¿Hasta dónde puede alcanzar la estupidez del hombre? Este es el tema central de la serie “Así es Florida, tío” (2024-) creada por Mark Herwick y Jeff Tomsic para la HBO. Tras verla, la pregunta queda respondida con rotundidad: no, la estupidez no tiene límites, o al menos no los tiene en el Estado de Florida.

Es necesario aclarar que la serie juega con un término, “Florida Man”, especialmente conocido en Estados Unidos. Se trata de un meme que lleva existiendo por internet desde hace años y se refiere a aquellos hombres que llevan a cabo acciones irracionales o maníacas y que aparecen de forma demasiado habitual en este Estado del sur. Es así corriente ver en los periódicos titulares que comienzan con las palabras “Florida Man” y después narran lo sucedido, como la historia de aquel hombre atropellado por su propio perro, a quien había dejado sobre el acelerador de su coche en marcha.

La serie se hace eco de algunas de estas historias que parecen más bien leyendas urbanas y hace hablar a sus protagonistas. El dispositivo aquí se vuelve especialmente interesante, ya que por un lado vemos a los “Florida Man” contando su versión de los hechos, y por otro hay una dramatización pasada de rosca, delirante, que evoca tanto lo que ellos imaginaron que pasó como lo que sucedió realmente. El primer episodio ya deja huella en el espectador. Se trata de un hombre que pidió en una web que alguien lo ayudara a cumplir su sueño. Este consistía en que le cortaran varios dedos de un pie, luego los cocinaran y finalmente se los comieran delante de él. Todas las historias superan a cualquier ficción por bizarra, absurda o estúpida que sea. El segundo relato cuenta la historia de un hombre que decidió nadar por la noche en una laguna infestada de caimanes. Uno de ellos le arrancó el brazo de cuajo. Aun así, logró sobrevivir durante tres días por el bosque. Para él se trató más bien de una experiencia mística y después se convirtió en una especie de pastor iluminado, algo muy norteamericano. El quinto episodio cuenta la historia de un delincuente con el cuello más ancho del mundo que se hizo famoso tras salir en un programa dirigido por un sheriff que se sirve –todavía– de una ruleta de la fortuna con rostros de fugitivos. El que sale elegido es buscado por la policía. Luego este hombre del cuello ancho se haría famoso en internet y grabaría algunos videos de hip hop acompañado por el hombre con el cuello más largo del mundo. De hecho, esta historia explica en buena parte lo que sucede en Florida, donde no solo hay más locos por metro cuadrado que en cualquier otro sitio, sino que además tiene una ley que permite publicar en la prensa los rostros de cualquier detenido y hablar de su posible delito, lo haya cometido o no. Lo que normalmente sería algo privado aquí es público.

Pero más allá de estas suculentas historias, la serie es tremendamente divertida, ya que combina los elementos subjetivos de los protagonistas –poniéndolos en escena de forma grotesca– con los hechos reales, de manera que ficción y realidad se confunden. El delirio se vuelve realidad y la realidad se convierte en algo delirante. ∎