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Kevin Rowland, muy suyo. Foto: Alfredo Arias
Kevin Rowland, muy suyo. Foto: Alfredo Arias

Concierto

Dexys, canciones por encima de todo

Con nuevo disco bajo el brazo –“The Feminine Divine”, publicado este año– y ganas de volver a conectar con sus fans, Kevin Rowland y los suyos ofrecieron anoche en el Teatro Barceló de Madrid –solo esta fecha en España– un concierto tan estrambótico como emocionante. Si la intención era que nadie se quedara indiferente, dicha misión fue más que cumplida.

19. 10. 2023

Hay que tener las cosas muy claras para liderar un grupo cuyo último éxito se remonta a casi cuatro décadas y tocar tu nuevo álbum de principio a fin ante unos espectadores ávidos de escuchar sus viejas canciones favoritas. Efectivamente, Kevin Rowland, líder de Dexys, la versión contemporánea de Dexys Midnight Runners, siempre ha tenido las cosas claras y muy pocas ganas de hacer lo que de él se ha esperado. Es parte de su carisma y personalidad, aunque en ocasiones eso provoque la incomprensión generalizada.

Sucedió en su concierto de anoche en Madrid, en un Teatro Barceló con muy buen aspecto –no lleno, eso sí– para recibir a la banda británica. Ataviado con falda, camiseta de rayas, torera azul y gorrito marinero, como una especie de Jean-Paul Gaultier, explicó que la actuación estaría dividida en dos partes. La primera sería íntegra para “The Feminine Divine” (2023), su estimable nuevo álbum. Tras un intermedio, tocarían canciones antiguas. A su lado, Sean Read (saxofón, voces, teclado), Alistair Whyte (trombón), Mike Timothy (teclado), Claudia Chopek (violín y voz) y Tim Weller (batería).

De manera algo inevitable, las nuevas canciones fueron acogidas con cierta frialdad por el público. Algunos chascarrillos de Rowland sobre el ruido provocado por la charleta de la gente provocaron desconcierto, así como unos chistes privados entre los miembros de la banda que no conectaron con el respetable. El sonido, en todo caso, era correcto (definido y sólido, aunque sin demasiada presión), así como la voz del británico y unas canciones que en este reciente elepé mantienen el nivel. Con todo, escenas como el baile al estilo rapero de Sean Read o el teatrillo entre Claudia Chopek y Rowland originaron momentos incomodísimos. De esos de no querer mirar, de desear que acabe.

“The Feminine Divine” gira en torno a la mujer y tiene un componente narrativo y teatral, pero la traslación al directo es complicada. En el intermedio, bastantes conversaciones sobre lo que se acababa de ver, con sensación de sorpresa y desbarajuste generalizado. No es la primera vez que a Rowland le sucede algo así y cabe pensar que es algo que disfruta y de lo que es consciente. A tenor de decisiones como aquel regreso a la actividad musical en 1999, tras años de problemas financieros y adicción, con “My Beauty”, una suerte de suicidio comercial autoparódico, parece que es feliz en esa línea entre lo sublime y lo ridículo.

Conversaciones anticlímax. Foto: Alfredo Arias
Conversaciones anticlímax. Foto: Alfredo Arias

Tras el parón –comprensible en un señor de 70 años, pero bajonero igualmente– se inició una segunda parte del bolo en la que todo fue un poco más sencillo. Las canciones antiguas conectaron de inmediato con el respetable, ávido de pasarlo bien y de demostrar su cariño a Rowland. El vocalista inició este segmento cantando desde el primer piso de la sala. Con “All In All (This One Last Wild Waltz)” y “Until I Believe In My Soul” el público estaba ya metidísimo. “Free”, del estupendo e infravalorado disco “One Day I’m Going To Soar” (2012), funcionó muy bien hasta que, vuelta a las andadas, Kevin y Sean Read se enfrascaron en un eterno diálogo sobre el escenario al hilo de la libertad y temas así. A medio camino entre la broma y lo serio, lo cierto es que un combo con semejante cancionero no necesita este tipo de historias. Se dejaron en el tintero algunos temas clásicos que, si hubieran hablado menos, habrían cabido en el set. Todos habríamos salido ganando. La inevitable “Come On Eileen” fue coreada, pero también tuvo un toque de karaoke decadente.

Lo mejor del show, con diferencia, fue el bis. “Geno” y “Jackie Wilson Said (I’m In Heaven When You Smile)” son infalibles. No solo eso: fueron ejecutadas con pasión y rigor. Sin bailes ni teatros extemporáneos. Dejando que la fuerza de las canciones hable por sí sola. Tocando con emoción, como debe ser. Al final, Kevin y los demás estaban genuinamente felices. El público, también. Así, se marcaron “Tell Me When My Light Turns Green” –qué maravilla de disco es “Searching For The Young Soul Rebels” (1980)– y “Carrickfergus”, canción tradicional irlandesa que ya incluyeron en “Let The Record Show: Dexys Do Irish And Country Soul” (2016). La historia de un minero que vuelve a casa para morir fue cantada realmente bien por Rowland, con sentimientos genuinos a flor de piel. Dejando el mejor sabor de boca posible pero también evidenciando que el concierto pudo ser mucho mejor de lo que fue. ∎

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