporáneas, Kraftwerk, King Crimson, Captain Beefheart, John Coltrane, más la onda expansiva del punk con Devo y la primera generacion industrial. En la sección “Invisible Jukebox” de la revista ‘The Wire’ (abril de 2013) contaba cómo con 17 años pidió en una tienda de electródomésticos que también vendía discos que le dejaran escuchar el primer álbum de Suicide y el dependiente le avisó de que era horrible y de que no le iba a gustar; pero él insistió y el riff de “Ghost Rider” le hizo sentir que “ahí pasaba algo realmente importante”. De los primeros grupos por los que pasó a principios de los ochenta, queda constancia del cuarteto Gagarin Kombinaatti, un trasunto de Einstürzende Neubauten sin cantante, donde las percusiones de barras metálicas y las grabaciones de radio se alternaban con batidos ruidistas, martillo neumático y cajas de ritmos distorsionadas. Publicaron varias casetes en tiradas que no llegaban al centenar, y el año pasado Vainio rescató una representativa selección en el doble elepé “83-85” (Puu, 2016).

El reggae –cómo no recordar aquella sesión con un solo plato en el Sónar de 1998–, el hip hop y finalmente el acid house entraron en la ecuación y Mika empezó a ejercer de DJ y a organizar pequeñas raves a finales de los ochenta dentro del colectivo Hyperdelic Housers, donde coincidió con Ilpo Väisänen y Tommi Grönlund. Con Ilpo también militó en el grupo artístico accionista Ultra 3, de quienes se recuerda su encierro durante diez horas sin comida ni bebida en una pequeña sala reproduciendo a 125 decibelios (algo así como estar dentro de la turbina de un avión en el momento del despegue) un zumbido de bajas frecuencias en el límite del rango audible. Paralelamente, Vainio se unió a Pertti Grönholm en el dúo Corporate 09 y grabaron el maxi “In Joy We Trust” (Dojo, 1991) y el álbum “Mindprobe” (Dojo, 1991): EBM ciberdélica de escaso recorrido que se considera germen de la escena de baile finlandesa.

Mika Vainio, leyenda del ruido. Foto: Joséphine Michel
Mika Vainio, leyenda del ruido. Foto: Joséphine Michel
Ultra 3 pasaron a denominarse Sine-Ø, y de ahí salió el nombre del primer proyecto en solitario de Mika Vainio, Ø, alrededor del cual fundó en 1993 el sello Sähkö Recordings junto con Tommi Grönlund. A Vainio se debe también la austera imaginería alrededor de la gráfica de una sinusoide. Los primeros maxis de Ø, “Röntgen” (Sähkö, 1993) y “Kvantti” (Sähkö, 1993), retuercen sonidos ácidos, secuencias EBM y el incipiente minimal techno para un resultado no estrictamente bailable. Es el mismo año de las primeras referencias de Basic Channel y Plastikman, con quienes se advierten paralelismos en las sonoridades polvorientas de unos y la sequedad rítmica del otro. También son de 1993 su colaboración con Jaako Salovaara como Orchestra Guacamole, que flirtea con el deep house; el techno-jazz de Undeground Resistance, y el estreno de su otro alter ego, Philus, cuyo maxi “pH” (Sähkö) muestra una apuesta más acelerada, obsesiva y decididamente acid. Él definía a Philus como su proyecto “médico”, inspirado por el proceso de esterilización que tiene lugar antes y después de cada jornada de trabajo en una empresa farmacéutica. Su único album, “Tetra” (Sähkö, 1998), explora esa asepsia con tonos puros, amplios intervalos silenciosos y loops sincopados.

Al año siguiente publica el primer álbum de Ø, “Metri” (Sähkö, 1994), y debutan Panasonic con el “Panasonic EP” (Sähkö, 1994). Ambos incluyen versiones distintas de la pulsante y minimal “Muuntaja”. Fundado junto con el ya citado Ilpo Väisänen y Sami Salo –que ya había grabado para Sähkö como Hertsi y abandonaría el grupo tras su primer álbum–, Panasonic fue un pilar básico de la electrónica del momento. Fichados por Blast First, subsello de Mute, después de que su fundador, Paul Smith, los viera actuar en Londres, la trilogía formada por “Vakio” (Blast First, 1995), “Kulma” (Blast First, 1997) y –ya obligados a cambiar de nombre por la compañía tecnológica japonesa– “A” (Blast First, 1999) es un compendio único donde confluyen las capas rítmicas del intelligent techno con crepitaciones dub, los pulsos tonales de los talleres sonoros televisivos, las síncopas del techno británico de Cristian Vogel o Neil Landstrumm y la geometría minimal precursora de Raster-Noton con un personalísimo poso industrial que acabará imponiéndose con el tiempo.

Dado que por entonces Suicide también publicaban en Blast First, Smith los puso en contacto y acabaron en Nueva York para grabar su primer álbum con Alan Vega, “Endless” (Blast First, 1998), firmado como Vainio / Väisänen / Vega. Contaba Mika que se conocieron directamente en el estudio de grabación; Vega apareció con su libreta de textos y apenas hubo segundas tomas. En 2005 repetirían experiencia con similares resultados en el más musical “Resurrection River”, firmado por VVV para el sello Mego. La conexión Suicide no acabaría ahí: en el año 2000 Martin Rev editó un álbum en solitario, “Strangeworld”, con Puu, subsello de Sähkö.

En su trayectoria se puede resumir la evolución de la música electrónica periférica desde finales de los setenta hasta nuestros días
Después de aquella tripleta histórica, Pan Sonic siguió alimentando una discografía más aventurera si cabe hasta su despedida con “Gravitoni” (Blast First Petite, 2010), más el apéndice de “Atomin Paluu. A Film Soundtrack” (Blast First Petite, 2016) con material inédito de archivo. Quizá conscientes de que el foco mediático ya miraba para otro sitio y de que ellos corrían el peligro de quedarse como un bonito adorno en los carteles de los festivales avanzados, “Kesto (234.48:4)” (Blast First, 2004) supuso un torrencial golpe en la mesa: cuatro CDs con homenajes confesos a Bruce Gilbert, Throbbing Gristle, Suicide, Keiji Hano, Alvin Lucier y Charlemagne Palestine –este con toda una preciosa obra ambiental de más de una hora–, de una creatividad desbocada. El áspero “Katodivaihe/Cathodephase” (Blast First Petite, 2007), con distorsiones, giros industriales y el violonchelo de Hildur Gudnadóttir como contrapunto, también es una obra que merece revisitarse, así como sus colaboraciones con Palestine, Haino, John Duncan o el terrible Merzbow.

Con su primer álbum firmado con nombre y apellido, “Onko” (1997), Vainio inició una relación con el sello Touch que solo la fatalidad ha truncado. Discos sin cortapisas formales que han ido evolucionando desde el anti-ambient de las primeras entregas hasta el contraste silencio inquietante-ruidismo intenso de sus últimos trabajos junto con Joachim Nordwall, o “Halfway To White” (2015), primer volumen de la serie de libros Touch Folio en la que su no-música ilustraba las fotos de Joséphine Michel. Al mismo tiempo, también ha dejado un reguero de grabaciones reseñables en sellos como Raster-Noton, iDEAL, Mego, Staalplaat, Important, Cheap, Pan o Audiosphere; colaboraciones con Sean Booth (Autechre), Christian Fennesz, Pita, Alva Noto, Chicks On Speed, Kevin Drumm y Franck Vigroux; remezclas para Björk o Depeche Mode, y ha participado en bandas como el Vladislav Delay Quartet o colectivos como el Rancho Relaxo Allstars de Abe Duque, para cuyo sello Tension Records grabó dos maxis de techno y space disco como Tekonivel.

La intensidad sonora envolvente por asalto es la que ha practicado también en unos directos sin concesiones en los que prima el volumen atronador. En su web todavía se puede leer el rider donde pide un buen equipo de sonido con subwoofers potentes que bajen de los veinte herzios (cuando ya no se oye y solo se siente), oscuridad sin visuales y no tocar después de las doce de la noche. Se mantuvo fiel en evitar, hasta el último momento, el trabajar con ordenador tanto en directo como en el estudio. Incluso su página de Facebook la mantenían sus fans. Ahí nos enteramos la tarde del 13 de abril de 2017 de que había muerto en un accidente durante sus vacaciones en Francia. En febrero había cancelado conciertos por problemas de salud. No vale la pena especular. Si acaso, lamentarse de todo el ruido que podría seguir montando. ∎

Cuatro por cuatro

Ø
“Metri”
(Shäkö, 1994)

El primer álbum de Ø lleva el discurso minimal a donde no alcanzan Plastikman o Robert Hood: apenas dos-tres elementos, un grave metronómico que no llega a bombo, un goteo rímico, una oscilación aquí y allá. El baile es lo de menos y solo aparece a mitad del recorrido con la detroitiana “Lasi”, que bien podría firmar Juan Atkins. A partir de ahí, Vainio propone una ristra de piezas de inmersión sonora (“Radio”, “Kenttä”) que exigen (mucha) atención.

PAN SONIC
“A”
(Blast First, 1999)

El mismo ingenio para titularlo con la letra que deciden restar al nombre ante el acoso del gigante tecnológico lo aplican en soluciones de intrigante belleza y atmósferas inquietantes. El colofón de la gloriosa trilogía retuerce un poco más el discurso, saliéndose del marco de la superposición rítmica “autechriana” y el techno palpitante de Mille Plateaux, para volcarse en sonoridades pulsantes, crepitaciones y murmullos elusivos que dan paso a batidos industriales, clics, cuts y crescendos subyugantes.

MIKA VAINIO
“Aíneen Musta Puhelin / Black Telephone Of Matter”
(Touch, 2009)

Si no es apacible no puede ser ambient. Tampoco es que sea una obra agresiva. Vainio nunca dejó de explorar las posibilidades del sonido y el efecto palpable que produce: electricidad estática, grabaciones de campo, osciladores, acoples, la sensacion de espacio abierto o cerrado que producen ciertas frecuencias ventosas. Alguien definió este disco como “una instalación privada de paisajes sonoros en tu cabeza”. Siempre y cuando no te la vuele.

MIKA VAINIO
“Kilo”
(Blast First Petite, 2013)

Como su también apreciable colaboracion de 2015 con Franck Vigroux, “Peau froide, léger soleil” (Cosmo Rhythmatic), “Kilo” representa el lado más visceral y abrasivo de Vainio. Con ritmos trompicados que se acercan al doom metal, atmósferas de terror gótico, el presunto uso de guitarras y borbotones de distorsión, es su vena más industrial y la que más se acerca al rock con ese guiño sin riffs a Suicide (“Docks”). ∎

Contenidos relacionados

Sintonizando a… Miguel Ángel Martín

Dibujante
PLAYLISTS / Por Rockdelux → 20.07.2023

Miguel Ángel Martín: “Nunca quise ser transgresor”

ENTREVISTAS / Por Alex Serrano → 20.07.2023

Mika Vainio

Last Live
ÁLBUMES / Por Juan Cervera → 22.01.2021

Contenido exclusivo

Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.

Inicia sesión