Andamos buenos últimamente con las temáticas del pop, entendido como hiperónimo, claro. Porque, lo que se dice del “pop”, Luis Vasquez no es que sea muy practicante. The Soft Moon, su conocido proyecto de rock industrial, vive instalado más en el lado oscuro que en su cara soleada. Pero esto es algo que se percibe en buena parte de las producciones musicales pospandemia, donde lo catártico –esto, siempre–, cínico, ansiolítico, escapista o agresivo se ha implantado como bandera de hierática ingravidez.
Solo hay que atender al título del quinto álbum de The Soft Moon, sexto si incluimos el más que interesante “A Body Of Errors”, publicado el año pasado como Luis Vasquez. Parece evidente que “Exister” remite a algún tipo de existencialismo, aunque sea de forma no consciente. De hecho, el californiano afirma que este nuevo disco es una forma de compartir sus emociones, sus “alegrías extáticas y bajones paralizantes”, de negociar con la vida y de decir, muy heideggerianamente, “estoy aquí”.
“Sad Song”, “Answers” –mejor no conocerlas–, “Become The Lies”, “Face Is Gone”, “Monster”, “The Pit” –“La fosa”–, “NADA” –aquí parece que el bajo lo toca Peter Hook, de los antiguos New Order–, “Stupid Child”, “Unforgiven” y “Exister” son títulos que no invitan al optimismo, aunque The Soft Moon no se han apuntado de forma oportunista al zeitgeist putinesco actual y siempre han destacado por no ser precisamente la alegría de la huerta. Solo la percutante “Him” parece neutral y no denota, a priori, tanta negatividad, hasta que te fijas, si quieres, en lo que dice el texto de Vasquez.
Musicalmente, la introductoria “Sad Song” no anticipa del todo, con sus atmósferas sintetizadas, la rabia que está por venir, pero los versos “me siento mal todos los días; el azufre quema mi alma infantil, pudriéndose desde que te fuiste” dejan claro que no es melancolía, sino un profundo pesar lo que va a desatar “Exister”. Un disco de rock gótico en toda regla, casi old school y temáticamente entre la lucidez mortífera de Jean-Paul Sartre y el vitalismo de Alan Watts. Vasquez plantea una batalla cruda, angustiosa y feroz, sobresaturada y tirando a germánica, tan desasosegante como purificadora, con la que cortarse las venas – siempre en sentido figurado – y/o soltarse la melena. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.