Por Rockdelux→
29. 07. 2024
Con la temprana muerte de Martin Phillipps (1963-2024), The Chills pierde su centro de gravedad, al único miembro fundador del grupo que permanecía en la formación y su principal fuerza creativa. En la mañana del domingo 28 de julio, la banda de Dunedin anunciaba el óbito vía redes sociales, sin aclarar causas y subrayando lo inesperado del mismo, aunque fuentes de prensa local han señalado que el músico, de 61 años, había padecido problemas hepáticos recientemente, llegando a ser ingresado en el hospital de la ciudad que vio nacer al grupo.
En Dunedin –la segunda ciudad más grande de la isla sur de Nueva Zelanda– no solo florecieron The Chills a finales de los setenta y principios de los ochenta. En esta localidad de 135.000 habitantes también nacieron grupos como The Clean, The Bats, The Verlaines o Tall Dwarfs, orbitando en torno al sello Flying Nun y extendiendo su influencia más allá de hemisferio austral, cosechando un considerable predicamento entre figuras eminentes del indie rock estadounidense como R.E.M., Superchunk o Pavement. Era una escena pequeña y sólidamente interconectada, rica en músicos notables que en su momento también pasaron por The Chills, como Justin Harwood –después bajista de Luna–, David Kilgour o Peter Gutteridge (1961-2014).
Algunas canciones de Phillipps forman parte del canon de cualquier discoteca indie rock bien surtida. Es el caso de “Pink Frost”, “I Love My Leather Jacket”, “The Male Monster From The Id” o “Heavenly Pop Hit”. Poco a poco –después de consolidar su estilizado jangle pop en la escena local durante la primera mitad de los ochenta– propulsaron al grupo a la zona alta de las listas neozelandesas y a las parrillas de la radio universitaria yanqui, con discos clásicos como “Submarine Bells” (Flying Nun-Slash, 1989) o “Soft Bomb” (Slash, 1992). Pero los múltiples cambios de formación, la apertura a destiempo de paréntesis en su actividad, las dificultades durante la grabación de su cuarto álbum, “Sunburnt” (Flying Nun, 1996; acreditado a Martin Phillips And The Chills), o los problemas de salud del líder –varias adicciones en curso que desembocaron en hepatitis C– dificultaron que la trayectoria del grupo se asentara definitivamente, aunque su regreso de 2015 abriera una etapa de equilibrio y continuidad que la noticia de la muerte de Phillipps pone en suspenso.
Durante el último decenio, The Chills no dejaron de ampliar su culto en todo el planeta ni de grabar y girar por el mismo, cuajando una discografía notable durante el presente siglo: la terna formada por “Silver Bullets” (Fire, 2015), “Snowbound” (Fire, 2018) y “Scatterbrain” (Fire, 2021). El interés por su música impulsó proyectos cinematográficos como el documental “The Chills. The Triumph & Tragedy Of Martin Phillipps” (Julia Parnell y Rob Curry, 2019) –que fue esclarecedor incluso para el propio Phillipps, según reconocía en esta entrevista que Rockdelux publicó en 2021–, que les permitió mantener el contacto con su público. De hecho, en esa conversación con nuestro compañero David Saavedra, Phillipps afirmaba: “Siento que por fin hemos demostrado que no somos solo una banda que tuvo sus mejores momentos en los 80 y los primeros 90, sino que hemos actualizado nuestra historia. Eso me da un gran sentimiento de consuelo”. Con su marcha, hoy imperan la postración y el desánimo entre sus seguidores. ∎
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