Película

La nube

Just Philippot

Por Gerard Casau

09. 04. 2021

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Siempre he creído que uno de los triunfos más sibilinos del capitalismo es haber logrado que los artistas perdieran interés en retratar a personas trabajando, como si el laboral fuera un espacio y un tiempo residual, carente de interés dramático. En “La nube” (2020; en España, 2021), Just Philippot corrige esa tendencia, dedicando una considerable parte de su metraje a detallar los pormenores que su protagonista, Virginie (Suliane Brahim, admirable en su entrega a un martirologio extenuante), debe realizar para mantener a flote su granja de langostas, destinadas a convertirse en alimento.

De la compra de materia prima en la otra punta del mundo a la cantidad necesaria de insectos que debe vender para que la producción resulte rentable, pasando por las lagunas legales que regulan una actividad profesional aún repleta de zonas grises, toda información resulta esencial para comprender la precariedad y la angustia que marcan el día a día de Virginie. Estas condiciones explican la adopción de medidas extremas cuando el personaje descubre accidentalmente que la sangre potencia el crecimiento de las langostas… y hace de ellas unas voraces depredadoras.
Porque, y ahí está la clave de la cuestión, la atención al detalle de que hace gala “La nube” no se traduce en un drama social, sino que se magnifica como un modélico relato de género, con unas coordenadas que no quedan muy lejos de las de los bichos letales de “Squirm” (Jeff Lieberman, 1976), “Slugs. Muerte viscosa” (Juan Piquer Simón, 1988) o “Phase IV” (Saul Bass, 1974). No hablamos ya de una alegoría crítica, algo relativamente frecuente en el fantástico, sino de una historia de terror que tiene su base y su motor narrativo en los males turbocapitalistas.
La ópera prima del francés Philippot no es otra cosa que una tragedia del body horror, que entiende este concepto, fundamental en el imaginario del horror contemporáneo, como llevar al extremo la explotación del cuerpo. Una idea encapsulada en la imagen, terrible y poderosa, de una mujer que ofrece su propia sangre a los insectos que han de convertirse en el bien material que le permitirá ganar el sustento con el que sacar a su familia adelante. ∎

La sangre potencia el crecimiento de las langostas… y hace de ellas unas voraces depredadoras.
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