Ben LaMar Gay sopló para ahuyentar todo lo malo. Foto: Óscar García
Ben LaMar Gay sopló para ahuyentar todo lo malo. Foto: Óscar García

Concierto

Ben LaMar Gay Ensemble: música para camaleones

El músico de Chicago, procedente de la variopinta escena de jazz y vanguardia de dicha ciudad, realizó ayer miércoles en la sala El Molino de Barcelona una actuación repleta de registros distintos. Con la precisión instrumental de los tres músicos de su Ensemble, a la que añade los fondos electrónicos y su forma de tocar la corneta, además de delicados e innovadores juegos melódicos y rítmicos a tres voces, Ben LaMar Gay transitó paisajes sonoros bellos y sorprendentes en los que aún queda mucho por explorar.

10. 04. 2025

Chicago es desde hace años cuna de muchos músicos inquietos que, partiendo del jazz y la vanguardia, tejen relaciones con los géneros conocidos y ramificaciones que aún están en fase de construcción. De Chicago procede Ben LaMar Gay, compositor, cornetista y poeta con un considerable carácter camaleónico en sus discos y actuaciones. Porque en poco se parecen discos suyos como “Downtown Castles Can Never Block The Sun” (2018) y “Open Arms To Open Us” (2021) con lo ofrecido ayer durante el concierto en El Molino barcelonés. Tan cambiante, curioso y escurridizo es que acaba de participar en “Instant Holograms On Metal Film”, el próximo álbum de unos renacidos Stereolab.

Acompañado por los tres músicos que conforman su actual Ensemble (Matthew Davis al sousáfono, Mauricio Takara a la batería y Edinho Gerber a la guitarra eléctrica), interpretó durante 75 minutos tres largas piezas, o diferentes temas engarzados entre sí, con las que desplegó una hipnótica música que iba del blues y el jazz mutante a los ritmos tribales con raíces africanas y brasileñas, con algo de funk, un poco de electrónica sigilosa, atmósferas muy hipnóticas y texturas polirrítmicas. El sousáfono marcaba el tiempo como una tuba, ágil y grácil a pesar de su densa sonoridad. Gerber y Takara, ambos brasileños, ofrecían transparentes arpegios de guitarra y ritmos aéreos. Pero no es un grupo de instrumentación “clásica”. En uno de los mejores momentos del concierto, LaMar Gay, Gerber y Davis emplearon solo unas campanas tratadas que movieron en círculos por el aire o con las que se golpearon rítmicamente el pecho, creando curiosas y bellas oscilaciones sonoras. En otro pasaje, las voces de los tres músicos parecían instrumentos de viento. Y en otro, las mismas voces a capela transmitían una cierta espiritualidad. En el prólogo de la última pieza utilizaron tres flautas distintas, con la batería percutiendo sigilosamente de fondo, para enlazar, a través de la voz de LaMar Gay, con una melodía con hechuras de neosoul. Sobre los juegos vocales se apuntaló lo mejor del concierto.

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