Alba Melendo (Teruel, 1986) va en línea recta. De Teruel a Madrid. De Madrid a Milán. De Milán al mundo. Todavía no ha cumplido los 40, pero esta gata turolense, con residencia en París, no araña ni maúlla porque ha creado su propio código. Uno en el que la honestidad, la generosidad y el trabajo en equipo son pilares fundamentales para lo privado y lo laboral. Melendo lidera con conciencia ejecutiva, maternidad y rupturismo. Con genio, emancipación y sin límites creativos. Reconoce que entre sus iconos están Pedro Almodóvar, Wes Anderson, Paolo Sorrentino o Ilona Staller aka Cicciolina: “Es una figura que me ha llegado a obsesionar un poco. Edu Casanova y yo hemos trabajado mucho para plantear un documental sobre ella, pero de momento todo está en ‘stand by’”. Elogia el rebranding de Miley Cyrus de niña Disney a su propia versión de Tina Turner y dice orgullosa de la cantante de “Flowers” que “antes era más kitsch, más maximalista, más literal”, pero que ahora está dejando paso a otras ideas.
Fundadora y CEO de A+ Creatives –agencia creada en 2021, con oficinas en París y Milán, especializada en dirección creativa, estilismo, talent coolhunting o rebranding–, está en Barcelona para realizar pruebas de vestuario con Bad Gyal de cara a las próximas citas de la artista. Entre ellas, un viaje a Miami para la gala de los premios Billboard latinos, un show en el hotel Edition Madrid o el estreno mundial del documental “Bad Gyal. La joia” (David Camarero, 2024), proyectado el pasado 23 de octubre en In-Edit Festival Barcelona. Para esta última cita, la cantante lució un diseño de Versace Atelier de tejido calado en tono plateado, lencería gris perla y unos stilettos de aguja a juego con la paleta metalizada. El peinado que coronaba el look –liso y de un rubio casi mitológico– fue puro Bad Gyal, pero también recordaba a la icónica melena de Donatella Versace.
A la entrevista con Rockdelux, en un conocido hotel de Poblenou, Alba Melendo llega como lo hacen las estrellas: un poco tarde, disculpándose con educación y con una presencia capaz de decirlo todo sin pronunciar ni una sola palabra. La estilista lleva un look deportivo que casi se diría su propio uniforme: chándal vintage de Adidas, unas botas de Rick Owens (que recuerdan a un antílope) y un anorak con estampado de camuflaje. Apartándonos del chiste fácil en el que se compararía la industria de la moda con la guerra, lo cierto es que esta maquinaria se ejecuta y rentabiliza entre las trincheras y el glamur.
Es la última hora de la tarde de un día laborable en la Ciudad Condal. La noche empieza a extenderse y desde la azotea del hotel en la que tiene lugar la charla se ven miles de lucecitas que se asemejan a los destellos que desprenden los stage looks que Melendo elabora para algunas de sus clientas VIP de la música, entre las que también se encuentran Karol G o Elodie.
Melendo se mueve con destreza en publicidad, en editoriales de moda, realizando dirección creativa, consultoría para marcas o castings para desfiles. También se codea con celebridades como Georgina Rodríguez, tal y como ya se pudo ver en la primera temporada del docureality “Soy Georgina” (2022-).
La directora creativa es toda una experta en peinar los archivos de las firmas de lujo y no se olvida de contar con los diseñadores por los que tiene predilección, como es el caso de Palomo Spain. De hecho, el reciente Premio Nacional de Moda 2024 fue elegido para formar parte de la dirección de vestuario elaborada por Melendo para Karol G en su gira “Mañana será bonito”, aportando un dos piezas de color blanco (un vestido y una larguísima capa) con cristales Swarovski y plumas de avestruz: un look de diva tropical que parecía la mezcla perfecta entre la dirección de vestuario de “L.A. Confidential” (Curtis Hanson, 1997) y “El gran Gatsby” (Baz Luhrmann, 2013).
Melendo concede a Rockdelux esta entrevista en profundidad después de convertirse en una figura clave del show business en los últimos años, además de haber construido una agenda con muchos quilates.
Pero ¿cómo empezó todo?: “Cuando tenía dos meses nos marchamos de Teruel a Madrid. Mi padre es médico y mi madre es profesora; ella tuvo un cáncer de estómago y eso condicionó que no pudiera volver a quedarse embarazada. No tener hermanos me ha afectado mucho y creo que no lo he superado”, confiesa. Quizá esta ausencia de hermandad carnal es la razón que revela de dónde le viene la fuerza motriz con la que reitera que “siempre trabaja en equipo” y que la profesión no la entiende “sin generosidad”.
Para que se le quitara“la tontería esa de ser estilista” llegó a un acuerdo con sus padres: estudiar periodismo. Aunque el idilio con la moda empezó con 14 años al descubrir a John Galliano junto a un grupo de amigas del colegio. Con 16 ya tenía echado el ojo al Istituto Marangoni, fundado en 1935 en Milán, porque había enfocado la profesión a la que se quería dedicar: “Mis padres me apoyaron mucho, pero no son ricos; es una creencia del mundo de la moda: quien se dedica a ella es un privilegiado. Para nada”.
Al cuarto año de universidad en Madrid, en el penúltimo año de periodismo, se marchó a Milán gracias a una beca Erasmus y vivió allí casi una década: “En esa época hice de todo. Fui asistente de estilismo en una revista que sería, algo así, como la ‘Telva’ italiana. En España comenzaba FashionTV y me contrataron como corresponsal. También trabajé mucho como traductora y fue ahí donde conocí al fotógrafo Giampaolo Sgura. ¡Fíjate cómo es la vida! ¡Ahora coincido con él en algunos proyectos!”.
Melendo, que ha escogido un vino blanco italiano para regar la charla, asegura que su paso por FashionTV fue duro pero aprendió muchísimo. Su ímpetu juvenil le permitió potenciar su curiosidad y ser capaz de acceder a lugares y personajes muy VIP. “Una vez Tim Blanks (tótem de la crítica de moda) me dijo: ‘No te voy a volver a contestar más a estas preguntas’. Yo preguntaba sin percha, sin saber quién era nadie, pero un día pude conseguir la lista de invitados de un desfile de Prada y así empecé a descubrir quién era quién en los desfiles. Me hice un Facebook para reconocer a los invitados y les entraba con el micro, para entrevistarlos, mientras pronunciaba su nombre y los saludaba”.
Tras casi una década en Milán, compaginando su trabajo en FashionTV y habiendo experimentado las luces y las sombras del negocio editorial en la temporada que trabajó para el magazine ‘ODDA’, a su pareja –ejecutivo de Saint Laurent– le hicieron una oferta de trabajo irresistible para mudarse a París. Hicieron las maletas y se trasladaron de ciudad.
La bella e impertinente ciudad de la Alta Costura vivió, hace no tanto, años convulsos por los atentados terroristas contra la redacción de la revista satírica ‘Charlie Hebdo’ o la sala Bataclan durante un show de Eagles Of Death Metal: “Fue una época muy oscura y los franceses tampoco te ayudan, digamos, a integrarte tanto como los italianos. Me ha costado mucho aprender francés, es un gran reto y sigo yendo a clase. Pero también han pasado cosas muy buenas, como tener a mi hijo, criarlo allí y fundar mi empresa”.
Cuenta orgullosa que su primera oportunidad en la ciudad se la dio Olivier Rousteing, joven prodigio de la industria de la moda que consiguió su puesto de director creativo en Balmain con 25 años.“Lo amo, lo quiero. Es una persona que podría haber cogido a otra estilista francesa con mucho más recorrido y le apeteció llamarme a mí”, cuenta Alba.
La directora creativa firma el estilismo de la campaña Balmain 1945; una propuesta sofisticada, geométrica y ácida que parece beber del espíritu creativo, vanguardista y pop de esa joya llamada “Stop Making Sense” liderada por David Byrne.
“Oliver y yo seguimos siendo muy amigos; estuve hace nada en su cumpleaños en el Ritz. Me parece dulcísimo, inteligentísimo, un visionario. Él se inventó a las Kardashians y las sacó del Lariat (icónico bolso de la maison). Y prosigue: “A partir de ahí, de ese empujón, empecé a trabajar con Isabel Marant (para quien ha firmado la campaña Étoile: toda una declaración de amor al estilo bohochic de las comunidades orientales de Francia), Dior… Y, ahora, también con Carolina Herrera”.
Una cosa es entregar tu vida a la moda para estudiarla, comprenderla, amarla y hacerla tuya. Y otra cosa muy distinta es que te guste comprar ropa. Dos puntos de vista que conviven antagónicamente entre muchos de los estudiantes de las escuelas de diseño de moda o quienes comienzan a dar sus primeros pasos en el mundo laboral con más adicción a las pantallas y a las redes sociales que ganas de tocar tejidos o aprender la historia de las grandes firmas: “Te tiene que venir de dentro. Si realmente haces esto es para remangarte. Estas nuevas generaciones quieren que todo sea inmediato, enseguida quieren ser famosos y no entienden de procesos. Quieren el regalo, estar en el desfile, la fotito…”, comenta rotunda.
Diane Kruger, mujer del año 2024 para la publicación, protagoniza la portada de diciembre de la edición española de ‘Harper’s Bazaar’ con un patronaje brutalista, sencillo y elegante que evoca a la intelectualidad de mayo del 68 gracias al jersey de cuello alto y la cadena en forma de uve a la altura del esternón. El rostro tan germánico y tan anguloso de Kruger la sitúa como heredera natural de la belleza orgánica, perfilada y genuina del Hollywood de los años 50.
Todo un ejercicio de arte vivo figurativo en formato de estilismo con aroma a los años 80 en París. La geométrica y los bloques de color demuestran que por separado son estéticas rotundas que al unirse se significan con vitalidad y un toque de humor.
Editorial sobre flamenco para el suplemento del diario ‘La Repubblica’ dirigido por el exdirector de ‘Vogue’ Italia Emanuele Farneti. Rinde tributo al flamenco, a los artistas que lo pueblan y al duende del flamenco: una mezcla entre verdad, entrañas y magia.
Alba firma la portada de la publicación berlinesa cuyo número está dedicado al amor. La instantánea muestra el momento de salir de la cama con una zancada protagonizada por unos salones rojos y una minifalda abullonada desde la perspectiva de quien todavía permanece en la cama. Lo divertido de la instantánea es dejarse llevar por el despiste que genera, ya que el espectador no sabe si lo que tiene que pasar ya ha sucedido o tan solo está a punto de empezar.
Portada y editorial para la edición checa de ‘Vogue’ con estilismo creativo de Alba Melendo en el que codifica a Pamela Anderson como una amazona al estilo Barbarella cuya rotundidad apenas necesita adornos para transmitir la fortaleza, sensibilidad y sensualidad de la intérprete estadounidense. ∎