Por Luis Lapuente→
18. 10. 2024
No fue la primera, ni tampoco la última. Lauryn Hill se limitó a beber de las tradiciones musicales negras del siglo XX, desde el jazz hasta el reggae, desde el blues hasta el hip hop, desde los ritmos afrolatinos hasta el soul profundo y el góspel. Donny Hathaway, Curtis Mayfield, Bill Withers o Stevie Wonder fueron sus profetas, lo mismo que Prince o el Santana más apegado al blues y el funk. Con todos ellos estableció vasos comunicantes que habrían de germinar luego en trabajos seminales de coetáneos y contemporáneos suyos, como D’Angelo, Raphael Saadiq, Maxwell, Beyoncé, Macy Gray o Erykah Badu.
No todos caben en esta apretada selección, que también se detiene en estilistas del R&B urbano como Mary J. Blige o Mariah Carey, además de la propia Aretha Franklin, cuyo “A Rose Is Still A Rose”, uno de los últimos mayores éxitos de Lady Soul, fue coescrito y producido por Lauryn Hill, que también interviene en las voces. La propia Lauryn aparece en esta lista con una de sus escasas apariciones discográficas en el siglo XXI, el álbum de homenaje a Nina Simone –“Nina Revisited… A Tribute To Nina Simone” (2015)– donde interpretó seis de las dieciséis canciones.
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