Promesas cumplidas.
Promesas cumplidas.

Concierto

TOMORROW X TOGETHER, la promesa de una juventud eterna

TOMORROW X TOGETHER, o TXT, han sabido consolidarse como mucho más que los herederos naturales de BTS. Con una identidad propia, cimentada en un storytelling hiperrealista y una conexión genuina con sus fans, el quinteto surcoreano ha convertido sus conciertos en experiencias inmersivas que trascienden lo musical. Anoche, a su paso por Barcelona con la gira “ACT: PROMISE”, reafirmaron su papel como arquitectos de la nostalgia, atrapando en su universo a miles de seguidores dispuestos a soñar junto a ellos.

21. 03. 2025

Si es la primera vez que oyes hablar de TOMORROW X TOGETHER –y, de verdad, no te culpamos–, la manera más sencilla de entender su impacto es asumir que, en muchos sentidos, son los legítimos herederos de BTS. No solo del k-pop, sino del mainstream global en general. La comparación es inevitable, incluso algo perezosa, pues ambos grupos provienen de la misma cantera –HYBE– y han redefinido el alcance internacional del género. Sin embargo, TXT han trazado su propio camino, fusionando un storytelling hiperrealista con una habilidad innata para capturar el torbellino emocional que supone ser joven. Desde su debut en 2019, han emergido como fuerza cultural, escalando posiciones en las listas de ventas, encabezando el festival Lollapalooza original y cultivando una ferviente base de fans repartida por todo el mundo.

Anoche, en el Palau Sant Jordi de Barcelona, la expectación ante su primera gira europea no se medía tanto en números –la pista lucía algo desangelada, aunque las gradas no tanto– como en decibelios. Los shows de TXT han adquirido fama de ser más que simples conciertos: se sienten como experiencias cinematográficas e inmersivas. Si en trabajos anteriores exploraron la euforia juvenil y la angustia existencial, con la gira “ACT: PROMISE” se sumergen en la incertidumbre del futuro.

Yeonjun y Soobin: juntos.
Yeonjun y Soobin: juntos.

Desde la previa hasta el primer acto, el espectáculo es una oportunidad para empaparse de la mitología de TXT, el grupo de cuarta generación del k-pop que mejor ha comprendido que los conciertos no solo son eventos musicales, sino relatos por desentrañar, puertas a un mundo onírico meticulosamente construido en los últimos cinco años. Un universo que transita desde la idealización de la juventud peterpanesca hasta aventuras intergalácticas con un score épico digno de Hans Zimmer. Las primeras visuales hacen guiños a “El principito”, anclando la narrativa de la gira con un mensaje clave: “¿Te acuerdas de la promesa que hicimos al final del mundo?”. Mucho del magnetismo de TXT radica en la simbiosis que han creado con su base de fans, MOA (acrónimo de Moments Of Alwaysness), una comunidad que convierte los sueños de la banda y los suyos en uno solo.

Tras las tres primeras canciones, el quinteto se presenta al público con un discurso de diez minutos –con intérprete incluido– en el que no dejan de recalcar las ganas que tenían de ver a sus fans, lo bonitas que son Barcelona, la Sagrada Familia y el Parc Güell y, de forma un tanto inesperada, su entusiasmo por la serie “La casa de papel” (???). A lo largo del show, estos parlamentos se repiten con frecuencia, y parece que sus seguidores disfrutan tanto oyéndolos hablar como viéndolos cantar en las tres horas que dura este mastodóntico espectáculo que, por momentos, consigue la proeza de sentirse genuinamente íntimo.

La puesta en escena está repleta de momentazos, como el guiño a la plataforma 9 ¾ de Harry Potter en “Deja Vu”, donde los cinco aparecen con esmóquines impecables frente a una estación de tren congelada en el tiempo a las 9:45, proyectada en pantallas LED inmensas. El inicio del concierto se estructura como una inmersión en la tentación, un sueño febril del que varios miles de adolescentes y posadolescentes (ojo a la hora de arranque: 19:30) no quieren despertar. “Devil By The Window” es puro magnetismo sensual, un baile hipnótico entre el deseo y el peligro.

Coreografías animadas de k-pop expansivo.
Coreografías animadas de k-pop expansivo.

Más adelante, con “Sugar Rush Ride”, los miembros de TXT cambian de vestuario y aparecen con batas tradicionales hanbok y enormes abanicos florales para ejecutar danzas buchaechum, una visualización efímera de la belleza y la inocencia al borde de la corrupción. Sobre el escenario, la banda alterna tanto los cambios de ropa –rápidamente pasan a pantalones anchos, cadenas y chaquetas varsity– como de registro musical. Si “Devil By The Window” remite a los Depeche Mode más lascivos y oscuros, “Good Boy Gone Bad” estalla con furia pop punk y, justo antes de los bises, “I’ll See You There Tomorrow” es puro rapto de bola de espejos. Y eso que en esta manga de la gira se han dejado el cuasi shoegaze del melocotonazo “Ghosting”, demostrando que tampoco tienen miedo a lo alternativo y lo-fi. En el otro extremo del espectro, aparecen momentos inesperadamente contemplativos que se sienten como una sesión de espiritismo para invocar a los jóvenes perdidos, dejando el pabellón en estado de asombro. Es un amargo despertar: la fantasía no durará para siempre, la crisis de los veintitantos acecha, la infancia se desvanece y no queda más remedio que llorar su final.

TXT son maestros en la manufactura de estos momentos de juventud inmortalizados en melodía y movimiento. Arquitectos de la nostalgia, convierten lo efímero en eterno y refuerzan una y otra vez la promesa que hacen a sus fans: no importa cuán dura sea la caída, esa sensación de plenitud compartida es una droga demasiado adictiva como para dejarla atrás. ∎

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