Disco destacado

Whatever The Weather

Whatever The Weather IIGhostly International, 2025

25. 03. 2025

Bajo

Suscripción

La londinense Loraine James opera desde dos plataformas discográficas privilegiadas. Bajo su propio nombre en Hyperdub, sello patrio donde ha publicado álbumes de electrónica vocal entre el ambient drill, el grime y el R&B como “Reflection” (2021) o “Gentle Confrontation” (2023). Y como Whatever The Weather, proyecto enrolado en la neoyorquina Ghostly International, para quienes ha registrado dos álbumes emparentados: “Whatever The Weather” (2022) y una segunda parte menos mimética de lo que pueda parecer.

James emplea su alias meteorológico como una forma de plasmar la temperatura emocional en el campo abstracto, mayor si cabe, de la música electrónica y con resultados sutilmente dispares. Mientras que en su trabajo anterior la fotografía frontal de Collin Hughes mostraba un monte antártico cubierto de nieve, el mismo artista cambia radicalmente de entorno para introducirnos en un terreno desértico con la silueta de una roca también solitaria que se asemeja al monte sagrado Uluru –no lo es–. Si en “Whatever The Weather” las temperaturas oscilaban entre 0 y 36 grados centígrados, la horquilla de su tórrida continuación se ve reducida a 1 y 26, aunque nunca se puede desestimar el rigor de una noche estrellada en el Wadi Ram. Otro dato curioso es que la artista opta por la escala Celsius y no la Fahrenheit.

Pero vamos con la música. Whatever The Weather se decanta esta vez por un ambient glitch orgánico trufado de sonidos de campo mucho menos afín al formato de “canción” que en 2022. Mientras que en aquel álbum cantaba un tema –“20º”–, en el presente James no abre la boca. Es inevitable cuestionarse si hay alguna conexión entre las temperaturas asignadas a cada pieza y su contenido musical, lo que nos lleva a la metafísica del significado “semántico” o narrativo de la música. Un examen interesante consiste en escucharla y tratar de adivinar las temperaturas en función de lo que suena. Si llegan al 50% de acierto, pongamos que con un margen de error de más o menos 5ºC, no duden acudir a la administración de lotería más próxima. El ejercicio contrario, ver la temperatura y asociarla a la música en marcha, suele cuadrar mejor, claro que a toro pasado todo el mundo es Manolete.

La otra cara de Loraine James. Foto: Darryl Daley
La otra cara de Loraine James. Foto: Darryl Daley

El álbum comienza con “1ºC”, dejando las cosas bien claras en cuanto a la nueva intención dando paso a “3ºC”, cuyos sonidos sintetizados recuerdan a los Kraftwerk de “Expo2000” (1999). Pero no es la melodía sino el ritmo el que impone aquí una tiranía delicada revestida de interferencias y lejanías que acogen en lugar de molestar. El sonido de las viejas cámaras digitales –¿o es un smartphone?– en “20ºC” sobre un fondo de animadas voces humanas responde bien al incremento de temperatura que James sabe embellecer con capas de IDM y elegantes breakbeats. Es el tema más largo del álbum, una pequeña sinfonía repleta de vida –y de historia de la electrónica reciente– que reclama tu atención en ese juego infinito de (re)descubrimiento al cual te invita. Es un privilegio del artista reinterpretar la realidad:  “23ºC” es el corte más minimalista –recuerda al gamelán–; “5ºC” suena a cristal sobre una cencellada new age como haría casi Joanna Brouk;  “15ºC” propone una temperatura razonable, incluso para nuestro marzo mediterráneo, con una subida mercurial del termómetro a base de refinado electro bleep.

Pero mejor dejar que cada cual interprete lo que subjetivamente le parezca, como a nosotros, de “Whatever The Weather II”, que significa algo parecido a “no importa el tiempo que haga”. Un segundo álbum de clima netamente cálido que mejora en cohesión a su precedente y que remite a su idea de conexión entre los mundos analógicos y digitales, naturales y sintéticos, todos indudablemente habitables, a colegas como claire rousay –aunque las estructuras aquí no sean tan “accidentales”– o a los espacios exteriores de Geir Jenssen y Biosphere –a pesar de que el paisaje interior de la británica tienda a enraizarse más en lo cotidiano–. Y un trabajo situado entre lo mejor de todos ellos. ∎

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