Por Ainhoa Marzol→
17. 02. 2021
La mayor sorpresa para muchos de los que vean “Escena del crimen. Desaparición en el Hotel Cecil” (Netflix, 2021) será que el vídeo de Elisa Lam errática en un ascensor es de 2013. El video que uno imagina que estaba ahí eternamente, desde los comienzos de internet en su limbo entre el true crime y el creepypasta, tiene solo ocho años. Todo aquel que tienda a dejarse ir por agujeros de conejo de la web se ha cruzado con él, esperando un jump scare que nunca llega, arropado con un abanico de teorías alimentadas por la red que iban desde lo paranormal al más terrenal de los accidentes.
La noticia de que Netflix haría un documental sobre Elisa Lam, su desaparición y su posterior aparición en un tanque de agua, se extendió como la pólvora. Fue este halo de leyenda de internet la que le hizo tener un circuito diferente a las otras decenas de docuseries de crímenes que estrenan al mes y que la plataforma te recomienda sin mirarte a los ojos, porque un día de 2015 viste “Making A Murderer” (Laura Ricciardi y Moira Demos, 2015-2018). “Crime Scene” extiende la desaparición de la canadiense Elisa Lam en el maldito Hotel Cecil de Los Ángeles a lo largo de cuatro capítulos, realizados por Joe Berlinger, con entrevistas a profesionales y amateurs, a gente que pasaba por ahí, con planos desenfocados a luz tenue, dando vueltas repetitivas a un caso sin apenas pruebas que evidencian un escaso trabajo policial.
He aquí la decepción generalizada, no solo por un trabajo de investigación mediocre, dejada en manos de youtubers a los que luego se les apunta con el dedo por hacer de una muerte real una obsesión, sino porque Netflix arrastra un caso de circunstancias únicas a la categoría de producto, dándole un contorno familiar y manejable. Con la estrategia de pesca de arrastre, no aprovecha su sujeto, disfrazándolo de moralejas tibias sobre temas sociales y salud mental. “Escena del crimen. Desaparición en el Hotel Cecil” es demasiado sensacionalista para rendir un homenaje respetuoso, con demasiados cabos sueltos para hacer que los frikis de internet dejen los teclados.
Es sencillo encontrar en los creepypastas la herencia directa de Lovecraft, retrasando el impacto, careciendo de final y regodeándose en esa sensación de malestar físico que causa el terror prolongado, que tan adictivo resulta para los fans del género. Las imágenes del ascensor de Elisa Lam acaban de la misma manera: Elisa se va hacia un lado, el ascensor se queda abierto un largo rato y nunca más se vuelve a saber de ella. Quizá no había explicación que nos fuese a satisfacer y quizá solo queríamos que conjurase aquello que Lovecraft describía como “breathless and unexplainable dread”. Sea como fuere, “Escena del crimen. Desaparición en el Hotel Cecil” no está a la altura para sacarnos de dudas. ∎
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