El cuarteto de cuerda neoyorquino JACK Quartet, y especialmente su líder y primer violinista, Christopher Otto, lleva tiempo colaborando con John Zorn. Desde hace años es el grupo que ejecuta sus composiciones para cuerdas. También han interpretado obras de Iannis Xenakis, György Ligeti, John Cage, Helmut Lachenmann y Elliott Sharp. El presente disco doble, “The Complete String Quartets”, es una operación de cronología y síntesis de los trabajos de Zorn en este género de música clásica y contemporánea, y lo lógico es que esté grabado por el JACK Quartet, constituido actualmente por Otto, Austin Wulliman (violín), Jay Campbell (violonchelo) y John Pickford Richards (viola).
No son temas nuevos, aunque sí están arreglados de modo distinto. El primero, y el que mejor define su aproximación a la música de cartoon, “Cat O’Nine Tails”, escrito en 1988, ha aparecido en distintos álbumes del compositor y saxofonista neoyorquino, así como en versiones de otros músicos, caso de Kronos Quartet en “Short Stories” (1993). Es una auténtica maravilla que nos transporta inmediatamente al universo de Tex Avery, Chuck Jones, Carl Stalling, El Coyote y Correcaminos o Droopy, directores, músico y personajes emblemáticos de la gran era de los cortos de animación de Warner Bros. y Metro Goldwyn Mayer: la forma de segar las cuerdas, iniciar melodías de acento rural rápidamente transgredidas, las pausas y las aceleraciones al límite, la fina ironía que transmiten los sonidos conectados con la cómica irrealidad que aquellos cartoon irradiaban.
“The Dead Man”, dividida en trece partes, data de 1990 y está inspirada en la novela corta de Georges Bataille “El muerto”. Es una de sus primeras incursiones en el universo de las transgresiones eróticas preconizadas por el autor francés, pero la partitura está bastante ligada al trabajo con la música de cartoon, solo que con más variaciones y tensiones. “Memento Mori”, la obra más larga, fue escrita en 1992 y dedicada a su habitual colaboradora Ikue Mori. Ya navega por océanos de sonidos mucho más disconformes, con violines de oscura profundidad y espacios para remansos líricos con cuerdas casi susurradas, pero siempre con un presagio dramático que hace honor al subtítulo en latín que tiene la pieza, “Ignotium per ignotius”, aquella explicación que es menos familiar o habitual que el concepto que está explicando. “Kol Nidre” es uno de los temas más hermosos de Zorn cuando invoca directamente sus raíces hebreas sin deconstrucciones ni alteraciones. Forma parte del primer songbook de Masada, de 1996, y posee pasajes muy cinematográficos en la estela de los scores de Alex North o Ernest Gold.
“Necronomicon” la compuso en 2003, en cinco actos y para violín solo, pero pronto se integró en su repertorio de cuartetos de cuerda. Los cuatro instrumentos se sumergen en los misterios de una de las temáticas predilectas del autor: magia, alquimia, esoterismo, ocultismo, misticismo, brujos y hechiceros, todo bajo el influjo directo de Alesteir Crowley. El sonido rememora tiempos arcanos, profundos y enigmáticos, como en el último acto, “Asmodeus” –nombre de un príncipe de los demonios abrahámicos y título de uno de los 32 discos de la serie “Book Of Angels” (2005-2017)–; no sería extraño escuchar “Necronomicon” como banda sonora para un filme clásico y rompedor, “La brujería a través de los tiempos” (1922), del danés Benjamin Christensen. En similar línea está “The Alchemist”, de 2011, esta vez inspirado en el matemático, astrólogo y ocultista del siglo XVI John Dee, quien, según dejó escrito él mismo, se entrevistó con los ángeles a través de un médium. Zorn asciende y relaja las cuerdas, con un violonchelo que las violenta subterráneamente, en tránsito hacia un misticismo abrupto.
“The Remedy Of Fortune”, de 2015, tiene momentos sobrecogedores, evoca ciertos elementos de la música medieval –particularmente reconocibles cuando la pieza llega a su ecuador– y discurre en torno a la idea del amor romántico y todo lo que comporta, del deseo a la frustración pasando por devoción, dolor, esperanza, belleza, éxtasis, intoxicación e ira. Al flujo de tales emociones le corresponden fragmentos musicales en oposición, pero no hay evocaciones edénicas ni atmósferas idílicas; del descubrimiento a la desesperación hay solo un paso. Cierra “The Unseen”, elaborada en 2017 para ser presentada al año siguiente, con el mismo JACK Quartet, durante la exposición de la obra pictórica de Hilma Af Klint en el Guggenheim de Nueva York. La fuente de inspiración procede de esta pintora abstracta, precursora sueca de la espiritualidad en el arte en los primeros compases del siglo XX, y viene a resumir, con su contraste entre zumbidos inquietantes, silencios constantes y pizzicatos aéreos, el carácter fuertemente espiritual, entendido como éxtasis estético, que ostentan la mayoría de estas piezas zornianas.
Para seguidores del músico en general, y de sus obras para cuarteto de cuerda en particular, aquí van otras referencias donde encontrar estos temas, en formulaciones similares o distintos grados de ejecución. Los cuatro que integran el primer disco de “The Complete String Quartets”, “Cat O’Nine Tails”, “The Dead Man”, “Memento Mori” y “Kol Nidre”, aparecieron en “The String Quartets” (1999) interpretados por The Zorn Quartet –creado para la ocasión por Mark Feldman y Joyce Hammann (violines), Erik Friedlander (violonchelo) y Lois Martin (viola)– y dos décadas después en “John Zorn / Quatuor Molinari” (2019), a cargo de este cuarteto de cuerda canadiense. Las mismas piezas también formaron parte del doble “Cartoon / S & M” (2000), las dos primeras en representación del sonido para dibujos animados y las otras dos en cuanto a la interpretación musical del sadomasoquismo, y fueron ejecutadas por los neerlandeses The Mondriaan Quartet, más una lectura añadida de “Kol Nidre” con cuarteto de clarinetes. “Necronomicon” procede del disco “Magick” (2004), con interpretación del Crowley Quartet, conformado por Jennifer Choi y Jesse Mills en los violines, Fred Sherry al chelo y Richard O’Neil a la viola, en evidente homenaje a Alesteir Crowley. “The Alchemist” es el primero de los dos temas de “The Alchemist” (2014), el tratado sobre filosofía hermética y esoterismo compuesto para otro cuarteto del que formó parte el violonchelista del JACK Quartet, Jay Campbell, más Jesse Mills y Pauline Kim (violines) y David Fulmer (viola). “The Remedy Of Fortune” es de “Sacred Visions” (2016), con la primera formación del JACK Quartet en la que Ari Streisfeld y Kevin McFarland tocaban violín y chelo, respectivamente. “The Unseen” no había aparecido en disco hasta ahora. ∎
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