Disco destacado

Nina Nastasia

Riderless HorseTemporary Residence-Popstock!, 2022

26. 07. 2022

Bajo

Suscripción

Todavía se publican discos que, más allá de estrategias de marketing y consideraciones comerciales, son inseparables de las circunstancias que han llevado a su composición, grabación y edición. “Riderless Horse”, el retorno de Nina Nastasia tras doce años apartada de la música –“Outlaster”, su anterior LP, se remonta a junio de 2010–, es uno de ellos. Lo explica la propia artista en su página de Bandcamp: infelicidad, problemas mentales y una relación disfuncional con su pareja, colaborador y mánager, Kennan Gudjonsson, la llevaron a hacer mutis por el foro. Tras 25 años de relación, Nastasia decidió, el 26 de enero de 2020, poner fin a su tormenta tóxica y abandonar el pequeño apartamento que ambos compartían en Nueva York. Al día siguiente, Gudjonsson se suicidó. Tristeza y culpa que Nastasia, con la ayuda de su fiel Steve Albini –el guitarrista de Shellac siempre ha sido uno de los grandes valedores de la cantautora californiana–, decidió exorcizar en “Riderless Horses”, doce piezas (más dos breves field recordings que sirven de prólogo y epílogo al álbum: el descorche de una botella, el fluir de un riachuelo y el tañer de unas campanas) grabadas sin condimentos –solo guitarra y voz– en una casa-faro en Esopus, una pequeña localidad en el estado de Nueva York.

Y el disco, como no podría ser de otra manera, duele. Mucho. Nastasia aparca ese particularísimo marco de folk gótico de sus discos precedentes y va al grano y al hueso, sin perder por el camino su capacidad para elaborar melodías que van directas al corazón. Aquí enseña partituras de folk confesional y libreta de heridas, tormentas emocionales y páginas de duelo: “Riderless Horse” discurre como una bofetada en forma de testimonio sin anestesia.

Nastasia recuerda su prolongada y conflictiva relación con Gudjonsson –que podríamos resumir en el tópico siempre dañino de “ni contigo ni sin ti”– en canciones-terapia que asemejan revelaciones frente a un interlocutor capaz de empatizar con la destilación de su dolor.

“It this love / It feels so bad / Love is need / No love unscathed / Scarred and ill / An endless pain”, dice en “This Is Love”, una de las piezas más rotundas del disco. Cicatrices, necesidad, dolor: el amor como una prisión de la que cuesta escapar sin magulladuras.

I could never save you / Just finally leave who / I loved ‘til the end”, asegura en “Nature”, mientras que en “Ask Me” Nastasia suelta versos como “Stop all this sadness / And leave me / So that I can live / The very life / You can’t give” y en la demoledora “Go Away” suplica: “Go away go away / No room to breathe / I take and break / The things you keep / You slow me down / You make me weak / Go away go away / And leave me be”.

Toda esta purga vital va desgranándose sin levantar la voz, con la serenidad de quien vuelve la vista atrás y reconoce el camino de espinas que ha tenido que transitar para ver algo de luz al final del túnel. Las últimas palabras de “Riderless Horse”, en “Afterwards”, son de absoluta afirmación y esperanza: “I want to live / I’m ready to live”. Pocos discos tan esenciales –en todos los sentidos– escucharán esta temporada. Excepcional y sobrecogedor. ∎

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