Johann Wald sigue proponiéndonos maridajes conceptuales entre música y vinos, con sabores sorprendentes y sensaciones embriagadoras. En esta segunda entrega, “Yeti”, la cumbre comunal de Amon Düül II, encuentra su pareja de baile con la sofisticación volátil de “Mendall BB”.
En el caso de lo segundo, quien acostumbra a leer biografías de grupos que crearon música a contracorriente no podrá evitar encontrar similitudes con aquellos productores considerados forajidos desde los frentes más académicos y formales de la viticultura, que producen vinos naturales sin ningún deseo de formar parte de una denominación de origen certificada.
Id reservándome una mesa al otro lado del cordón de terciopelo junto al trono de Belcebú, que lo voy a decir: los vinos naturales son el rock antisistema del mundo vinícola. Al igual que estos vinos con mínima intervención de la mano humana seducen a ciertos paladares por su espontaneidad y sus raros olores, solemos encontrar en el mueble Kallax de los coleccionistas más ávidos grabaciones que captaron el éxtasis al que puede llegar un grupo de seres humanos cuando navegan en su propia órbita con carta blanca y no hay ningún tipo de imposición.
El segundo álbum del colectivo aleman Amon Düül II, “Yeti” (Liberty, 1970), considerado por la revista ‘The Wire’ como uno de los discos fundamentales del krautrock psicodélico, es un testamento a ese espíritu libre que se podría respirar en las comunas estudiantiles que se extendieron por todo el occidente de Alemania a finales de los 60; el lugar al que huían los universitarios para desarrollar sus ideales en contra del conservadurismo aburguesado, avergonzándose del pasado de sus abuelos, padres y familiares cómplices del Tercer Reich.
Así lo contaba John Weinzierl, guitarrista y miembro fundador de Amon Düül II, en una entrevista para la revista online ‘Perfect Sound Forever’. “Durante los 60, Alemania padecía un conflicto generacional particular. La generación previa a la nuestra había vivido la guerra y el nazismo. Tras la guerra había un clima político completamente distinto, pero aún se olía el viejo tufo en muchas instituciones. Preguntábamos a nuestros padres y profesores sobre la Gran Guerra y qué papel jugaron en él, pero era difícil conseguir respuestas claras. De esta situación surgió mucha tensión entre lo joven y lo viejo, que inició muchas revoluciones estudiantiles por toda Europa. Amon Düül formó parte de ello, y tocamos en muchas manifestaciones. Buscábamos cómo vivir juntos de manera libre y creativa”. De estas comunas, como la propia de Amon Düül, nacieron muchos experimentos influidos por el consumo de LSD que acabarían grabándose y captando la atención de la prensa británica, que, algo despectiva, decidió apodarlo con el nombre que recibe la col fermentada que acompaña las salchichas en cualquier taberna bávara.
Para aclarar la difusa información sobre los inicios de Amon Düül: empezaron siendo una comuna artística que llegó a grabar música, pero se disolvieron al cabo de un tiempo por diferencias creativas y políticas, propulsando a Weinzierl, Chris Karrer, Dieter Serfas, Falk Rogner y Renate Knaup-Krötenschwanz a continuar haciendo música bajo el nombre de Amon Düül II. Algunos de los miembros más radicales de la misma comuna formarían la Facción del Ejército Rojo, de la que los músicos no tardarían en distanciarse, como aclara Weinzierl en la entrevista antes citada: “Nunca estuvimos de acuerdo con gente como Baader-Meinhof, que formaron parte de este ‘nuevo comienzo’ al principio, pero lamentablemente acabaron convirtiéndose en terroristas. Nosotros queríamos libertad para todo el mundo. Y jamás buscamos la libertad a través de la violencia. Conocíamos los severos peligros de la vida industrial, porque la industria desarrolla la conciencia de una ameba; únicamente comer y crecer. Sabíamos que tarde o temprano los seres humanos serían sacrificados en el altar de la codicia”.
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