Publicado el pasado 9 de diciembre, este primer disco conjunto del barcelonés Pedro Vian y el italiano Daniele Mana se grabó precisamente en el invierno del año pasado, durante tres jornadas de estudio en Turín; y sí, hay algo muy invernal en su puesta en escena, tan próxima a la solemnidad de un paisaje nevado como al recogimiento y el refugio frente la gelidez exterior. No hay aquí apenas rastro de ritmos y ni mucho menos insinuaciones al baile; todo se desarrolla en un espacio cósmico, mental o sensorial que fluye como un río de lava, en continua evolución y máxima continuidad. “Cascades” se escucha o tiene que ser escuchado del tirón; no admite shuffle o cambios bruscos de timón, ni tan siquiera pausas (aunque las hay, muy breves, entre algunos tracks); los once temas, en realidad, son uno solo, y de ahí que se llamen todos igual (o prácticamente). En ese sentido, probablemente influido por la proximidad de su fallecimiento, puede recordar a la estructura de “E2-E4” (1984) de Manuel Götsching, aunque estilísticamente está más cerca de otros mitos alemanes de la kosmische musik, como Tangerine Dream o Popol Vuh. De hecho, no cuesta mucho imaginarse estas composiciones acompañando las imágenes de un nuevo documental de Werner Herzog sobre volcanes en erupción o junglas perdidas.
Ambos, Vian (jefe de Modern Obscure Music y sobradamente conocido en la escena de la Ciudad Condal, aunque haya pasado varios años en Ámsterdam) y Mana (que ha firmado alguno de sus mejores trabajos con el nombre de Vaghe Stelle y es cómplice de Lorenzo Senni en el proyecto One Circle) parecen querer abandonar momentáneamente caminos ya andados en solitario para entrar cogidos de la mano en territorio ignoto. Y no solo a nivel sonoro o genérico. El disco viene marcado por algunas ideas y conceptos que no necesariamente emergen en una primera escucha pero que están ahí agazapados, listos para brillar si agudizamos tímpanos y sentidos. Hay una voluntad de encontrar un posible lenguaje entre naturaleza y tecnología, a través de sintes orgánicos, drones, cuerdas clásicas, voces sampleadas y filtradas y música concreta. Y existe también, según explican ellos mismos en la nota de prensa, una evocación sónica del infierno de Dante visto como el lugar inevitable al que van a parar las almas tras el largo viaje post mortem.
“Cascades” es ambicioso, elevado, espiritual y misterioso; también físico y seductor, frío y sensitivo, bastante exigente y un poco mareante. El resultado de la unión de dos músicos exprimiendo al máximo la libertad de movimientos concedida mutuamente durante tres días para dar forma a algo nuevo, especialmente para ellos mismos, y que probablemente nunca hubiera sido posible sin ese feliz encuentro. ∎
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