Partiendo de un reflexivo proceso de autoevaluación, Angus Fairbairn aka Alabaster DePlume decidió abrir una fase de sanación que pasaba por ralentizar su ritmo vital y por dotar a la intacta espada de un simbólico papel liberador: cortar con sus tóxicas ataduras para encontrarse a sí mismo. Grabado parcialmente en Palestina, su EP “Cremisan: Prologue To A Blade”, sumado al poemario “Looking For My Value: Prologue To A Blade” –muchos de cuyos textos se replican en este álbum–, ambos lanzados a finales de 2024, allanó el camino a un “A Blade Because A Blade Is Whole” que expande ahora su ideario a través de once composiciones de vocación terapéutica y espiritual.

Compuesto, producido y arreglado por un líder que también se responsabiliza de saxos, voces, guitarras, bajos y sintetizadores, el disco diseña un poroso itinerario preñado de referencias filosóficas, sociales y poéticas, a cuyos pliegues y matices también aportan la guitarra de Conrad Singh, la batería y las voces de Donna Thompson, el piano de John Ellis, el bajo y la voz de Ruth Goller o las voces y las percusiones de Momoko Gill. Construcciones amigas de la sugerencia que discurren por místicas atmósferas, reflejos folclóricos, fantasmales tramas vocales aplicadas a modo de instrumento y envolventes arreglos de cuerda, suscritos por Macie Stewart, como los que ofrece ese inicial y reposado “Oh My Actual Days” (con vídeo responsabilidad de Rebecca Salvadori, al igual que la portada del álbum) que invita a valorar el momento real; una introducción casi instrumental liderada por su saxo a la que sucede un “Thank You My Pain” que subraya la importancia de hacerse eco del dolor propio. Su voz vuelve a protagonizar un delicioso “Invincibility” de hechuras folk, arropado por un angelical coro y por cuerdas en una oda a la invulnerabilidad de los sentimientos, documentada en un original vídeo dirigido por Niall Trask. Y de nuevo las cuerdas introducen un “Form A V” guiado por la palabra confesional y cercana del músico y poeta mancuniano y coronado por su saxo, en una referencia a su práctica con el arte marcial del jiu jitsu.

Unos arabescos enmarcados en un sutil ritmo dub de “A Paper Man” dan relevo a un bloque instrumental, con tenor y barítono conquistando protagonismo en un melancólico discurso que envuelve todo el disco y que invita a la introversión pero también a la lucha, con el genocidio palestino en mente: mientras que “Prayer For My Sovereign Dignity” suscribe un conmovedor canto a la autoposesión, “Kuzushi” se bautiza con un término que representa la ruptura del equilibrio del oponente. El usual y trémulo vibrato de su saxo adquiere dinamismo en “Salty Road Dogs Victory Anthem”, y su voz retorna, susurrante, en “Too True” para hablarnos de pérdidas, propias y ajenas, arropada por enésimas cuerdas. “That Was My Garden” clausura con una mayor carga de épica un disco que suena a meditativo y balsámico monólogo interior pero que no posterga el activismo político de su autor. Un penetrante trabajo de absorción lenta pero segura. ∎