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Supone la eclosión de Karmento como uno de los nombres clave de nuestro nuevo folk. Su universo es el de su pueblo, pero frente al realismo más crudo aporta una idea de fantasía. Incluso en crónicas de desamores como “Hay que soltar” y en apologías del decrecimiento como “Remanso” hay un halo poético propio que quiebra con el lugar común. También brota un componente sexual en muchas de las imágenes, que crean una sugestiva identificación entre la naturaleza, el cuerpo y la vida que fluye. David Saavedra
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Funciona como un todo, como un álbum de fotos en el que, si te quedas mirando cada imagen, vas descubriendo cosas ocultas con el tiempo. Es habilidad de sus letras el tratar temas aparentemente sencillos, tan manidos como los relativos a las relaciones sentimentales, con quiebros sutiles que muestran puntos de vista originales. Hay en el disco, menos precario que el anterior, acercamientos a los ritmos latinos y un punto synthpop e italo disco que brilla en la parte central. David Saavedra
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Un paseo por el jardín sonoro de Ibon en el que nada parece cambiar y, sin embargo, bulle lleno de pequeñas sorpresas. En su música las cosas no se cuentan, suceden mientras las transitamos y observamos con atención sus recovecos, y accedemos a los ocultos claros del bosque. Sus temas se sostienen y fascinan igualmente por sí solos y sin necesidad de ninguna introducción. Ibon vuelve a hechizarnos y llevarnos a claros inexplorados. Los seis años de espera han merecido la pena. Antton Iturbe
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No hay que tener miedo a compararlas con Vainica Doble, solo es necesario prestar la debida atención. Cuidadas armonías vocales, esa forma de cantar, clara y distinta, compartida con otras damas del pop nacional, casi el único que importa, ese de bajos vuelos y alto octanaje –Espanto y Single–, el acierto a la hora de usar sintetizadores y otros colores no invasivos de producción, o simplemente las grandes canciones, esas que dan vértigo y ponen la piel de gallina. José Manuel Caturla
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Esta obra podría considerarse una especie de Jekyll & Hyde musical, en la que Cariño emprende un viaje introspectivo para reconectar con su identidad fragmentada, con el objetivo de crear una pieza que refleje la complejidad de la experiencia humana y artística. Sin duda, este álbum acaricia el trap, el underground, lo urbano, o como lo quieran llamar, buscando un lugar firme y decididas a no pasar desapercibidas. Es toda una declaración, y si a alguien no le gusta, pues ya está. Ana Dara Peña Giraldo
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La electrónica pasa a ser oxígeno y todo sirve a esa calma chill house que domina la homónima “REPÚBLICA” o “RAVEL”, con una producción que por momentos recuerda a Four Tet. Lo orgánico se pone por delante junto a lo camerístico en “PARLAMENTO”. Toda experimentación está puesta al servicio de una belleza sublime, superior, inalcanzable y ¿divina? Es la mayor disonancia narrativa que provoca este trabajo: lo turbio es que entre tanta belleza no haya ni una pizca de oscuridad. Diego Rubio
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Juega a su favor el hecho de que su abordaje del dub sea más desde lo conceptual que desde lo estilístico; la apuesta es transgredir los límites naturales de un género para abrazar la experimentación desde la mesa de mezclas en un magma de ritmo cavernoso y texturas narcotizantes. Actúa como un bálsamo. A veces es necesario escoger el camino estrecho, pues por arduo que sea uno debe ser fiel a aquello que en su interior siente que debe hacer. Quien tenga oídos para oír que oiga. Dr. Decker
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El compositor parte del footwork, del EBM, del mákina y del punk, pero eliminando esos elementos que convierten cada género en zona de confort para sus oyentes. Sabe que no toda subcultura es contracultura y ocupa el espectro político que la electrónica minoritaria parecía haber perdido. Ante un underground cada vez más absorbido por la corriente dominante, el asturiano aparece con un trabajo que apunta su luz hacia el camino alternativo que pocos estaban encontrando. Marta España
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Los diez temas flotan en torno a las mismas obsesiones: personas precarias, ya entradas en la mediana edad pero que estiran su juventud. Son temas universales, pero las letras de Sergio Sanguino consiguen darle la chispa adecuada al poner el típico lloriquismo indie de la escuela posplanetera en el espejo y enfrentarse a ello a través del humor. La manera en que ensamblan las voces de Sanguino y Paula García es otro de los grandes valores de un grupo que sigue a punto de explotar. David Saavedra
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Antes que un disco fue un espectáculo en directo dirigido por Niño de Elche, que ha participado en la grabación. También los Maestro Espada, que firman la producción de un par de cortes de este trabajo que se nutre tanto de repertorio tradicional como de canciones firmadas por la propia Ferrer, y felizmente contaminadas por el patrimonio folclórico que forma parte de ella desde muy temprana edad. Tonadas de campo como “Malanat” conviven con gemas como “Heu” y su duende litúrgico. Donat Putx
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Más que de canciones se puede hablar aquí de composiciones, historias y paisajes sonoros creados con minuciosidad y un equilibrio entre intelectualidad y emoción, frialdad expositiva y fuego interno. Se perciben ecos de Jon Hopkins y Nicolás Jaar, productores que también dotan de continuidad expositiva, estructura, relato y épica a sus tracks. Y se percibe una voluntad de dotar de cohesión al conjunto, procurando no caer en lugares comunes ni permitir la categorización fácil. Carles Novellas
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Como si estuviese aprendiendo a cantar en su propio idioma, Gallardo quiere hacerse comprender empleando una vocalización calculada, sin perder una sílaba en el fraseo. Las palabras se entrelazan disfrutando del silencio con sonidos tecnológicos, cadenciosos y pulsantes. La madurez que alcanza culmina en este disco austero, un trabajo que puede resultar perturbador. Suspendido en el aire, “Cómo pasa el tiempo” propone con su escucha una de las mejores formas de no perderlo. José Manuel Caturla
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Se confirma, una vez más: es una de las voces (en sentido amplio) más singulares del actual panorama de la songwriter-performer. Se ha propuesto en “Moonlit Reveries” partir de la sencillez, tanto en las letras, con frases escuetas y directas, como en las líneas musicales y los patrones rítmicos. Y sin embargo no puede evitar que todo alcance una amplitud espacial, una atmósfera tan ensoñadora como realista, un misterio que indagar desde la más aprensible y acogedora melodía. Ricardo Aldarondo
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Estamos ante un sereno ejercicio de cantautoría folk/pop. Se ha optado por una paleta sobria que fortifica el trazo introspectivo de esta obra. Ambiente y contenido se relacionan no solo en la manera como la artista elaboró estas canciones, sino también en lo referente al entorno donde ha crecido, vive y se siente enraizada, la tierra del Lluçanès. En contraste con el breve minutaje del álbum, es mucha la mordiente y frecuentes los recovecos que hallamos en estas diez composiciones. Donat Putx
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Palmeras negras apenas tienen dos años de vida. Increíble si nos atenemos a la solidez de una propuesta como la presentada en este álbum, ceñido a la religión de lo inaudito. Una especie de relocalización única de clásicos del post-hardcore como fueron en su momento el “Spiderland” (1991) de Slint o el “Rusty” (1994) de Rodan. Poca broma. Si algo son palmeras negras es el vivo ejemplo de un grupo que solo sabe espantar las sombras desde la dicotomía salvaje de la tensión-distensión. Marcos Gendre
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“Parade & Nacho Casado” se decide por el pop sentimental característico del indie de toda la vida, bien afilado, eso sí, otra de las especialidades de Parade. Una especie de “libro del buen amor” y de la buena vida aristotélica. Un álbum anticlímax para estos tiempos de polarización ideológica y amenazas nucleares. Estos dos compositores extraordinarios hacen muy bien apostando por un sonido orgánico que palpita vida, circulando por autopistas elevadas que te hacen soñar. José Manuel Caturla
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El trío Fetus ha experimentado una evolución que no deja de ser tan llamativa como lógica, porque partiendo de lo que ha sido definido como punk ha ido incorporando elementos que a nivel instrumental los han acercado al folk de taberna, a la vez que ha enriquecido los textos de sus canciones con letras más trabajadas y sobre todo más enraizadas. El resultado de esta transformación que no deja de lado los orígenes estilísticos de la banda, sino que los embellece, es su nuevo trabajo. Ferran Riera
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La idea para su nuevo trabajo era desnudar su música para que resaltasen sus brillantes textos, eliminando para ello la sección rítmica, centrándose en un sonido acústico con guitarras, violonchelo y puntuales teclados y flauta. Si alguien ha seguido a GG Quintanilla en alguna de sus anteriores aventuras y le perdió la pista, este es un buen enganche para retomar. Y si nunca ha oído hablar de él, es una buena oportunidad de conocer a un artista que le da tanta importancia a sus letras como a su música. Pepe Nave
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Las nuevas texturas electrónicas y el punto rock de baile de raigambre noventera luce en “Lo que hay en mí”. En “El verano” conjuran a la Velvet Underground y a los grupos de chicas a través de la huella de Los Planetas. La búsqueda de nuevos parámetros y las ganas de salirse de los clichés aparece en “Mi barrio”. Se trata no de una obra de madurez, pero sí muy madura. Ecléctica, profundamente humana y otro capítulo en una trayectoria que habita su propio universo. La fuerza y el entusiasmo no decaen. Nacho Ruiz
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En su cuarto álbum dan la vuelta a su discurso y deciden rendir homenaje a algunos de sus héroes personales. Construyen un manifiesto artístico e ideológico donde lo conceptual se impone. En todos los casos la banda aporta un fondo electrónico, de tintes entre industriales y raveros, a textos que rinden pleitesía a sus figuras admiradas. Cada uno de ellos se resuelve de un modo diferente, pero lo más interesante es cuando la banda consigue que los homenajeados se impliquen. David Saavedra
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Haciendo honor a la trayectoria de Toledano, que ha criao su voz en tablaos y peñas flamencas y reconoce haber sido una estudiosa del cante, tiene más que ver con lo jondo que con lo electrónico, con la raíz que con el experimento. Y las maquinitas se limitan a componer un colchoncito ambient, un paisaje frío sobre el que empezar a dibujar. Lo banal, lo mundano, la tierra mojada, se tratan con profundidad espiritual, con trascendencia religiosa, y es ahí donde más flamenco el álbum resulta. Diego Rubio
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Más allá de estos tonos renovados en su paleta de colores, se distingue por ser su colección más nutrida de cortes con hechuras de single. El catálogo de pruebas ganadoras, a base de nervio y electricidad, que las ha aupado a lo más alto del punk rock patrio, sigue tan latente como siempre. Romper con los referentes más evidentes surge de forma natural, con un sonido que cada vez es más Bala. Entre las dos han conseguido forjar una receta totalmente personalizada que promete ir incluso a más. Marcos Gendre
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Se encuentra entre lo más completo e inspirado que ha facturado nunca. Ha renunciado a hacer de su marca una matriz inalterable. Y aunque su modo de contar las cosas sea básicamente el mismo, hay una evolución bien patente en su envoltorio. “Flipper” suena a canción fronteriza al estilo de Ry Cooder, “El alto mando” es un medio tiempo embriagador, “Altavoz Bluetooth” emite cálidas radiaciones latinoamericanas. Casi siempre hay movimiento en su sala de máquinas, y se suele notar. Carlos Pérez de Ziriza
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Uno se imagina a sus autores paseando por los caminos, reflexionando sobre su momento existencial mientras contemplan la naturaleza, recluyéndose a leer o amar en una casa de campo al fuego de la chimenea o buscando a algún amigo con quien compartir unos vinos. Es música de mediana edad, cuya poesía crece con la calma, y que, al igual que sugiere la fotografía de portada, hace crecer árboles sobre ruinas emocionales del pasado. David Saavedra
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La música de “Impasse” fluye de manera continua, con oleadas de inspiración que exploran sus conciencias actuales. Como si estuvieran escarbando en sus propias experiencias, las palabras cobran vida, pero es realmente la suavidad melódica la que contribuye a aligerar el peso de las letras, desenmarañando con sinceridad el presente y abriéndose camino con positividad hacia el porvenir. La influencia de Tom Petty flota en un disco dedicado, entre otros, a Rafael Berrio. Aquí todo queda entre los grandes. Ana Dara Peña Giraldo
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Tras acercarnos a esta criatura rabiosa, resulta imposible escapar de la atracción que suscitan estas nueve canciones, sencillamente irresistibles en todas sus diferentes formas adoptadas. Por sus cuatro esquinas rondan guiños inequívocos a Coil, Swans, Esplendor Geométrico o a Einstürzende Neubauten. Siempre dentro de una formulación totalmente autónoma, sustentada en el policromático crisol vocal con el que juega Silvia. Un frenesí de poderosa tracción punk. Marcos Gendre
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Lo que encontramos en el nuevo trabajo de Ferran Palau es pop metafísico pulverizado e incrustado en el ADN del soul vaporoso y el country tropical; en el folk que circula sobre los raíles del hip hop y la canción pop difuminada y reconstruida entre ecos y coros boniverianos. Un disco que desborda sus propios límites para multiplicarse como álbum balsámico para marcar distancias consigo mismo y renovar desde la sutileza un estilo ampliamente reconocible que corría el peligro de convertirse en fórmula. David Morán
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El cuarteto madrileño ha regresado autoboicoteando toda su potencial accesibilidad. Se mantienen todavía en el asidero post-punk, pero lo desestructuran y lo ensucian de forma más deliberadamente esquiva y desasosegante. Nunca queda demasiado claro de qué están hablando estas canciones, pero el poder de sugerencia de sus imágenes nos lleva hacia esquinas en sombra de una vida urbana marcada por la desesperación, por una violencia latente y cierto sentimiento de estar perdido. David Saavedra
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El grupo de Joana Serrat confecciona un intrincado tejido de guitarras acústicas, una de muchas microdecisiones a nivel de instrumentación y mezcla que elevan el disco. En algunos temas retumban ecos de los terrenos americana antes recorridos por la artista. En otras partes, la ausencia puntual de sección rítmica ameniza el viaje. Serrat y sus colaboradores logran una experiencia absorbente, personal y relativamente variada donde la creatividad musical brilla en más de una cima. Xavier Gaillard
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El quinto largo de Pony Bravo no defrauda porque tiene todo lo que puede esperarse. El sincretismo sónico de una propuesta que en su combinación de lenguajes tan solo atisba un acentuado y particular concepto de la psicodelia como argamasa. Y una sensualidad muy sureña por encima de todo. La experiencia transformadora que se siente y no se necesita intelectualizar, aunque lo que oigamos nos revele que su cocción está lejos de ser una humorada. Otro trabajo difícilmente reprochable. Carlos Pérez de Ziriza
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Es en “Barullo”, por primera vez, donde la tradición musical gallega se convierte en material del sampleo, y son los beats, las producciones, los ritmos y los efectos lo que vehicula el discurso. Baiuca se acerca al club, investiga su propia muscularidad y se abandona al disfrute y al hedonismo, quitándose más de un corsé en torno a lo que se espera de él y disfrutando de géneros post-rave (deep house, post-dubstep...) a los que le apetecía abandonarse, como ha contado, con más devoción. Diego Rubio
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“La gran renuncia” sería el centro de gravedad del álbum. Han hecho bien en adelantarla. Abre boca. Y se huele el puntito noventero. “El entusiasmo” es un tema que bien podría haber chapoteado en lo naif y en esa fácil corrupción hacia la debilidad panfletaria. Pero no. La finta. “Madrid nos pertenece”, decían los Biznagas hace un par de años. Yo no he visto sus nombres en ninguna calle, pero es verdad que escuchándolos te invitan a escupirle a Ana Botín en la pamela si te la cruzas. Galo Abrain
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No se entiende como un reset en el sonido de la banda, pero es un primer alejamiento del garage ruidoso y lenguaraz con que entraron alborotando la escena musical española. Nuevos registros que invitan al optimismo sobre su viabilidad futura en formación de dúo. Con este disco, Ana y Carlotta no solo preservan la identidad originaria de la banda, sino que la expanden hacia espectros sugerentes que refuerzan el optimismo sobre la durabilidad tras su reajuste como dúo. Viva y larga vida a las Hinds. Marc Muñoz
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Lo que encarna el colectivo pamplonés tiene un carácter más de continuo rural-urbano, representado por esa cultura del barrio periférico que conecta con el campo. Una de sus principales virtudes ha sido aunar con gran naturalidad el folclore y las últimas tendencias, dirigirse hacia un público multigeneracional. Igual de interesante es cómo huyen por completo de la exaltación de ego típica de la música urbana y, siempre desde la mentalidad colectiva, se cachondean de todo y de todos. David Saavedra
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Diez canciones en menos de media hora, producción elegante y una versión aún más estilizada de ese rap con raíces flamencas y vapores trap que el rapero andaluz viene depurando desde “Consentía” (2015). Un disco que hace cima y se entretiene en contemplar desde las alturas todo el camino recorrido. Beats acuosos, arabescos de guitarra flamenca y sintetizadores creando folk del siglo XXI. Música popular en el mejor sentido y el espíritu de Lorca alumbrando los versos de “Fosforito”. David Morán
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“Los manantiales” es una realidad paralela en la que Cristina Plaza tiene poder absoluto. Lo bueno de grabar un álbum por tu cuenta es que eres el creador de un universo personalizado y Plaza lo lleva a un plano literal, ejerciendo de alcaldesa-deidad en “Cristinópolis”, track en el que funda una ciudad a su imagen y semejanza. El trabajo suena casero pero no precario y la compositora-productora despoja al bedroom de la inocencia con la que en primera instancia se concibe. Marta España
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Esta colección de canciones, en las que impera la cadencia del medio tiempo y la irrupción de leves tramas electrónicas que subyugan y seducen, no ve menoscabada su unidad por la concurrencia de productores. Se aprecia también una renovación de texturas e incluso el guiño a materiales más tradicionales que en su caso no suenan arcaicos, como el que remite a Bob Dylan en los más de siete minutos de “Les aventures del general Lluna” o en ese cierre, entre la tuna y la rondalla, que es “Estudiantina”. Carlos Pérez de Ziriza
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En “Rumores” abunda un sonido electrónico de cámara, o de cajita de música cuidadosamente nacarada en la producción y en su variedad de texturas. Solo “El temblor de las palabras” parece contener una guitarra acústica a lo The Assembly, antes de pasar a OMD y acabar recordando a “Yolanda”, de Pablo Milanés. Es otra gran colección de canciones en torno a una idea central donde unos Espanto más maduros o más enamorados de la vida vuelven a cantarnos sus emociones y observaciones. José Manuel Caturla
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“La joia” demuestra que “el pussy que mana” es mucho más que latiguillos y gimmicks: en su uso cada vez más moderado está el impacto que causa ese “la más pegá de España” al principio de “La que no se mueva”. Y en sus esfuerzos por mantenerse actualizada, la clave de su curva firme y sin altibajos. Si algo consigue, por encima de todo, es dar una idea muy exacta de lo que es Bad Gyal, de a qué suena, de cómo lo hace. Poner a la artista por encima de todo. Cero concepto: el concepto soy yo. Diego Rubio
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Muchas de las observaciones sociales de anteriores entregas pasan a ser ahora (auto)análisis psicológicos que dejan entrever batallas internas. Que haya un cambio de perspectiva en los personajes no quiere decir que haya menor fiereza en la actitud instrumental. Un disco que abre más puertas de las que cierra. Que puede suponer el fin de una etapa y el comienzo de otra y que supone un documento único en la historia de uno de los proyectos musicales más fascinantes en lo que llevamos de siglo en España. Nacho Ruiz
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Faraón de la heterodoxia, se alía con la guitarra de Yerai Cortés y prescinde de productor ajeno y se adentra en un repertorio de tientos, bulerías, fandangos, malagueñas, seguriyas, saetas y tarantos en catorce piezas que buscan lo esencial, desviándose hacia los territorios de lo que podemos llamar “experimental” en contadas ocasiones. “Cante a lo gitano” es otra perla en las cuentas del collar sin cierre de Niño de Elche, un disco extraordinario que alcanza su verdadera dimensión en directo. Juan Cervera
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Lo mejor de “Bodhiria” es cómo en él Judeline saca el brillo a sus distintos productores. Uno de los grandes talentos de Lara ha sido, como lo fue en su momento de C. Tangana al enfrentar “El Madrileño” (2021), entender muy bien de quién tenía que rodearse. Y darle a cada uno su lugar en un imaginario propio. Y el resultado es un gran disco, mucho más chiquitito que ese monstruo de la industria al que quieren que se parezca. De esos que aspira sobre todo a crecer(te) por dentro. Diego Rubio
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Más tribal y visual que nunca, todos estos años de espera, trabajo y experimentación han cuajado en un ramillete de paisajes musicales articulados en torno a una dualidad muy profunda entre lo viejo y lo nuevo. El pulso de la inspiración fluye enérgico en un tour de force a la hora de contrastar mundos distintos y hacer que los extremos se anuden en una voz única. Una torre de Babel de músicas, sonidos y metodología en la que siempre asoma la ansiedad por descubrir maridajes. Marcos Gendre
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Un artefacto audaz conformado únicamente por ocho canciones, de las que la mayoría no llegan a los dos minutos. Un disco que, a pesar de su aparente dispersión, funciona como obra conceptual gracias a un claro hilo conductor, que no es otro que su heterodoxa forma de acercarse a una suerte de mediterraneidad futurista, en la que confluyen el flamenco, los aires balcánicos y los aromas norteafricanos, derivados en gran medida de su viaje al desierto marroquí de Zagora. Luis Lles
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Se han aplicado, estrenándose en la producción para secuenciar once piezas de texturas variadas, vitaminadas con referencias cultas sin que se note, que fluyen como un arroyo cristalino gracias a la transparencia de los presupuestos sonoros que barajan. Emplean el catalán, castellano, sefardita o latín, dándole una primera oportunidad al italiano. Otro mérito es ponerte en duda respecto a qué es orgánico y qué no. Son “metronómicas” a rabiar. Tarta Relena, el juego infinito. José Manuel Caturla
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Sin haber perdido nada de sus valores artísticos por el camino, Anari sigue sonando infalible aferrada a una cierta navegación pop –aquí con un Joaquín Pascual, coproductor, iluminado– que, a pesar de su crudeza poética característica, nunca ha abocado su discurso a un fatalismo terminal. Y sin necesidad de elementos superfluos que distraigan, sus canciones van directas a las entrañas, a la médula, y procuran sensaciones de replanteamiento intimista en una especie de retiro espiritual mundano que ausculta, en certeras frases que desarman, el pálpito del mundo en crisis. Santi Carrillo
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Su música se mueve entre la emoción de Turnstile o de Brand New, esa fijación con que las melodías se lean siempre en clave pop y golpeen siempre cerca del pecho, y esa forma tan Deafheaven de llevarse el post-hardcore y el screamo al shoegaze. Tampoco renuncian a un enfoque urbano que los ve coqueteando con fraseos rap o colaborando con Erik Urano. Y en “Elena observando la Osa Mayor” se acercan a Portishead, pero de repente también a Alizzz. Todas las referencias son válidas para dibujar una imagen sonora, pero muy vagas a la hora de representar verdaderamente a Viva Belgrado. Diego Rubio
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La pareja ha necesitado casi tres años para completar su primer disco y por la Virgen de la Fuensantica que el tiempo lo han aprovechado bien, ya que han levantado un monumento sonoro donde logran casar nociones semánticas y musicales, naturalistas y tecnológicas, católicas y paganas con la misma armonía que el agua lo hace con el azúcar de caña. Su microcosmos es hermético y particular, aflamencado, el cante jondo de la huerta y las cuadrillas, pero una vez has cruzado el velo te atrapa con su tela de araña electrónica y te rindes a su lenguaje. También superan con nota el reto de que toda esa música tradicional no acabe resultando repetitiva. El tiempo dirá si hablamos de un clásico. José Manuel Caturla
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Menuda combinación genial. Este cruce concebido de una manera tan natural sucede como queriendo estirar los márgenes, ganando consistencia, en planteamientos que parecen surgir de improvisaciones, hibridando elementos. Lo que han creado es una de esas obras totales. “Jolifanto” es un artefacto explosivo que experimenta entre el flamenco, el rock y otros sonidos (krautrock, psicodelia, noise, dub, afrojazz), pero que no se queda en una simple confluencia, sino que busca entre los quicios. Han logrado un concepto nuevo en una obra hechizante. Un torbellino sónico que hurga en el ritmo, en el quejío y su impacto, y en atmósferas estimulantes. Todo un logro, oigan. Andrés Castaño
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Cuenta la periodista Cathi Unsworth en “Temporada de brujas. El libro del rock gótico”, con una perspectiva novedosa, que dicho estilo floreció en el Reino Unido durante el mandato de Margaret Thatcher como una forma de contestación a sus políticas. Si eso es cierto y se puede extrapolar, algo debe de estar pasando en nuestro país vista la cantidad de bandas con sonidos en dicha onda, más o menos oscura, aparecidas en los últimos tiempos: La Plata, Futuro Terror, Depresión Sonora, Margarita Quebrada, Santa Companha, Somos La Herencia, Mausoleo, etc. Y ahora, Alcalá Norte. En su caso, no son renovadores ni puristas del género, ni de su estética. Lo toman como un vehículo para su concepto como banda que se refleja en unas letras que llaman mucho la atención y en sus entrevistas. En una época en la que se dice que los nuevos artistas descuidan estos aspectos, ellos han creado toda una constelación de referencias; localistas –el distrito Ciudad Lineal de Madrid como centro del mundo– o internacionales; cultas –¿hay algún estudiante de Filosofía y Letras en la sala?– o populares. Casi siempre con un humor muy particular. Incluso fuera de sus canciones mantienen el discurso de que pretenden conquistar el país, Europa o el mundo, empezando por tomar el control de su zona y seguir con los barrios vecinos. Es en “Supermán” donde presentan las credenciales del plan, empezando por citar el límite a expandir, la carretera E-90, A-2, pero cuidado con los juicios rápidos: cuando dicen “¿Por qué esos brazos en jarra en la batalla de Kiev?” se refieren a Cristiano Ronaldo –al que citan recurrentemente en varios temas– y a la final de la Champions League de 2018. ¿Significa que se desvían siempre hacia la chanza de conversaciones de bar? Para nada, “Langemark” habla de una batalla de la Primera Guerra Mundial y “No llores, Dr G” es un retrato cáustico de Goebbels. Hay crítica social esparcida por todos los temas, celebración de la idea de lujo de la clase trabajadora en plan “Cuéntame” –“La vida cañón”–, iconografía religiosa en “Westminster” o poesía urbana en la hermosa “La calle Elfo”. Es todo un vicio sumergirse en sus textos y tratar de identificar significados y guiños; el historial de Google se llenará estos días de búsquedas bizarras provocadas por estos chavales del este de Madrid.
¿Pero entonces la música es un mero armazón para sostener sus historias? Qué va, tienen muy buen tino con las melodías y los estribillos para crear canciones que te llegan a la primera escucha. Aunque citan a Joy Division o The Cure –se podría añadir a Siouxsie And The Banshees o a Bauhaus– como modelos fundacionales, quizá por el idioma evocan más a muchas bandas de aquí que bebieron de aquellos, como El Pecho de Andy, El Último Sueño, Los Pegamoides o La Dama Se Esconde. De formaciones más pop como La Mode u otras algo más cercanas que podían tener un mínimo barniz oscuro pero que en realidad tenían una vena popular, de la de cantar estribillos en los bares, como Juanita y Los Feos. Es posible que no hayan escuchado a algunos de estos grupos, puede que hayan llegado a la misma cueva del tesoro, cuarenta años después, siguiendo los mismos mapas. También gustan de citar a Burning, que eran de La Elipa, perteneciente al mismo distrito de Ciudad Lineal; algo de esa chulería de barrio se ha filtrado aquí y allá.
Aunque es un trabajo muy personal, hay sitio para las colaboraciones externas. La del productor de Chill Mafia Suneo a los teclados en “420N” y “Supermán”, y la de Adrián Bremner de VVV [Trippin’you] en “El guerreo marroquí”, acercándoles a su vera industrial. “El rey de los judíos (un cosquilleo)” es una versión del tema, con el título entre paréntesis, de La Paloma, con otra letra distinta.
Lo tienen todo para generar un fenómeno fan o de seguidor de culto, quizá de forma más completa y con más arraigo en su barrio y en su ciudad, por una mayor comprensión de todas las alusiones y pistas. Aun así, hay numerosos puntos de enganche para los que vivimos en otras partes del mundo. Al fin y al cabo si su plan sale bien, todos seremos absorbidos tarde o temprano por su Ciudad Lineal. Pepe Nave
1986 El Último de la Fila Enemigos de lo ajeno / 1987 Claustrofobia Repulsión / 1988 Pata Negra Blues de la frontera / 1989 La Granja Azul eléctrica emoción / 1990 Os Resentidos Jei / 1991 Negu Gorriak Gure jarrera / 1992 Albert Pla No solo de rumba vive el hombre / 1993 Negu Gorriak Borreroak baditu milaka aurpegi / 1994 Cancer Moon Moor Room / Family Un soplo en el corazón / 1995 Beef Tongues / 1996 Superelvis Happiness Is Stupid / 1997 Morente & Lagartija Nick Omega / 1998 Los Planetas Una semana en el motor de un autobús / 1999 Andrés Calamaro Honestidad brutal / 2000 Sisa Visca la llibertat / Vainica Doble En familia / 2001 Nacho Vegas Actos inexplicables / 2002 Nosoträsh Popemas / 2003 Refree Nones / 2004 Josele Santiago Las golondrinas etcétera / 2005 Sr. Chinarro El fuego amigo / 2006 Sr. Chinarro El mundo según / 2007 Los Planetas La leyenda del espacio / 2008 Joe Crepúsculo Supercrepus / 2009 La Bien Querida Romancero / 2010 El Guincho Pop negro / 2011 Lisabö Animalia lotsatuen putzua / 2012 Hidrogenesse Un dígito binario dudoso. Recital para Alan Turing / 2013 Za! Wanananai / 2014 Single Rea / Sílvia Pérez Cruz & Raül Fernandez Miró granada / 2015 Niño de Elche Voces del Extremo / 2016 Malandrómeda Os corenta e oito nomes do inimigo / Cada can que lamba o seu carallo / 2017 Rosalía Los Ángeles / 2018 Rosalía El mal querer / 2019 Kiko Veneno Sombrero roto / 2020 Soleá Morente Lo que te falta / 2021 Maria Arnal i Marcel Bagés CLAMOR / 2022 Rosalía Motomami / 2023 Rodrigo Cuevas Manual de romería ∎
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