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No resulta sencillo, pero sí estimulante, categorizar el mundo creativo de Tarta Relena, un anagrama pueril formado con los nombres de Helena Ros Redón –lingüista, puede que la más intelectual– y Marta Torrella i Martínez –música, quizá la sensitiva–, lo cual expone ya a las claras la naturaleza del proyecto: un juego categorial pleno de imitación –mímesis–, creación –poiesis–, ilusión –ápate, aunque hablando de “diosas” griegas, ellas se inclinan por Safo de Lesbos– y es posible que también con dosis de purificación –catarsis–. Pero no vamos a convertir la reseña en una seudoclase de estética filosófica a pesar de que “És pregunta”, astuto título interrogativo y afirmativo, sea una tentación.
Tarta Relena destaparon el tarro de las esencias en 2019 con el EP “Ora pro nobis”, seguido por “Intercede pro nobis” (2020) –ambos recopilados en el doble LP “Pack Pro Nobis” (2021) con remezclas extra–, culminando aquella primera fase con el álbum “Fiat Lux” (2021) que las llevó a protagonizar un prestigioso episodio de Tiny Desk en Estados Unidos. En todos estos trabajos encontramos más señas de identidad de este electro dúo vocal: misticismo, minimalismo, polifonía, poliglotismo, experimentación, restauración, poesía y filosofía, significado, respeto por la tradición y mucha hibridación.
Tarta Relena cuentan con un fondo de siglos para seguir excavando palabras, melodías y todo lo que haga falta, pero diría que se encuentran con la enorme dificultad de evitar la repetición de esquemas, con la sensación de tener cada vez menos margen. Por añadidura, se mueven en un espacio liminal con al menos tres esquinas afiladas: pop, tradición y contemporánea. Un lugar brumoso habitado por otros soñadores temerarios como Maestro Espada, Rocío Márquez y Bronquio, Maria Arnal (ya sin Marcel Bagés), incluso por el tradicionalista heterodoxo Pedro Burruezo y sus Nur Camerata. A este respecto es revelador escuchar las versiones de “Morenika” que Tarta Relena grabaron para “Ora pro nobis” y la de Burruezo con Medievalia Camerata en “Dervishes & Trobadors” (2017).
Pero “És pregunta” no defrauda. Tarta Relena se han aplicado a conciencia estrenándose en la producción –asistidas por Juan Luis Batalla y Borja Ruiz– para secuenciar once piezas de texturas variadas, vitaminadas con referencias cultas sin que se note –es un reto ir descubriéndolas–, que fluyen por tus oídos como un arroyo cristalino –casi literalmente en “La font”– gracias a la transparencia de presupuestos sonoros que barajan. También emplean el catalán, castellano –al derecho y del revés, como en “Odniramat”, o sea, “tamarindo”–, sefardita o latín, dándole una primera oportunidad al italiano bizarro –“Mille risposte”–, para interpretar un álbum envuelto de una capa conceptual añadida –“la contemplación trágica”, “la tensión entre las fuerzas naturales y humanas”, “un viaje a través del destino, el conocimiento y la lucha por reconciliar nuestro yo futuro con las realidades presentes”: lo explican en Bandcamp y en las entrevistas–. No pasa nada. Es estimulante y puede comprenderse como motor creativo o factor de cohesión interno. Pero la fuerza de las canciones es aquí más que suficiente. Como “Crit premonitori”, un tema antiguo que ahora ve la luz con su crescendo fatalista a capela al que va sumándose un pulso de efectos superpuestos a lo bolero de Ravel. Otro mérito de Tarta Relena es ponerte en duda respecto a qué es orgánico y qué no lo es. Son “metronómicas” a rabiar.
Cortes latinos como “Tuba mirum” son los que suenan más medievales, a canto gregoriano, o a Hildegarda de Bingen, claro, con su aparente simplicidad y el uso de ecos que te llevan a alguna ermita románica perdida por el páramo. Pero si algo suena aquí a Eyeless In Gaza es “Beata viscera” –entrañas dichosas–, una canción de navidad escrita por Perotin en el s. XIII cuya revolucionaria técnica –encadenado sinuoso de notas sobre una misma vocal– utilizan a menudo estas chicas, el dúo femenino más melismático del panorama internacional. La pegadiza “Si veriash a la rana”, cantada en ladino –lengua religiosa de los sefarditas, según la RAE–, fue el primer single digital de “És pregunta” con razón. En la marítima y puntillista “Galenismós” se agota el pentagrama con una alucinante escalado y posterior descenso a ritmo de sónar-diapasón. La mágica “Tamarindo” suena a Hidrogenesse sumergidos hasta las gorras en algún ignoto Auto-Tune cenobial, puro misterio naturalista alrededor de una semilla. El exótico y parabólico post-folk de “Mano décima” nos brinda la oportunidad de conocer a un desdichado personaje: Juan “El Romano”. Gadamer dijo que “la tradición no es un mero anclaje en el pasado, sino un flujo continuo que se renueva en cada acto interpretativo y enriquece nuestra comprensión del mundo”. Pero lo dejamos aquí. Tarta Relena, el juego infinito. ∎
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