Siempre ha habido fiestas domésticas. La casa llena de humo, alguna cómoda manchada de blanco, el olor a hierba que viene de la cocina, la típica copa que estalla contra el suelo del salón. La vecina que “qué vergüenza”; la policía llamando al telefonillo. Tus colegas peleándose por hacer de DJ; la dueña del piso: “troncos, que si podéis bajar la música”. Siempre ha habido fiestas domésticas, sí, pero nunca habíamos tenido la cama tan cerca del club como durante el confinamiento. Todo se confundió durante esos tres meses que ahora parecen un mundo. Y quizá de esa confusión, entre otras muchísimas cosas –como la hiperactividad del mundo digital y la inmersión forzada en él por la pandemia o la ruptura de los límites estilísticos–, han surgido y evolucionado proyectos tan claramente inclasificables como el de Ralphie Choo.
El madrileño, de nombre real Juan Casado, empezó lanzando singles soleados y melancólicos a finales de 2019, poco antes del comienzo de la pandemia. En aquel momento era fácil adscribirle a lo que entendemos por bedroom pop, esa mezcla de lo-fi y pop sintético que podríamos relacionar con Mac DeMarco o con Yellow Days. Unas inclinaciones que irían desarrollándose durante 2020, dejando canciones interesantes como “Do meu coraçao”, en la que se atreve con un ritmo de bossa, o un rework arriesgado y casi abstracto del “Yo x ti, tu x mí”, de Rosalía y Ozuna. Mientras tanto, iba experimentando en su dormitorio con la electrónica, con la idea de club mental, y podemos rastrear ese aprendizaje en bocetos como “Resaca” o, sobre todo, en la canción que le sitúa en el mapa del underground nacional. Es rusowsky, amigo e ideólogo de rusia-idk, el que le ofrece un sitio en el seductor deep house de baja fidelidad “Dolores”. Y los dos repetirán poco después en la más animada “Hugo Gloss” junto a D3llano, productor vinculado a la esfera del sello.
Discípulo devoto de Frank Ocean y de James Blake –también de Dellafuente–, de su visión entre estética y emocional del procesamiento vocal y de su convicción sincera en las posibilidades expresivas de la música electrónica sobre la canción pop, se sumergía en las profundidades del R&B con ánimo explorador y siempre con su aproximación lo-fi en canciones como “interludio” –su colaboración con Chill Chicos– o “Copito de Nieve”, su aportación al recopilatorio “Villancicos Vol. III” publicado por Jeanne d’Arc en diciembre de 2020. Sin embargo, el primer punto de inflexión en la corta pero apabullante carrera de Ralphie Choo lo encontramos tras el lanzamiento, sobre la bocina del 2020, de “lamento de una supernova”. Seguía la línea que había abierto poco antes C. Tangana con “Tú me dejaste de querer”, pero iba un poco más allá explorando las conexiones de la rumba con el breakbeat y se acercaba en algún momento a la vertiente experimental de Rosalía.
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