La obra de José Ignacio Lapido no precisa de reivindicación a estas alturas, pero conviene aprovechar toda excusa para divulgarla. Cualquiera que se haya aproximado a ella –el centenar de canciones que ha escrito para 091, las otras cien que dan forma a su discografía en solitario– sabe que hablamos de un corpus mayúsculo que abruma no tanto por su extensión como por su entidad y que trasciende cualquier cercado referencial. Es la expresión de una sustancia artística no homologable en el ámbito de la música popular española.
Arancha Moreno, directora de la revista digital ‘Efe Eme’, ha elaborado este volumen de conversaciones con el músico granadino que ensancha la breve bibliografía previa sobre su legado. “Conversaciones con José Ignacio Lapido” nos permite conocer mejor al autor de tan imponente repertorio, sus motivaciones, obsesiones, modelos y procesos creativos. La periodista madrileña plantea esta revisión biográfica con criterio cronológico y despliega el cuestionario con un rigor que se percibe impregnado de profundo respeto. Lapido corresponde con característica generosidad, salpimentando la charla con ese punto irónico que suele aflorar en su cancionero. Siempre serio, que no distante. Siempre reflexivo, pero sin duda acogedor.
El caudal del diálogo fluye por los canales de la exégesis, aunque a veces se filtra a terrenos como el cambio de usos y costumbres a la hora de escuchar música, la generalización de ciertos patrones creativos como vía de ascenso en el ecosistema festivalero local y los motivos para que el reconocimiento generalizado a 091 llegara con décadas de retraso, así como los errores que el grupo cometió en su compleja relación con el resto de agentes del negocio. También se habla de asuntos como la paulatina descomposición del tejido económico generado por la industria musical en el proceso de transición a lo digital –la pírrica conquista de los autores en ese contexto– y se aborda la paradoja de que uno de nuestros mejores músicos haya podido desarrollar parte de su obra gracias a un empleo ajeno al pentagrama. ∎
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