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Por Andrea G. Bermejo→
21. 04. 2022
“Llegar a ser. Frase verbal que siempre me había obsesionado, pero en la que reparé por primera vez en esa circunstancia. Yo quería llegar a ser (…) Había querido llegar a ser algo solo porque temía que Lila llegara a ser a saber quién, dejándome a mí atrás”. Por fin, en la tercera temporada de “La amiga estupenda” (2018-), escuchamos a la narradora –la voz melosa de Alba Rohrwacher– pronunciar estas palabras que son la esencia de las novelas de Elena Ferrante.
En “Las deudas del cuerpo”, así se subtitula esta temporada, Lenú ya ha llegado a ser. Estos ocho episodios recorren su ascenso en la sociedad florentina de la mano de los Ariota, con cuyo vástago se desposa huyendo del Rione. Sin embargo, Lila, con muchos menos recursos que ella, siempre parece ir un paso por delante. Son los años 70, años de revolución, y la serie no desaprovecha la ocasión para criticar esos círculos comunistas que defendían la lucha obrera cuando realmente eran señoritos de buenas familias.
Puede que la dirección de Daniele Luchetti se torne más convencional –quién lo hubiese dicho habiendo visto su estupendo y reciente filme “Lazos” (2020)– que la del creador de la serie, Saverio Costanzo. Y que, a ratos, los protagonistas parezcan demasiado aniñados para el largo período de sus vidas que retrata esta entrega.
Sin embargo, la música de Max Richter, tan pegadiza y emocionante como la prosa de Ferrante, nos arrastra a lo largo de estos años que recorren la amistad de Lila y Lenú y de la historia de Italia en los Años de Plomo: manifestaciones, terrorismo o la lucha feminista sirven de marco para contarnos la frustrante maternidad de Lenú, su vuelta a la escritura, la astucia de Lila al asociarse de nuevo con los peligrosos Solara o el inevitable regreso de Nino Serratore.
Sin duda, esos episodios son lo mejor de la temporada. Lo eran en la novela de Ferrante y lo son en la fiel adaptación de HBO Max. Tiene sentido que sea en la época de la liberación de la mujer cuando Lenú, reprimida desde la infancia, caiga definitivamente rendida ante Nino. Pero sin duda es el magnetismo de este personaje –interpretado por Francesco Serpico, una decisión inmejorable de casting– lo que contribuye a dejarnos pegados a la pantalla.
Como pasaba con las novelas, cada vez que termina una temporada de “La amiga estupenda” nos entra la urgencia de ver la siguiente. En esta ocasión, Luchetti se asegura que así sea con ese final elegantísimo y tan sorprendente en el baño de un avión. Esa doble imagen frente al espejo, la quintaesencia del llegar a ser, es el mejor anticipo que nos podrían dar. ∎
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