Admirada, pero todavía demasiado desconocida, el trazo de Núria Pompeia creó un espacio para el feminismo en el humor gráfico español desde los años 60. De “Maternasis” a “Las metamorfosis”, la obra de la pionera se despliega con expresividad vanguardista, provocando una sensación de descubrimiento en cada una de sus viñetas.
El pasado mes de marzo vio la luz la lista de los 100 mejores tebeos españoles impulsada por Rockdelux. En ella figuran obras y autores bien conocidos del pasado y el presente de este medio: de Carlos Giménez y Víctor Mora a Francisco Ibáñez y Miguel Gallardo. Lo interesante del listado, en cambio, aflora tras una lectura atenta: hay quince obras realizadas por autoras; de ellas, una docena son ya del siglo XXI; y, de esas autoras, solo seis tienen más de cuarenta años. Casi todas están en activo, alguna consagrada desde los años 80 e incluso hay tres premios nacionales. El primer nombre femenino no aparece hasta el puesto 17. Es el de una humorista gráfica, ilustradora y escritora que comenzó su carrera en las postrimerías del franquismo y la desarrolló con intensidad durante la transición. Nunca se han reeditado sus obras, hasta hace una década su nombre apenas se recordaba fuera de ciertos círculos feministas, pero su memoria ha sido reivindicada con fuerza en los últimos años. ¿Quién fue Núria Pompeia?
Núria Vilaplana Buixons (Barcelona, 1931-2016) nació en una familia de clase media y conservadora la primavera en la que echaba a andar la II República. Fue una joven aplicada, pero su padre, ingeniero y requeté, no le permitió seguir con sus estudios. “No quiero mujeres sabias en casa”, le llegó a decir, algo que ella jamás olvidó. Con ese trauma y casada muy joven con el intelectual Salvador Pániker, durante mucho tiempo se dedicó a su casa y a sus hijos, hasta que la relativa apertura de los años 60 la ayudó a replantearse su vida y evolucionar. Trasladó sus deseos de justicia social al terreno político, lo que la llevó a militar durante unos años en el Partit Socialista de Catalunya y a desarrollar un pensamiento pacifista, ecologista y feminista. Su trayectoria se inserta, de este modo, en la misma generación de Maria Aurèlia Capmany, Lidia Falcón y Carmen Alcalde, pioneras de un feminismo que eclosionaría a partir de 1975.
Aunque llegó a montar un negocio de confección, fue en la treintena cuando decidió dedicarse al dibujo. “La necesidad de expresar mi visión crítica de la realidad”, explicaba, “la encaminé a esta práctica de fácil compaginación con mis obligaciones domésticas y familiares”. En 1967 nació su primera obra: “Maternasis”, editada por Kairós, un reflejo desmitificador de la maternidad a través de sus propios embarazos. Valiéndose de un estilo gráfico de trazo ligero pero expresivo, en la línea de autores como El Perich, su fina ironía salpicó algunas de las cabeceras más relevantes de la transición. En ‘Por Favor’ mantuvo secciones como “Felices 70”, donde daba voz a una pareja de ancianos, y “Las mujeres objeto-ras”, con ilustraciones y textos que eran una ventana a su pensamiento, transgresor y crítico también con la izquierda política. En ‘Vindicación feminista’ ilustró con potentes metáforas gráficas las “Cartas a una idiota española” de Lidia Falcón. Pero fue en ‘Triunfo’ donde realizó su trabajo más innovador. Mediante secuencias mudas de siluetas negras, que se transforman hasta cambiar su significado, “Las metamorfosis” son una propuesta plástica vanguardista de gran expresividad, reveladora no solo de la capacidad comunicativa de la imagen, sino también de la mordaz crítica social característica de Pompeia.
La generación de mujeres que luchó por la democracia recuerda, todavía hoy, su “Mujercitas” (Kairós, 1977), obra combativa y pedagógica que despertó muchas conciencias feministas. En cambio, el recuerdo de Pompeia no tuvo el mismo eco en el cómic: la recuperación de su trabajo ha sido tardía, pero ha dado buenos frutos. En 2012, Pepe Gálvez realizó “Núria Pompeia. Sola davant la vinyeta”, exposición que en 2015 revivió fuera de Cataluña con charlas sobre la autora. El Colectivo de Autoras de Cómic le dio, en 2013, su primer Premio Honorífico, y cinco años más tarde, Gálvez comisarió, esta vez junto a Alfons López, “Dones dibuixades. Sis autores d’avui revisiten Núria Pompeia”. A todo ello se suman numerosos estudios académicos, algunos realizados fuera de nuestras fronteras.
Es más que evidente el reconocimiento de la calidad de su trabajo y la firme reivindicación de su figura desde algunos sectores del cómic. Y esto, en última instancia, es lo que explicaría que ese centenar de profesionales que votaron la lista de los 100 mejores tebeos españoles situaran a Núria Pompeia, nuestra gran pionera del humor gráfico feminista, en el lugar que se merece. ∎
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