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Firma invitada / El sombrero de hélice (≠ Las elipsis de mis discos durante 20 años ≠)

Episodio 3: Crack

Por Remate

22. 11. 2022

No todo en la vida puede ser “Chitty Chitty Bang Bang” ni “Mary Poppins”, me temo. Tampoco “mis memorias”, puesto que estas son de alguna manera lo que ves por la ventana mientras conduces por la carretera, y muchas veces, aunque estés escuchando “Chim Chim Cher-ee”, en el arcén hay animales muertos.

Ayer vinieron a comer varios amigos, unos de toda la vida, y otros, fotógrafos, de hace poco. Han hecho la foto de la portada de mi nuevo disco; que realmente la ha hecho mi artista favorito. Solo que cuando se la pedí, al poco tiempo me dijo:

Ya la tengo, pero no es digital, sino que te he pintado un óleo.

Es alucinante. Belleza pura. (Los fotógrafos han hecho, por tanto, una foto perfecta del óleo).
Fabada, queso Gamonedo, vino, tarta de manzana. Los fotógrafos, una pareja argentino-belga, no sabían lo que era la fabada, luego fue un día especial. Sentí un poco de presión, cierto, lo admito, pero, sinceramente, estaba espectacular. Aparte hablamos de chorradas: influencers. Contaron que una muy famosa estuvo en nuestro pueblo y dejó los churros con chocolate desparramados en un banco, después de hacerse cincuenta selfis. Uno de los amigos vio toda la secuencia y contaba que, efectivamente, fue patética. Hasta hizo una foto exclusiva de los churros. Pero le dio apuro. “La chica tiene millones de seguidores, pero probablemente unos miles sean ‘haters’ que la siguen solo para decir luego barbaridades”. Estoy de acuerdo. Por ejemplo, les conté que, cuando salí en ‘Buenafuente’ hace años y toqué una canción, unas horas después en las redes sociales me amenazaron de muerte. Así de inexplicable. Ese tiempo efímero de cierta “exposición mediática”, por encima de mi cosmos habitual, fue una auténtica locura. Y una pena porque en ese programa lo pasé muy bien. Me acuerdo de que nos asustamos un poco, Anita y yo (ya teníamos a nuestros hijos, fue solo hace seis años). Llamé a la productora del programa y se lo conté. Ella me tranquilizó, me explicó que Buenafuente todos los días recibía ese tipo de mensajes en las redes sociales, todos-los-días. Aparte tenía fans y comentarios buenos todos los días (yo también los tuve, claro). Me vino a decir que la cosa es así. Si sales en la tele, incluso si no es algo descomunal de audiencia, estas cosas pasan. No era la primera vez que salía en la tele, pero sí creo que fue la primera con redes sociales, o al menos como las sufrimos hoy.

Con “Superluv” (2011), por ejemplo, salí varias veces en la TV porque les hizo gracia la idea del LUV, Wikipedia y tal. Justo hace dos años por estas fechas murió LD Beghtol. Y hace nueve años murió también Jim Bentley, con quien LD y yo grabamos el disco en el verano de 2010, en su estudio Fort Brooklyn. Pienso muchas veces en ellos. Lo de Jim nunca jamás lo había contado hasta ahora. Me hice bastante amigo de él ese verano. Ahora, mucho tiempo después de esa grabación, puedo reconocer que fueron unas semanas muy complicadas. Aprendí mucho y fue sensacional en lo artístico, y en lo personal incluso, pero también muy complejo. Una verdadera prueba. El carácter y la personalidad de LD era y siempre fue difícil, aunque yo era un privilegiado porque a él le fascinaba todo lo mío y se desvivió para hacer con mis canciones y su trama un gran disco, en sus palabras. A esto, a su idea del arte maravillosa y también enloquecida, había que sumar los problemas de Jim, que no eran ni pocos ni anecdóticos. Todos los días subía un colega a proporcionarle crack. El colega daba bastante miedo, aunque también me terminé haciendo “amigo” (tengo facilidad, aunque en este caso las comillas son muy necesarias). A veces el tipo no subía porque ya estaba allí cuando yo llegaba (a las once de la mañana), porque se había quedado a dormir. El estudio tenía una parte de sala y control y etc., lo típico de los estudios, cuidada y muy estimulante. Y otra, la de cocina y sofás (donde luego me enteré que vivía Jim, y también a veces pernoctaba el camello), que daba bastante miedo: era casi imposible moverse entre restos de comida, bebida y asuntos varios por el suelo y por las paredes y muebles. Probablemente habría que haberlo limpiado con una escafandra. En esa parte del estudio lo encontraron. Recuerdo bien cómo me reí con él muchos días durante la grabación, cómo le gustaban mis canciones y cuántas veces me dijo lo alegre que le ponía mi rollo. Yo fui, paradójicamente, un nexo entre él y LD, su amigo. Se conocían de hacía muchos años y obviamente fue LD quien quiso que el ingeniero del disco fuera Jim. Solo que LD se desesperaba con el tema de Jim (que no se quitó las gafas de sol en toda la grabación, cosa con la que yo bromeaba por quitarle gravedad al asunto obvio y tremendo, y muchas veces nos reímos los tres juntos, pero todos sabíamos que no era gracioso). ∎

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