Es curioso que, justo después del mejor año de Phoebe Bridgers –con “Punisher” (2020) elevado casi al estatus de generacional, uno de los discos clave de los últimos años del indie rock, y convertida ella en una artista de arena en los EEUU–, boygenius decidieran formalizar algo que hasta entonces todos entendíamos como esporádico. Supongo que, después de todo, la amistad lo puede todo. El primer EP del supertrío integrado por Bridgers, Julien Baker y Lucy Dacus se situaba en el espacio interseccional de sus universos creativos, explotaba lo que las tres, desde sus propios mundos, tenían en común. Pero pocos esperábamos la solidez que finalmente muestran en “the record”, un debut en muchos aspectos inesperado.

Una de las claves de su unidad como disco está en la elección de un único equipo de producción, liderado por Catherine Marks, para dirigir las sesiones. Una decisión que buscaba construir, esta vez, un universo propio para boygenius. Con él han dado, por primera vez, su primera gira internacional, brillando a un nivel que seguramente fueron incapaces de imaginar y demostrando una contundencia y un poderío difícil de ver ahí fuera: tuve la enorme suerte de verlas asaltar el segundo escenario de Coachella este mes de abril y son un trueno; no sería descabellado afirmar que han sido la banda de rock americana más en forma del año, oscura y explosiva, introspectiva y expansiva, absolutamente empática y emocional.

Empastadas como nunca, más un grupo con todas las de la ley que un supergrupo, “the rest” llega como una forma de demostrar que ahora también son capaces de ser boygenius sin producirse de forma monolítica, sin ser “solo” boygenius. Dejando que cada una brille dentro del conjunto con su propio estilo en un espacio que, ahora sí, está creado con anterioridad para las tres: un laboratorio de composición colectiva. Ha dicho Dacus que las sesiones definitivas para completar el EP llegaron a reunir en el estudio a más de una docena de personas, incluyendo no solo al equipo con el que el trío había trabajado “the record”, sino a los equipos con los que cada una trabaja habitualmente sus proyectos en solitario: Calvin Lauber –por parte de Baker–, Collin Pastore y Jake Finch –por parte de Dacus– y Marshall Vore, Conor Oberst y Christian Lee Hutson –por la de Bridgers–.

De todo ello se desprenden cuatro temas sostenidos por sus tres identidades, cada una representada en una canción, bien separadas, pero del mismo modo unidas casi simbióticamente en algo que trasciende la suma de sus partes. El espacio y las referencias cósmicas se confunden entre todas revelando inquietudes comunes, aunque cada una las resuelva a su manera. Bridgers con su explícita amargura, con esa ternura desoladora, en “Voyager”. O Dacus con una ironía entre mordaz y delicada, humilde y nada hiriente, en “Afraid Of Heights”. O Baker llevándose la palma en esta nueva reunión con la que es una de sus mejores canciones, “Power”, un cuento sobre descubrimiento personal con forma de historieta de superheroínas sostenido por su performance desnuda y esa guitarra insistente y rugosa marcando el ritmo, dejando implícito cualquier atisbo de estallido. Abre el EP “Black Hole” con el trío uniendo fuerzas y marcando el tono más etéreo y ensoñador que va a ser constante y con el que sirven de complemento a “the record”: jugando a las palabras, “the rest” es tanto eso, el resto, canciones que se quedaron fuera del disco y que vienen, de algún modo, a completarlo, como el descanso merecido del trío tras un año impecable. ∎