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Doblarse de risa: la maquinaria del gag visual

Por una vez, el veredicto de Film Twitter ha sido unánime: “Los Mitchell contra las máquinas” es la película más descacharrante del año. Pero ¿por qué nos hace tanta gracia? Quizá sea, sencillamente, porque después de tanta animación cargada de profundidad existencial necesitábamos que alguien nos recordase que un dibujo en movimiento es un motor humorístico de posibilidades infinitas.

Por Víctor Navarro-Remesal

07. 05. 2021

A estas alturas ya lo sabrás, pero “Los Mitchell contra las máquinas” (Netflix, 2021) es uno de los estrenos del momento. A muchos nos ha sorprendido, aunque viendo el pedigrí de sus responsables no debería haberlo hecho: codirige Michael Rianda –“Gravity Falls” (2012-2016)– junto con Jeff Rowe y producen Phil Lord y Christopher Miller, responsables (ya sea como directores o productores) de “Lluvia de albóndigas” (2009), “La LEGO película” (2014) o “Spider-Man: un nuevo universo” (Bob Persichetti, Peter Ramsey, Rodney Rothman, 2018). Viendo ese equipo, puedes imaginar que la película entera es una riada de imaginación y gags visuales. Despeinados todavía por la mirada de su carlino y los filtros de móvil invadiendo su mundo, por aquí nos hemos preguntado: ¿qué tiene la animación que desata esos chistes con la imagen?

El gag visual es una de esos conceptos fáciles de entender pero difícil de definir. Manuel Garin, en su libro “El gag visual. De Buster Keaton a Super Mario” (2014), propone que es más fértil centrarse en qué hacen y, sobre todo, en cómo lo hacen. Lo importante es su vocabulario: anticipación, sorpresa, coincidencias, síncopas, trampantojos, equilibrios, velocidad… Y todos estos mecanismos refinados están ahí desde los orígenes del cine, haciéndonos gracia sin hablar. Garin recuerda una frase de la actriz muda Mary Pickford: “Habría sido más lógico que las películas mudas hubieran salido de las sonoras, en lugar de al revés”. Si el gag visual parece una depuración del lenguaje fílmico, el gag visual animado puede verse como una imaginaria depuración de la depuración: aquí todo está medido con precisión, cada objeto en su sitio, cada momento en su milisegundo, cada parcela de la imagen creada con el noble objetivo de que nos partamos de risa.

Dicho de otro modo: si el gag visual se construye ante todo con el timing, la animación es el medio donde el timing puede moldearse hasta lo microscópico. El control exacto del tiempo es la primera arma del gag visual animado. Decía Chuck Jones que lo más importante que había aprendido de Tex Avery era a respetar cada fotograma, ese “átomo dorado” de tiempo. Los movimientos se aceleran, acompasan y ralentizan y todas las reglas se pueden romper si con ello nos reímos, como cuando la gravedad da un momento al Coyote para darse cuenta de la que se le viene.

La del Coyote.

Esas caras del Coyote (o del carlino Monchi en los “Mitchell”, todas ellas memes en potencia) son otra clave. Las maquinarias de reloj de la comedia animada no son, sin embargo, maquinales, valga la redundancia. Para hacer gracia hace falta un componente humano (demasiado humano), y la abstracción de los dibujos nos ayuda muchas veces a identificarnos con sus luchas internas. Avery también enseñó a Jones a querer a sus caricaturas. La animación, un medio que reconoce el artificio, funciona porque consigue que nos creamos a sus sujetos. Es otro tipo de ficción, una que Deborah Levitt llama “animatic apparatus”: si el cine de imagen real captura el mundo para crear una fantasía, la animación parte de la fantasía para crear mundos. Lo animado no tiene existencia pero a la vez está vivo, con alma. No es raro que sea el medio ideal para hacer chistes a la vez mecánicos y orgánicos.

Otra ventaja de la animación es el manejo de sus técnicas y materiales. En sus textos (de admirador) sobre Disney, Eisenstein destaca que lo animado es antes que nada plasmático: dado que viene de la nada, puede transformarse en lo que sea, adoptar cualquier forma, deformarse, metamorfosearse. La animación puede cambiar su estilo artístico durante un plano si eso refuerza el chiste, como cambian algunos personajes de anime a un estilo super deformed o, en el reverso de esa técnica, Senbei Norimaki se nos muestra alto y guapo cuando pretende impresionar. Puede cambiar incluso la técnica, como pasa con los humanos de “Pui Pui Molcar”, fotos cut-out dentro del coche y figuritas inarticuladas en stop motion en el exterior, o con los juguetes de “La LEGO película”, que rompe su épica con insertos caseros. Incluso puede combinar diferentes técnicas en el mismo plano, como hace “Los Mitchell contra las máquinas”, con una realidad CG invadida por los dibujos a mano de su protagonista.

Timing al milisegundo, vitalidad y flexibilidad plasmática en estilos y materiales: no son las únicas armas del gag animado, pero sí nos ayudan a entender por qué hay cosas que no se pueden hacer en imagen real. “Los Mitchell” en carne y hueso serían otra cosa; menos anárquicos, menos flexibles, menos precisos. A veces defendemos la animación diciendo que lo que importan son las historias y no el medio en el que se cuentan, pero con ello tapamos que el medio moldea la historia, que la forma hace el fondo tanto como el fondo hace la forma. O, en el caso del gag visual animado, la forma hace la risa. ∎

Mutaciones, recortes e implosiones: 10 carcajadas imposibles

Es imposible hacer un ranking de gags visuales animados, porque toda la historia del medio está llena de ejemplos brillantes, pero aquí van, sin orden concreto, diez ejemplos de primera que celebraría cualquier día. ¿Cuáles serían los tuyos?

“Felix In Hollywood” (1923)

Todo “Felix In Hollywood” es un festival de gags visuales, pero me quedaría con dos: Felix transformándose en bolso y cogiendo los puñales metafóricos de una mirada asesina para usarlos como arma.

“Duck Amuck” (Chuck Jones, 1953)

Otra fiesta de gags: la primera vez que Daffy Duck se sale de la escena o que el animador mete su lápiz y lo borra siguen siendo transgresión dura.

“El gran golpe de los Teleñecos” (Jim Henson, 1981)

Sencillamente: los Teleñecos yendo en bicicleta (y, sí, muchos consideramos las marionetas como una forma, al límite, de animación). Anda que te ibas a reír igual si la rana Gustavo fuera un actor.

“Dr. Slump” (1981-1986)

Arale rompiendo el coche de policía, que se quiebra por la mitad como en un anime de samurais, es la perfecta síntesis de la lógica del gag visual: tiene sentido, pero según sus propias normas animáticas.

“Rejected” (Don Hertzfeldt, 2001)

Don Hertzfeldt es un jefe del gag visual metaformal. Toda la destrucción del mundo-página al final de “Rejected” es una cadena de gags tan divertida como perturbadora.

“Surviving Life” (Jan Švankmajer, 2010)

Jan Svankmajer aparece en pantalla como fotografía cut-out (mal) animada y nos dice que toda su “Surviving Life” usará esa técnica por cuestiones presupuestarias. El director da un paso atrás y se marca un baile ridículo, en el que sus miembros se desmontan como si no pasara nada.

“Food Chain” (Masaaki Yuasa, 2014)

Cruzar “Hora de aventuras” (Pendleton Ward, 2010-2018) con Masaaki Yuasa tiene peligro lisérgico. En el capítulo de la serie dirigido y animado por el cineasta japonés, los ojos de Finn se convierten en una bobina de celuloide y en un proyector como si fuera algo mundano.

“Cuphead” (Jared Moldenhauer y Chad Moldenhauer, 2017)

Los jefes del videojuego “Cuphead” son una fiesta animada. Sirva de ejemplo el pájaro gigante que, medio derrotado, desplumado y en una camilla, se golpea el pecho para que el corazón le salga por la boca y nos dispare escupiendo balas.

“My Exercise” (Atsushi Wada, 2020)

La animación interactiva es un terreno a explotar para el gag visual. “My Exercise”, del genial Atsushi Wada, aprovecha la repetición y la escalada para añadir algo nuevo cada vez que apretamos su único botón.

“Homer’s Family” (Bill Plympton, 2021)

Una lista de gags visuales animados no estaría completa sin algún sofá de “Los Simpson”, ¿verdad? Pocos directores hay más plasmáticos y animáticos que Bill Plympton, que lo dio todo como invitado especial en la cabecera del episodio 700 de la serie creada por Matt Groening. ∎

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