El lápiz es un arma. La escritura, una guerra. Y la escritura de letras de canciones, concretamente en España, una guerra de guerrillas. Hay que liberar la literatura cantada de este país de la dictadura de la mayoría (esa que todavía piensa, porque los grandes medios refrendan periódicamente su opinión, que poetas son Sabina o Manolo García). Los disparos procedentes del monte cada vez se escuchan más cerca. Cada vez son más los que se paran a comprender el punto de vista nada convencional sobre los grandes temas de Josele Santiago, los que se estremecen ante la sinceridad de Nacho Vegas, los que consiguen entrar en el mundo cerrado de Fernando Alfaro, los que descubren las múltiples connotaciones del léxico sencillo de J (Los Planetas) y los que se desplazan a otro plano de realidad con Joan Miquel Oliver (Antònia Font). Aunque el más literariamente consciente de todos (quizá rivalizando con Oliver), el que más se preocupa de que cada verso, de que cada palabra, sea un acontecimiento creativo es Antonio Luque. Y, ahora también, Luque es el que, sin abandonar las armas, tiende la mano al gran público (¿al enemigo?) con
“El fuego amigo”.
Estas conversaciones para el acercamiento entre artista claramente minoritario y audiencia decididamente mayoritaria se inician con la complicidad del alto rango de El Ejército Rojo, J, a la producción, quien no es la primera vez que se manifiesta a favor de
Sr. Chinarro (ni la primera vez que Chinarro se manifiesta a favor de Los Planetas: busquen el single compartido con versión de “Su mapamundi, gracias” a cargo de los granadinos y versión de “¿Qué puedo hacer?” a cargo del sevillano). “El fuego amigo” parece el primer disco de Sr. Chinarro donde se esfuerza por gustar. Al menos, por gustar tanto como Los Planetas. Los textos siguen multiplicándose en distintos significados (ahí el público es soberano: aunque Luque nos cuele
boutades y gilipolleces pensadas con los amigos en el bar, cuando nosotros las recibimos podemos interpretarlas a nuestro antojo), pero la música posee un brillo y unos asideros que son novedad. La casi flamenca
“El rito”, junto a Enrique Morente, podría metabolizarla hasta un fan de Los Rodríguez. También
“Dos besugos” o
“Morado” parecen radioformulables. Aunque en ningún caso parecen una rendición. Sr. Chinarro no ha rebajado su propuesta. Simplemente, la ha engalanado. ∎