El culto hacia Hello Cuca ha ido creciendo a medida que su silencio se agrandaba. Aunque nunca llegaron a disolverse oficialmente, no han grabado nada desde que, en 2009, aportasen cuatro temas inéditos al imprescindible recopilatorio de singles, EPs y rarezas “Esplendor en la arena” (auspiciado por Austrohúngaro, ilustres fans suyos) ni han vuelto a tocar en directo desde 2010.
Ahora es el sello La Castanya quien se ha decidido a reeditar, por primera vez en vinilo, el que fuese su único álbum, publicado en CD en 2004. Si ya entonces el trío formado por Lidia y Mabel Damunt y Alfonso Melero era una rara avis en el rock español, ahora lo parece más todavía. Eran astutas, rabiosas y muy sorprendentes. Bebían del movimiento riot grrrl, pero nunca se quedaron en la mera copia de sus referentes, sino que construyeron su propia personalidad e inventaron un nuevo mundo agitándose entre una idea del rock juguetona y primitivista, imaginativa y salvaje, que reivindicaba sin hacer uso obvio de lo reivindicativo. Aquel Gran Sur al que aquí invocaban, al verlas en las fotos y escucharlas, podría ser el Delta del Segura o el del Misisipi, pero también podría ser un lugar completamente nuevo, una fantasía de cómic a la que, además, aportaban un vibrante uso de las onomatopeyas. El “¡buaaaah!” de las lágrimas, el “¡pa-pa-bom-bom!” de la “¡fies-taaa!”, los zapatos cha-cha-cha y el doo-wah-dah. Mabel escribía las letras para que las cantara (o gritara) Lidia y estaban llenas de frases sencillas que te hacían pensar (“No es lo que hagas, sino a quien le dejas verlo”) y de cosas que, a su manera, parecían contar lo que a ellas les importaba de la vida: desde el poder emocional de “Cuídate” o “Los críos que conocimos en el videoclub” a su vinculación con la organización del Ladyfest Madrid al encadenar los títulos “Lady yo” y “Hay una fiesta”.
No hay ninguna novedad con respecto al repertorio incluido en el disco original, pero sí un detalle relevante. Al ver, por ejemplo, que el corte 1 y el 7 son como intros instrumentales (de un total de 12 “canciones Rompepistas”), parecía claro que, desde el principio, concibieron la secuencia como si fuese un LP con sus dos caras, así que ahora todo adquiere más sentido. Además de la oportunidad del rescate y la revalorización: en su momento, y aunque era un grupo muy bien considerado en nuestra escena underground, no llegó, por ejemplo, a entrar en la lista de lo mejor del año para Rockdelux. Con la perspectiva, creo que muchos podemos darnos cuenta de que eran incluso mejores de como las recordábamos. Y me siento entristecido de haber escrito esta reseña en pasado, con el deseo de reconvertirla al presente. ∎
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