Álbum

Kreidler

Spells And DaubsBureau B-Gran Sol, 2022

24. 02. 2022

Desde su formación a mediados de los años 90, Kreidler no han faltado a su cita cada dos o tres años con un nuevo álbum bajo el brazo que suba la nota media del proyecto. Desde 2012, lo hacen a través de Bureau B –sello hamburgués y socio del más pop Tapete Records–, donde también yacen y pacen proyectos clásicos del krautrock como La Düsseldorf, Harmonia, Cluster y su único superviviente, el incombustible Hans-Joachim Roedelius. Entre estos maestros del ritmo creativo y la textura, Kreidler respiran, sin dificultad, como pez en el agua sintética de su milagroso tecno-pop instrumental.

Lo primero que llama la atención es el título del álbum. “Daub”, que significa “mancha”, podría tener el sinónimo de “difamación”. Por tanto, una traducción plausible sería “hechizos y libelos”. En realidad, parece que se quiere vertir un símil pictórico que encajaría entre las otras dos semánticas del disco: la literaria y la musical. También tras una escucha inicial, respecto a esta última vertiente, quizás la más táctil, en “Spells And Daubs” confluyen los ecos de D.A.F. –“Tantrum”, o “berrinche”–, de los Goblin más pulp“Dirty Laundry”, o “colada sucia”–, de los antecedentes kraut maridados con el bajo sin trastes de Alex Paulick haciendo de Mick Karn, sin ser la primera vez que lo hace –“Revery”, “ensueño”–, de nuevo, de Goblin y Japan –“Arise Above”–, o ecos de Badalamenti y los LFO más ambient –“Unframed Drawings”, “dibujos sin enmarcar”–.

Los discos de Kreidler rara vez decepcionan. Se puede bucear aleatoriamente en su dilatada discografía –“Spells And Daubs” sería su decimoquinto álbum en estudio– y descubrir joyas de una electrónica basada en ritmos electro sobre una base melódica –siendo este el preferente, su orden es intercambiable– y la potencia tímbrica de un sonido de onda analógica. Se compara este nuevo capítulo con los primeros trabajos del mismo cuarteto de Düsseldorf como un intento promocional de recuperar su difuminado estatus entre la miríada de propuestas que literalmente nos devoran los oídos. Pero es verdad que los Kreidler de 2022, en realidad los del período interino 2020-2021, se muestran más que inspirados gracias a un trabajo para el que han tenido el acierto de reclutar al británico Peter Walsh, productor de discos como “Penthouse And Pavement” (1981), de Heaven 17, o de toda la discografía de Scott Walker a partir de “Climate Of Hunter” (1984).

El resultado es un disco espacioso, detallado, rico en patrones rítmicos, con esos componentes extramusicales a los que nos referíamos y respecto a los que, si tuviésemos que decidirnos, sería en clave de suspense, thriller o giallo acústico, en alguno de cuyos diez cortes de pop electrónico no sobrarían voces como la de Nesindano Namises, participante en “Flood” (2019), su álbum anterior.

Desde la industrial Renania del Norte-Westfalia, pero mezclado en Londres, lo nuevo de Kreidler hace volar la imaginación con una sucesión de viñetas abstractas cuyo contorno puede definirse a voluntad por el efecto formativo de títulos y efectos musicales que inducen potencia visual. La portada del cineasta y colaborador habitual del cuarteto, Heinz Emigholz, no hace más que enmarcar este libre juego de las facultades que es el retablo sonorizado de “Spells And Daubs”. ∎

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