“El caso Goldman” (2023; desde hoy en España) reconstruye con rigor, austera teatralidad y cero glamur el muy mediático juicio contra el pistolero revolucionario Pierre Goldman –hermano del por entonces futuro astro pop Jean-Jacques Goldman– y nos abre la puerta, sin apenas salir de la sala de juicio, a un ambiente poco conocido aquí: el de la izquierda judía de París, un mundo al que, de una manera o de otra, pertenecen tanto el director de la película, Cédric Kahn, como Arthur Harari –que interpreta al abogado Georges Kiejman– y Arieh Worthalter, que da vida a Goldman (papel con el que ganó el premio a mejor actor en los César 2024, el único que se llevó la película).
Kahn se dio a conocer por otra película basada en un caso real, “Roberto Succo” (2001), mientras que Harari es célebre por ser pareja de Justine Triet y coguionista de su “Anatomía de una caída” (2023), otra gran película judicial, en ese caso ficticia, que les ha posibilitado ganar el pasado domingo el Óscar al mejor guion original. Pero Harari también es un gran cineasta. Dirigió “Diamant noir” (2016), magnífico polar para el que, curiosamente, ya se había inspirado tanto en la figura de Goldman como en la familia del propio Worthalter: “Arieh fue una de mis principales fuentes porque viene de una familia de diamanteros de Amberes, como la de Niels Schneider en la película, y además pasó un casting para interpretar ese mismo papel, lo mismo que para el marido muerto de ‘Anatomía de una caída’, un papel al que también yo opté”. Como Goldman, el personaje de Schneider también es un atracador, aunque en su caso desvalija los diamantes de su turbia familia. La película de Kahn relata un segundo juicio a Pierre Goldman, militante de la izquierda revolucionaria acusado de haber matado a dos farmacéuticas durante un atraco en el que, supuestamente, había sido reconocido por un policía.
El encuentro con los tres artistas se produjo el pasado mes de enero en el marco de los premios Lumière, que otorga la prensa extranjera destacada en París. Una velada cargada de tensión, donde las peticiones por el alto el fuego en Palestina fueron objeto de sonoras protestas por parte de exaltados críticos israelíes que, en respuesta, gritaban por la liberación de los rehenes. Harari y Worthalter se posicionaron claramente en contra de Israel. Kahn confiesa que “llevaba veinte años queriendo hacer una película sobre Goldman, y que coincida con la situación actual es casualidad. Igualmente creo que su caso no hubiera resonado de la misma manera hoy en día. Un judío que clama contra el antisemitismo, y dice ser víctima de un juicio racista, no hubiera calado igual. En cualquier caso es todo un icono judío. Absolutamente todas las instituciones oficiales judías quisieron hablar conmigo antes de que la película se estrenara”.
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