Álbum

Max Richter

Voices 2Decca-Universal, 2021

17. 05. 2021

Es de agradecer el hecho de que algunos artistas busquen la inspiración en temáticas sociales tan incontrovertibles como la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. En tiempos de pandemias, populismos y estupidez extrema, cualquier día es bueno para reivindicaciones no partidarias de este tipo. “Voices 2” sigue la estela de “Voices (2020), esta vez sin declamaciones vocales –los artículos declarativos solo vienen escritos en el libreto–, pero, de nuevo, con la espectacular participación de casi cien músicos.

Digamos que Max Richter trabaja a lo grande, obteniendo texturas expansivas y abrumadoras que sabe combinar con evocadores pasajes a piano de contenido romanticismo. Es imposible que este prolífico autor de bandas sonoras y otras músicas, de alguna forma “programadas”, ofrezca nuevos descubrimientos formales o sonoros. La verdad es que “Voices 2” se acerca enormemente a lo que hacía Jóhann Jóhannsson, fallecido hace ya más de tres años. Solo hay que escuchar cortes como “Follower”, con todo su dramatismo ominoso y transportador. Momentos de cierto flirteo con la grandilocuencia que se superan poniéndose uno en situación con el grimoso panorama circundante.

No hace falta ir más allá del Artículo 1 de la Declaración, léase que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, para darnos cuenta de que un sector importante de nuestra población, los del botellón beodo, se llena hipócritamente la boca con la palabra libertad a costa del comportamiento fraterno de los demás.

Volviendo a la música, esta no cambiará el mundo, pero es uno de sus más probados analgésicos. Theodor Adorno rechazaba este efecto y aplicaba su marxismo dialéctico en premiar la disonancia. Pero Richter opta por la tonalidad y los pasajes melancólicos. Escuchen el órgano de “Solitaries” y quizá encuentren ese bálsamo reparador que rechazaba por anestésico el paladín de la Escuela de Frankfurt por respeto a la memoria de las víctimas de la Historia.

Aunque resulte un poco posmoderno, yo creo que no hay contradicción en abrazar ambas posturas. Al fin y al cabo, la música es tan sufrida e interpretable como uno quiera. Desde luego, “Voices 2” no es lo nuevo de Mika. Tampoco “Treno a las víctimas de Hiroshima”, de Penderecki. Es mucho más simple y minimalista a pesar del presupuesto. Pero esto no le resta atractivo ni importancia. Es solo un nuevo trabajo de Max Richter, el músico de tus sueños. ∎

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