Porridge Radio: inocencia interrumpida

Resulta inevitable no colocar a Porridge Radio bajo el epígrafe del último post-punk británico. Sus coordenadas, como las de otros coetáneos inmersos en ese oleaje, se asientan en cierto espacio sonoro del indie noventero donde la guitarra y sus distorsiones siguen compareciendo en la medular. Su líder Dana Margolin, pulmón, corazón y cabeza de la banda, tampoco puede esquivar comparaciones con otras capacitadas jefas que bucean en las profundidades de su interior para expulsarlo musicalmente con una querencia melancólica, agria y, en muchas ocasiones, abatida, al igual que su forma de cantar. Adrianne Lenker y Florence Shaw parecen liderar dichas contiendas desde esos postulados.

Pero las de Brighton, tras varios inconvenientes colaterales, no llegaron con tanto retraso a Barcelona para asumir coletillas ni etiquetas, sino para demostrar una entidad propia y genuina. Y lo lograron de primeras gracias a esa inesperada entrada al escenario con “Gasolina” sonando por los altavoces. Tras los tímidos bailes al ritmo marcado por Daddy Yankee de sus cuatro componentes –en formación clásica de guitarra, batería, bajo y teclados–, sonó “Give/Take”, primera concesión a ese álbum que no pudieron llevar de gira y que devolvió la corriente a su cauce natural. Con “End Of This Year” y “Splintered” ya señalaron sus prioridades, tanto anímicas como con la fuente de extracción principal para armar el cancionero de la noche: ese “Waterslide, Diving Board, Ladder To The Sky” (2022) gestado en la habitación de Margolin en lo más profundo de la pandemia, que en directo apaga la emocionalidad limpia heredada de sus orígenes bedroom pop para alentarlo con ese hedor a garito de ensayo subterráneo de Brighton.