Este auténtico polvorín de jazz experimental en forma de siete discos conviene administrarse en pequeñas dosis. Son en total veinte temas, de entre tres minutos el más corto y cuarenta el más largo, que dan como resultado seis horas de turbulencias sonoras registradas en la gira japonesa de 2019 realizada por el batería noruego Paal Nilssen-Love y el saxo tenor y clarinetista estadounidense Ken Vandermark, dos “héroes” del actual free jazz transoceánico que ya llevan dos décadas trabajando juntos y en distintas formaciones. Cuatro temas fueron capturados en Tokio el 4 de diciembre, otros cuatro el día después y tres más el día 6 en la misma ciudad: la suite Tokio. Se tomaron un respiro para viajar hasta Onomichi, en la prefectura de Hiroshima, donde registraron cinco nuevas piezas el 17 de diciembre, y otras cuatro en Osaka el día 22. “Japan 2019” puede escucharse bien por discos o separándolos por conciertos, o de otro modo: en función de que músicos de la escena de vanguardia japonesa los acompañan. El orden de los factores no altera demasiado el producto.
Porque Nilssen-Love y Vandermark se sienten igual de cómodos, o eso traduce la escucha agitada de este por lo general convulso disco(s), tocando en dúo, atropellándose y desgastándose mutuamente como demuestra una de las piezas iniciales –ninguna tiene título, son pura improvisación–, y repartiendo esfuerzos con los veteranos pianistas y compositores Yuji Takahashi –en cinco temas de los conciertos de Tokio– y Masahiko Satoh –en cuatro en la misma ciudad–, y con el saxo alto Akira Sakata en la actuación de Onomichi. Hablan la misma lengua y dialogan con similares frases. Pero a veces parece que uno apacigüe un poco a los otros dos: es el caso de la primera de las piezas en las que el dúo invita a Takahashi. Con el otro pianista, las cosas son algo distintas: Satoh toca de forma más entrecortada, entrando y saliendo, rugiendo a veces de manera más espasmódica que el saxo de Vandermark, pero también apaciguándole, como demuestra el bello inicio del segundo tema del compacto quinto, uno de los “cortitos”.
En todo caso, puro entendimiento, el mismo que con Sakata, músico acostumbrado a tocar con improvisadores occidentales (Manfred Schoof, Jim O’Rourke, Peter Brötzmann, Sonny Sharrock, Bill Laswell, Jeff Parker, Andrea Centazzo) y que aquí establece con Vandermark largas y respetuosas conversaciones entre saxos mientras Nilssen-Love no para de golpear los tambores y hacer vibrar los címbalos. Sakata improvisa a veces vocalmente, con una entonación gutural que crea una extraña atmósfera en forma de relato fantástico, en la que poco a poco, con calma, van entrando los instrumentos. Lo dicho, administración cauta: lo más recomendable es una hora de música a la semana y al séptimo día, descansar, o un CD cada día sin jornada final de asueto. ∎
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