La serie documental “1971. El año en que la música lo cambió todo” (2021), producida y coordinada por el londinense Asif Kapadia –realizador de documentales sobre iconos de la cultura pop tan destacados como “Senna” (2010), “Amy” (2015) o “Diego Maradona” (2019)–, se estrenó el 21 de mayo en Apple TV+. A lo largo de sus ocho episodios, y a través de un repaso musical y sociocultural (desde la óptica estadounidense / británica; cada uno mira a través de sus gafas), pone sobre la mesa lo que dice su título. Y se queda tan ancha. Vayamos por partes.
Aquel año se publicaron discos como “What’s Going On” de Marvin Gaye, “Sticky Fingers” de The Rolling Stones, “Hunky Dory” de David Bowie, “Led Zeppelin IV” de Led Zeppelin, “Tapestry” de Carole King, “Blue” de Joni Mitchell, “Nilsson Schmilsson” de Harry Nilsson, “Pieces Of A Man” de Gil Scott-Heron, los “Plastic Ono Band” de John Lennon y Yoko Ono. También se celebró el concierto en beneficio de Bangladesh impulsado por George Harrison y Ravi Shankar… Álbumes y eventos que marcaron profundamente al periodista musical británico David Hepworth cuando este entraba en la veintena, tanto que en 2016, con 66 veranos ya cumplidos, lo recordó con pasión en el ensayo “1971. Never A Dull Moment. Rock’s Golden Year” –que traducido viene a decir: “1971. Ni un momento flojo: el año dorado del rock”–. En ese libro y en su idea central –la retroalimentación entre música y política y cómo eso dio lugar a discos referenciales– se ha inspirado y se basa la serie que nos ocupa. Y sí, ciertamente, como bien ha explicado en entrevistas promocionales otro de sus productores ejecutivos, James Gay-Rees, el estilo y el tono de aquella época tumultuosa, y justo en aquel año, dan mucho juego. Y Kapadia y Gay-Rees (y el resto de su equipo, claro) lo han sabido captar y la han sabido clavar: con una sugerente y ambiciosa selección de grabaciones y filmaciones de archivo, así como de certeros testimonios, dando forma a un conjunto atractivo y didáctico tanto para quien conoce la época como para quien no, sin clichés y sin insistir en tópicos, dando una lección de montaje... A ese nivel, “1971” es un trabajo impepinable.
Cada episodio, de una hora aproximada de duración, gira alrededor de algún tema específico: en uno vemos a Marvin Gaye y John Lennon focalizando su arte hacia la guerra del Vietnam, en otro a The Rolling Stones y Sly And The Family Stone surfeando su mar de drogas, en otro a Curtis Mayfield, Gil Scott-Heron y Aretha Franklin inyectando el Black Power en las conciencias... Se disfruta. Se aprende.
Pero, claro, el problema es el título: “el año en que la música lo cambió todo”. El problema es la premisa. Porque todo lo que se argumenta en relación a 1971 se podría defender, sin ir más lejos, matiz arriba o abajo, respecto a 1970 o 1972. En 1970, agarrándose a Stevie Wonder y “Signed, Sealed & Delivered”, Creedence Clearwater Revival y “Cosmo's Factory”, James Brown y “Sex Machine”, The Stooges y “Fun House”, George Harrison y “All Things Must Pass”, Miles Davis y “Bitches Brew”, Randy Newman y “12 Songs”, Black Sabbath y “Paranoid”, The Beatles y “Let It Be”... Etcétera, etcétera. En 1972, tirando de David Bowie y “The Rise And Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars”, The Rolling Stones y “Exile On Main St.”, Nick Drake y “Pink Moon”, Neil Young y “Harvest”, Lou Reed y “Transformer”, Aretha Franklin y “Amazing Grace”, The Allman Brothers Band e “Eat A Peach”, Big Star y “#1 Record”, Bill Withers y “Still Bill”... Etcétera, etcétera. La historia interminable. Lo dejaremos así, porque cae por su propio peso.
Leo en “Miss Marte” (2021), el reciente libro de Manuel Jabois, que cuantas más horas se le dedican a un segundo menos se parecerá ese segundo a la realidad y más a la verdad. En la apelación a la nostalgia corremos ese peligro; el de, deslumbrados por la sobrevaloración del pasado, caer en las garras de verdades hiperbólicas, no reales. Si nos abstraemos de esa exageración –y de según qué lemas, como ese de “ni un momento flojo: el año dorado del rock”; si David Hepworth escribió eso es que no ha escuchado el hilarante LP de 1971 “Fornicating Female Freaks”, que basta para manchar el historial de esa temporada–, esta serie documental es más que recomendable. Pero vista a pies juntillas según los evangelios canónicos del “cualquier tiempo pasado fue mejor” (porque fue más determinante, porque fue más auténtico), nos hará tropezar y caer. Y hay que saber decir basta, incluso a 1971. Aunque solamente sea para no acabar como esos ricos que por eso, por no saber parar de ganar dinero, se convierten todos en delincuentes. ∎
“What's Happening?”
Episodio 1: “Todavía no sé por qué estoy aquí, tíos, esa es la verdad. Llevo tres meses y no sé por qué estoy disparando a esta gente”, suelta frente a la cámara un soldado estadounidense llamado a filas para la guerra de Vietnam. No dice “matando”. Pero podría. A continuación, el productor Jimmy Iovine recuerda que para él no había nada más bello ni seductor musicalmente en ese momento que “What's Going On” de Marvin Gaye: “Escuchaba cada palabra y me tomaba en serio cada palabra”. Y entonces aparece Marvin cantando en directo “What's Happening Brother”, con aquella prestancia.
“End Of The Acid Dream”
Episodio 2: Altamont, 6 de diciembre de 1969. Mick Jagger habla ante la prensa cuando en realidad se está mirando en un espejo. Y gustándose. Suena “San Francisco” de Scott McKenzie. Mientras, vemos al público colocándose con prisa, compitiendo para ver quién era allí el más fuerte. Encontronazos. Los Hell's Angels. A palos. Aún es de día. Llega la noche. El descontrol lo pudre todo. Tanto que The Rolling Stones parecen trabajar para sus guardaespaldas. Se ve a Meredith Hunter vestido de verde. Y se ve a Alan Passaro, vestido de motero, darle la primera puñalada. Toca despertar: se acabó el sueño.
“Changes”
Episodio 3: “La idea era crear una nueva entidad. Estábamos deconstruyendo a David y construyendo a Bowie”, dice al inicio del episodio Tony Defries, mánager del Duque Blanco entre 1970 y 1975. A Defries no le había gustado “The Man Who Sold The World” y quería cambios, cambios. David Bowie reaparece hacia el final del capítulo, cuando escuchamos el audio (no hay imágenes de eso) de su interpretación de “Changes” en su debut en Glastonbury. Su voz y el piano eléctrico, a las cinco de la madrugada, casi sin público, casi solo los ingenieros de sonido. Una revelación.
“The Revolution Will Not Be Televised”
Episodio 5: Vemos primero la detención de la activista afroamericana Angela Davis, ella siempre con su entereza y su filosofía. Vemos luego las caras KKK de Richard Nixon y Gerald Ford, 37º y 38º presidentes de los Estados Unidos. Y, justo entonces, aparece en la pantalla el hombre del tiempo, Gil Scott-Heron, para explicarnos por qué la revolución no iba a ser televisada. Quedaba el consuelo de que al menos sí iba a ser bailada, como hizo Aretha Franklin sintiéndose young, gifted and afroblack al interpretar “Rock Steady” en el programa “Soul Train”.
“Respect”
Episodio 7: Tina Turner canta y baila “Proud Mary” con las piernas separadas y la peluca muy suelta, más de lo recomendado entonces por las Blancas Sagradas Escrituras. Abriendo y rompiendo con su energía las cajas racistas. Ike Turner la va mirando sin captar todo lo que se está perdiendo, pues él cree que es quien está ganando. Qué imbécil. El fotógrafo Bob Gruen dice, voz en off, que Tina es lo más sexy que ha visto sobre un escenario. Ocho minutos después, el huracán James Brown desparrama “Super Bad”, también en directo. Tanto monta... Cada vez más fuego. ∎
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