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Firma invitada / El sombrero de hélice (≠ Las elipsis de mis discos durante 20 años ≠)

Episodio 6: Aute y el tuétano

Por Remate

30. 05. 2023

O

jos gigantes. Miradas fijas enfrentadas. Bocas en primer plano, y sus lenguas. Cuerpos desnudos desproporcionados. Personas aladas sobre cielos marítimos.

Hace mucho, veinte años aproximadamente, estaba en el estudio de Luis Eduardo Aute, mi tío (abuelo). No era la primera vez que iba. Sería quizá la tercera. Su refugio estaba en su propia casa en la calle Jorge Juan en Madrid. Una de esas casas antiguas e inauditas de Madrid en la que tenías más la sensación de vivir en la sierra que en la metrópoli, más que en donde realmente estaba, muy arriba del barrio de Salamanca, donde ese distrito muta en un cosmos bien diferente al resto de su vecindario.

Los cuadros estaban por todos lados. Apilados, apoyados en la pared y en escorzos imposibles. También había alguna guitarra y un equipo de música muy sencillo, con algún micrófono y cables, suficiente para grabar maquetas. Aute era muy simpático y cariñoso. Lo de que yo fuera su “sobrino” le gustaba y así me llamaba. Fue amigo de mi abuelo, además de primos, y de hecho un cuadro suyo forma parte de mis recuerdos de toda la vida porque siempre estuvo en el salón de mis abuelos. Lo heredé hace poco y lo tengo en mi salón. Todos los días lo miro y me vienen a la memoria mil historias bonitas. Ese cuadro se lo regaló Aute a mi abuelo en 1967. Mi abuelo era director de casting y ayudante de dirección en películas de Samuel Bronston, esas superproducciones elefantiásicas que se rodaron en España (“55 días en Pekín”, “Rey de reyes”…), y le contrató muchas veces como figurante porque era “muy guapo y cumplidor”. Recuerdo las palabras.

Su vocación era la de pintor, desde siempre y hasta el final; lo de la música fue un poco “de rebote”, decía él. Paradójicamente, o no, fue la canción (“el más supremo de los géneros de la música”, me dijo) lo que le dio éxito. Ese día fue especial, y enlaza directamente con la última vez que hablé con él. Aunque eso entonces no lo sabía: me dijo que le había gustado mucho mi disco, “Ballads Don’t Change Things” (2004). Se lo había escuchado concienzudamente y lo había “conmovido”. Me habló de sus discos bilingües, que quizá me gustaran. Me puso una canción suya bocetada, solo guitarra-voz, más un ritmo sencillísimo, bombo-caja o similar, más para tener un metrónomo que un arreglo en sí. Me gustó mucho. (Luego cuando ese disco se publicó y esa canción estaba “producida” no me gustó; muy habitual en los discos de cantautores de esa generación: son mejores sus grabaciones caseras que las dirigidas por productores de dudoso gusto).

Me impactó mucho que le gustara mi disco.

Me invitó a un concierto que tenía ese mismo día o el siguiente, en un teatro. Concierto al que fui, y estuvimos sentados, Anita y yo, en la misma mesa de invitados que Pedro J. y Agatha Ruiz de la Prada. Él se reía desencajado de cada una de las anécdotas que contaba Aute. Mientras la música sucedía, sin embargo, parecía desconcentrarse. En ese concierto fue la primera vez que hablé con Nacho Vegas. Estábamos preparando una pequeña gira juntos y la banda PAL (mis amigos). Aún no habíamos ensayado ni nada, pero nos habíamos visto quizá una o dos veces antes, y ese día coincidimos en un bar de al lado. También estaba Gonzalo de Pedro, cineasta, amigo de Gorka. Lo pasamos muy bien.

Unos días más tarde me llamó el hermano de Aute. Superamable también, me ofreció ayuda. Él era entonces el “mánager” de su hermano, y llevaba también a artistas como Bebe. Se lo agradecí, pero en ese momento lo vi muy alejado de mi mundo. Él lo entendió perfectamente, pero me dijo que para cualquier cosa estaba ahí. Nunca los llamé, pero no por nada sino porque pensé que era más divertido ir por libre.

El círculo se cerró muchos años después, en 2016, el 21 de junio. Sé exactamente el día porque tengo el mail, lo acabo de buscar en mi Hotmail: “Giraluna” he puesto en el buscador porque esa era su dirección electrónica. Me escribió acerca de mi disco “Cabello de ángel, tocino de cielo” (2016).

He escuchado el disco, me ha gustado muchísimo, puro y duro disco “confesional”, autorretrato sin contemplaciones. En cuanto a “Reparto”, qué decirte, eso de ponerme junto al Che me ha conmovido hasta el tuétano…

PD: Obviamente sabes muy bien que el Che era un “de la Serna” de la familia… Te agradecería mucho me enviaras las letras. Bellísimo trabajo querido “sobrino”.

Por primera vez sí le propuse que, si fuera oportuno, me encantaría telonearle en algunos conciertos. Le encantó la idea y quedamos en eso. Al poco tiempo sufrió un infarto.

PD: Siempre nos gustó mucho, a mi abuelo, a mi hermano y a mí, quizá también a mi hermana, tomar tuétano con pan. Probablemente a Aute también. Cosas de familia. ∎

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