He aquí un disco conceptual que no resulta, ni mucho menos, un peñazo. Que desvela una veta creativa de un autor que se desvía ligeramente de su sendero principal sin renegar de sus proverbiales cualidades. Que no recurre a ejercicio de estilo alguno ni se nutre de la mímesis. Que resulta hasta cierto punto novedoso y reconocible a la vez: al fin y al cabo, lo que cabe pedirles a los músicos a quienes seguimos o incluso admiramos. Ahí está la inconfundible voz de quien fuera frontman de los exquisitos Wild Beasts, ese mascarón de proa que señala el camino con registro de contratenor, merodeando el falsete. Pero también un talante orgánico que se desmarca del synthpop explorado en sus dos trabajos anteriores a su nombre, facturados tras la disolución de la que fuera su banda entre 2002 y 2018. Aquí es fundamentalmente el clarinete de Jack McNeill, principal responsable de unos arreglos –trombón, trompeta, sacabuche– cuyo tratamiento recuerda al sonido del “Fossora” (2022) de Björk.
La materia literaria proviene de “Ness” (2019) de Stanley Donwood y un Robert Macfarlane a quien Hayden Thorpe conoció por un libro anterior, “Landmarks” (2012), y a quien sedujo su forma de hilvanar un relato en torno a Orford Ness, una reserva natural en la zona costera de Suffolk, conocida sobre todo por albergar un antiguo centro de desarrollo de armamento del Ministerio de Defensa que estuvo en funcionamiento durante las dos guerras mundiales y el período de Guerra Fría hasta que en 1993 fue incorporado al National Trust. No se ha publicado en castellano, pero esa transición de laboratorio bélico a paraje ecológico, esa inquietud que combina cierto humanismo con la necesidad de creer en algo que nos libre del apocalipsis de un cambio climático que no estamos sabiendo –a veces, ni queriendo– enfrentar, sobrevuela cada uno de sus trece cortes, incluidos esos interludios (“Gull”, “Hagstone”) presididos por un spoken word con voz femenina recitando pasajes del libro o instrumentales de tonalidad sci-fi como “WTF Is That?”.
Frondoso y exuberante, pero sin llegar a resultar cargante, el tracklist depara algunas de las mejores melodías que le hemos conocido a Thorpe desde que navega solo: el seductor minimalismo de “It”, el sensual demarraje rítmico de “He”, el sereno tono acústico con el que se despereza la luminosa “They”, la abracadabrante seducción de “V.” o el minimalismo pianístico a lo Michael Nyman de la preciosa “Closer Away”, abrochando de intimidad un temario repleto de sentido y sensibilidad. ∎
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