En su irregular primer álbum, “Premonitions” (2018), Miya Folick se acercaba al electropop tras haber probado suerte con lo acústico y lo eléctrico en, respectivamente, “Strange Darling” (2015) y “Give It To Me” (2017), un par de EPs que se quedaban en estimables. Tampoco aquel ambicioso debut largo, intento confeso de hacer un disco tan diverso (e intenso) como el “Post” (1995) de Björk, acababa de dejar claro si había llegado un nuevo valor del pop alternativo: por cada canción del nivel de “Stock Image” (pequeña joya a caballo entre Cocteau Twins y Robyn) o “What We’ve Made” (hiperbalada en toda regla), había que cargar con algo más genérico.
Ahora, con “ROACH”, como hacía prever el EP “2007” (2022), todo está más claro: Miya Folick lo tiene. Del brazo de un puñado de hitmakers independientes, pero sobre todo de Gabe Wax (Soccer Mommy), se marca aquí una colección de canciones generalmente muy directas, bastante escuetas, dinámicas, llenas de detalles interesantes pero en absoluto sobreproducidas. El relato animado de una transformación: de una Folick insegura a una más cerca de la mejor versión de sí misma.
Las canciones que retratan los peores tumultos son las seis ya escuchadas en “2007”, empezando por la minimalista “Oh God”, instantánea de un momento en que se paró a pensar qué había hecho con su veintena y en qué debería invertir su treintena. “Nothing To See” la ve enfrentarse también a su edad o, para ser precisos, a las chicas de diecinueve que interesan a su expareja. El sonido se complica (convergen acústicas filtradas, ritmos obsesionantes y elementos flotantes) sin que la voz de Folick pierda protagonismo. Es lo necesario: nunca ha cantado mejor, derrochado tanto carisma vocal sin esfuerzo.
Es en los temas más recientes en los que se advierte el intento de automejora, el cambio de postura: espalda recta y barbilla alta. La pop punk “Get Out Of My House” (no es versión de Kate Bush) tiene las letras más transparentes del mundo, o al menos que Folick haya escrito. “Creí que necesitaba tu brillo / Que te necesitaba en casa / Pero estoy mejor sola, ¡woo!”, canta con arrogancia contagiosa. En el medio tiempo “Drugs Or People” sueña con despertarse “feliz de estar sola / qué alivio, qué alivio, qué alivio”.
No es fácil llegar al brillo eterno de una mente sin manchas, si es que se puede llegar. Folick sufre recaídas en el autodesprecio en el doble nocaut, tenue y tenso, formado por “Cockroach” y “Tetherball”, en las que lo eléctrico y lo electrónico se mezclan de formas misteriosas. La segunda podría haberse deslizado hacia una fase rave que, bueno, se queda en bello conato.
Nuestra heroína resurge cerca del final con “So Clear”, producción de Max Hershenow (MS MR) con el estribillo más luminoso del mundo a todos los niveles: “Soy sol y mar, tan de repente”, canta Miya casi incrédula. Es un raro caso de himno de autoafirmación que no impele a ser lo más imperfecto posible, y que apunta a un posible futuro para esta artista como hitmaker por encargo. Las listas serían mucho mejores con canciones así. ∎
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