Libro

Kari Hesthamar

So Long, Marianne. Una historia de amorYonki Books, 2022

15. 12. 2022

Publicado por primera vez en 2008, la biografía novelada de Marianne Ihlen no oculta lo que pretende ser: la hagiografía bien documentada de un ser de luz catalizador de dos prendas con pico de oro, el escritor noruego Axel Jensen y su antítesis hebrea de Montreal, el gran Leonard Cohen. El color fucsia de la edición española, el subtítulo del libro y la fotografía, discretamente desvaída, de Leonard y Marianne cogidos de la mano amenazan con revertir su turbulenta historia de amor en un folletín de Corín Tellado. Pero es evidente que Kari Hesthamar quiso despejar cualquier tentación sensacionalista y conviene recordar que el libro fue escrito con la colaboración en vida de la pareja.

Es en su propia fábrica donde se encuentra la debilidad y la fortaleza de “So Long, Marianne. Una historia de amor” (“So Long, Marianne. Ei kjærleikshistorie”), no de la canción de amor que le da título, una de las más desgarradoras de la historia. Sin quitarle, ni mucho menos, mérito a la periodista noruega, parece salirse poco del itinerario marcado en los diarios personales que Marianne escribió entre 1954 y 1972. Eso sí, Hesthamar ordena, da forma y esplendor –en tercera persona y a base de cristalinas frases cortas– a todo aquel material escrito por una veinteañera insegura y soñadora que se lanzó a la aventura de su vida. Huía del confort burgués de su hogar materno en Larkollen, localidad costera situada en el sur occidental del fiordo de Oslo.

Hesthamar también ha empleado las entrevistas y conversaciones mantenidas con la musa nórdica, incluyendo un viaje de ambas a Hidra en 2007 para “acabar de encajar las piezas”, así como multitud de notas y cartas, muy abundantes las de un paternalista e inestable Jensen y las de un enamorado consagrado pero a la fuga Cohen, que también aportó poemas inéditos dedicados a Marianne. Una entrevista de 2005 con él acaba de brindar al lector esa visión conectada a la memoria íntima de los amantes. Un detalle: “So Long, Marianne” no abría la cara A del primer álbum de Cohen. Lo hacía “Suzanne”, madre temperamental del primer hijo del seductor más tierno e implacable del siglo XX.

La lectura de “So Long, Marianne” te sumerge en un mundo melancólico y perdido, superpuesto al griego de Homero aunque ninguno de sus héroes recalara en Hidra. Porque de cuitas sentimentales, sempiternas huidas y grandes gestas se compone la aventura de sus principales protagonistas con la mítica isla del Egeo en primer plano. La autora dibuja estampas casi antropológicas de aquella isla árida y pintoresca donde se establecen precariamente Marianne y Jensen a finales de los años 50. Una Arcadia policefálica que se va poblando paulatinamente de protojipis inadaptados, jóvenes artistas y aristócratas curiosos hasta convertirse en la mina turística que es hoy.

“Yo vivo. La vida es mi arte”, sería la tesis del libro y el lema vital de una mujer de la que no hablaríamos si no fuese por Leonard Cohen. La pregunta es: ¿hubiese sido este quien fue sin sus cuidados? No puede haber respuesta, pero la debilidad de “So Long, Marianne. Una historia de amor” no estriba en esto, sino en cierta dulcificación del drama griego de Marianne. Por eso, no viene mal simultanear sus páginas con el relato, mucho más descarnado, del documental “Words Of Love” (2019), de Nick Broomfield. Cicatrices cauterizadas en los abusos psicológicos de Axel Jensen, los internamientos institucionales de Axel júnior o las infidelidades tóxicas de Cohen. Más intangibles serían las secuelas generacionales inducidas por el sueño psicodélico de Hidra en aquel pequeño grupo de privilegiados.

El encuentro de Marianne con el poeta total –sumar a sus palabras aquel rostro cincelado por Abraham, la voz del Hades más profundo y toda aquella música celestial le hacen indiscutible acreedor de dicho título–, el “hombre de la gorra inglesa” que la invitó a sentarse con unos amigos en los humildes ultramarinos del puerto de Hidra, se produce en la página 121. Poco a poco, el mapa mitológico, topográfico y temporal de esta historia de amor eterno va desvelando sus contornos hasta completarse: el primer año en Hidra, aquel otoño inolvidable, su viaje a Oslo en coche, la intentona de Montreal, el distanciamiento y un fin que en realidad no lo fue. Porque aquí estamos. ∎

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