Por Desirée de Fez→
30. 09. 2022
Es inevitable escribir o hablar sobre Claire Denis sin caer repetidas veces en dos palabras: cuerpo y deseo. Pero, así como en la conversación o el estudio de la obra de otros cineastas vale la pena hacer el esfuerzo de esquivar los tópicos que se les asocian, en el caso de la directora de “Beau travail” (1999) es más importante que nunca reincidir en esos conceptos que la distinguen. ¿Por qué? Al menos por tres razones. Porque, sencillamente, es una de las cineastas que mejor (y con más significado) ha filmado nuestros cuerpos y ha estudiado la naturaleza del deseo. Porque ha creado escuela: su influencia en esa dirección es mucho mayor de lo que se cuenta. Hay tres películas de este año, curiosamente todas dirigidas por mujeres, muy distintas entre sí y con tendencia a los géneros puros, en las que la huella de Denis es importantísima: “Los cinco diablos”, de Léa Mysius; “Cerdita”, de Carlota Pereda, y “Human Flowers Of Flesh”, de Helena Wittmann. Y porque esa exploración del cuerpo y del deseo, algo que Claire Denis lleva haciendo desde hace más de tres décadas, es una de las tendencias del cine actual tras (salvo excepciones) años en los que el cuerpo se filmaba con pudor y el anhelo tendía a ser canjeado por una emoción más estudiada y medida.
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