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TOP 2020

2020/ Series

Las ventanas del encierro

2020: annus horribilis para todos en general, annus mirabilis para el entretenimiento de puertas para dentro en particular. Las plataformas VOD están atravesando una extraña época de vacas gordas (en programación, no en producción) gracias a un contexto que favorece el consumo voraz de películas y sobre todo series en streaming (actuales u oportunamente rescatadas: muchos han visto por primera vez, y del tirón, “Community”, “El ala oeste de la Casa Blanca” o “Gilmore Girls”). Las pantallas de nuestras casas han sido esas ventanas necesarias a otra realidad cuando la nuestra se redujo y… se afeó.

15. 12. 2020

Bajo

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25

Unorthodox

Maria Schrader > miniserie, Netflix

Cuando Paul Éluard dijo que “hay otros mundos, pero están en este” quizá hablara de Williamsburg, ese lugar donde conviven cafés hipster con minúsculas tiendas de judios ortodoxos donde la mercancía son postadolescentes a las que se les busca marido. O puede que se refiriera a Berlín, el segundo mundo en “Unorthodox” y donde los enormes ojos de Shira Haas descubren la vida en color más allá del blanco y negro de las camisas, los sombreros y los rizos de su comunidad jasídica de Nueva York.

El personaje de Etsy Shapiro, alter ego de la escritora Deborah Feldman pero que bien podría serlo de Maria Falconetti, escapa de ese mundo cerrado con nuestra empatía bajo el brazo. Gracias al magnetismo de su principal protagonista, la historia de “Unorthodox” evita la reducción al mero voyeurismo sobre una comunidad tan peculiar y tan rígida. Es difícil no conmoverse con imágenes hipnóticas como la de quitarse la sheitel –la peluca de las mujeres judías casadas– y sumergirse en un lago en Berlín en una suerte de bautismo inverso. Y es que cierta belleza cotidiana es tan universal como lo es preguntarnos quién somos y cuál es nuestro lugar en el mundo. Marta Pallarès

24

Raised by Wolves

Aaron Guzikowski > T1, HBO-TNT

Seductora y desconcertante, “Raised by Wolves” tiene la clara impronta de Ridley Scott, no solo por ser su productor y dirigir los capítulos iniciales, sino por la imaginería que el director de “Alien” y “Blade Runner” ha impreso en la ciencia ficción de las últimas décadas. La creación de Aaron Guzikowski cala por sus conceptos y atmósferas inquietantes: paisajes alienígenas estériles, salvo por unos pocos cultivos que crecen en espiral sobre enormes osamentas, una Tierra condenada por la naturaleza humana, esta vez en clave de religión y un par de androides, Madre y Padre (Adán y Eva), encargados de criar / fundar la nueva civilización pacifista y paradójicamente atea. Dejando algunas preguntas clave sin responder en el guion para la segunda temporada, “Raised by Wolves” resulta intrigante en su simbología, morbosa y con body horror a lo Cronenberg. Susana Funes

23

La conjura contra América

David Simon y Ed Burns > miniserie, HBO

Si por algo se ha distinguido siempre David Simon en sus creaciones catódicas es por hundir los colmillos en el trasfondo de la realidad. En esta ocasión, adapta una novela de Philip Roth de 2004 que le sirve para hilar una ucronía basada en qué hubiera pasado si el héroe de la aviación Charles Lindbergh, declarado antisemita, hubiera alcanzado la presidencia de los Estados Unidos en plena Segunda Guerra Mundial.

El fresco dibujado nos adentra en cinco horas y media in crescendo donde los evidentes paralelismos con la figura de Donald Trump suman una sensación creciente de terror nacida del falso optimismo. La tragedia que vive una familia judía de Newark (Nueva Jersey) por sus diferentes visiones del conflicto en esta fabulación paralela de la Historia estalla al final en una inapelable novela rusa televisiva. Marcos Gendre

22

El colapso

Les Parasites > miniserie, Canal+-Filmin

En este 2020 de locura, Charlie Brooker dijo que puesto que nuestro presente no tiene nada que envidiar a sus ficciones distópicas, ya no había espacio para una nueva “Black Mirror”. Con todo, el fenómeno viral de “El colapso” confirma que hay demanda para estos productos; en sus ocho breves capítulos rodados en plano secuencia explica las consecuencias de un colapso apocalíptico mundial que deja al planeta sin apenas recursos. Es esclava de su formato, sí, pero hay pequeñas maravillas: una viñeta en una residencia de ancianos que pone el dedo en la llaga sobre la falta de compasión humana; un thriller conspiranoico sobre búnkeres para millonarios que pide a gritos un largometraje; y ese final en el que un predicador de la colapsología se cuela en televisión para alertar de que estamos llegando al límite y es tildado de desequilibrado. ¿Os suena? Álvaro García Montoliu

21

Territorio Lovecraft

Misha Green > T1, HBO

Una de las grandes apuestas de HBO en 2020 ha acabado siendo, también, la más gozosamente imprevisible. Porque la peripecia de un grupo de afroamericanos que indagan en misterios arcanos en una época en la que todavía rigen leyes segregacionistas evita tanto ser un homenaje obediente y pautado a los weird tales como una protesta racial panfletaria y quejumbrosa. En el primer aspecto gracias a un ameno y cambiante carrusel de situaciones que beben del pulp horror, pero que, si bien con acierto desigual, le aporta nuevas lecturas y derivadas. Y en el segundo porque, aunque sea también un corrosivo ajuste de cuentas con el racismo y sus fantasmas, esta serie de Misha Green es aún más una exultante celebración de la negritud. Alex D’Averc

20

Manzana Y Cebolleta

George Gendi > T3, Cartoon Network-Boing

Como primer valor diferencial y positivo deslizado sutilmente, Manzana y Cebolleta son las únicas frutas y verduras en una ciudad superpoblada de carbohidratos, azúcares, grasas y ultraprocesados. Son además unos compañeros de piso muy buena gente, aunque padecen los problemas de cualquier manzana o cualquier cebolleta en un entorno urbano actual. Lo típico: uno se da cuenta de que es demasiado bajito en un capítulo, al otro se le posa un pájaro en la cabeza creyendo que es un nido justo el día que debe participar en un videoclip de trap, en un verano a 45 grados se proponen, casi nada, algo tan sencillo como repartir alegría a toda la ciudad.... En esta tercera temporada, la serie creada por George Gendi sigue, como los propios Manzana y Cebolleta, celebrando su identidad de dibujos animados diferentes; de esos en los que padres y madres agradecemos el subtexto y la referencia cómplice, y los hijos e hijas disfrutan de la risa y la broma inocente. Y el bailecito, ese lo hacemos todos y todas a la vez. Ivone Lesan

19

Drácula

Mark Gatiss y Steven Moffat > miniserie, Netflix

Drácula es legión, nos dicen Mark Gatiss y Steven Moffat, por lo que no hay una única manera de acercarse a su figura. La lectura díscola que los showrunners de “Sherlock” (2010-2017) hacen de la novela de Bram Stoker funde transgresión y reverencia, convirtiendo a Van Helsing en una monja iconoclasta (vigorosa Dolly Wells), dando relieve a pasajes a menudo ignorados (el trayecto en barco del Conde desde Transilvania a Inglaterra) y empujando al personaje titular a la era del smartphone; una audacia divisiva que es, en realidad, una rima con “Drácula 73”, donde la Hammer también llevó a su presente al vampiro que encarnaba Christopher Lee. La mezcla de bestialidad y porte del icónico actor fluye ahora por el cuerpo de Claes Bang, proyectando la erótica de lo abyecto con que una multitud de miradas ha moldeado el aura del no-muerto a lo largo de los años. Gerard Casau

18

Devs

Alex Garland > miniserie, HBO

Alex Garland no entiende el fantástico como podrían hacerlo Philip K. Dick o Ray Bradbury; lo suyo corre más por los márgenes de Stanislaw Lem o Ted Chiang: la fantasía no se entiende sin ciencia (ficción) que la sostenga. Pocas bromas se permite en sus relatos. “Ex_Machina” (2014), “Aniquilación” (2018), y ahora esta miniserie para HBO donde la trama de espías es puro macguffin para hablar de lo que realmente le interesa: la fragilidad de la azarosa existencia humana y las fracturas que esta produce en la psique y el corazón cuando se vuelve espantosamente real. Normal que busque trascender a lo Malick –con todo lo que ello implica, bueno y malo– mientras trata de encontrar esa imagen definitiva que, desde el fantástico, nos defina la realidad. Alejandro G. Calvo

17

The Crown

Peter Morgan > T4, Netflix

“Todo el mundo en este sistema es un forastero irrelevante, menos la única persona en él que importa. El problema es que tú pareces confundida sobre quién es esa persona”. La frase lapidaria del duque de Edimburgo a lady Diana al término de la cuarta temporada de “The Crown”, quizá la mejor de este drama nobiliario, puede que no sea tan cierta. Porque con permiso de la siempre magnífica Olivia Colman y la maravilla que supone ver a Gillian Anderson como Margaret Thatcher, los ojos de Bambi de la hasta ahora desconocida Emma Corrin se roban el show. En 10 capítulos donde la reflexión sobre el privilegio, los celos y la crueldad intra y extramuros están más presentes que nunca, la aparición del meteoro Diana dinamita ese sistema solar ya de por sí debilitado. La fascinación por su figura trágica ha llenado Netflix de documentales sobre su vida, y a nuestro Google, nuevamente, de búsquedas compulsivas sobre qué es realidad y qué ficción. Marta Pallarès

16

Gangs Of London

Gareth Evans y Matt Flannery > T1, Sky Atlantic-Starzplay

Simplemente palpando la serie, la silueta de “Gangs Of London” ya resulta más que conocida: familia mafiosa que se va acosada por sus enemigos / rivales, presuntamente más peligrosos / poderosos, y que debe tirar de la violencia más explícita y expeditiva para poder seguir manejando el cotarro de los más altos que bajos fondos (línea “Peaky Blinders”, “Sons Of Anarchy”, “Boardwalk Empire”, por citar tres). Pero, ah, amigo, el secreto está en la receta, no en los ingredientes, que aquí el que cocina la mandanga es Gareth Evans, el rey de la ensalada de hostias pardas que fue “The Raid” (2011). Aquí ofrece un festín de ultraviolencia capaz de convertir la más cruda crueldad en un espectáculo glorioso de desmembramientos, ametrallamientos y cráneos petando como piñatas. Y ojo al quinto episodio, todo clímax en sí mismo, un cruce entre Sam Peckinpah y el mejor John Woo que aspiraría sin despeinarse a mejor película de tiros del año. ¡BANG, RATATATATÁ, CRASH, BOUM! Alejandro G. Calvo

15

El tercer día

Felix Barrett y Dennis Kelly > T1, HBO-Sky Atlantic-HBO

Como suele suceder en las historias enmarcadas en el folk horror, el protagonista de “El tercer día” (un Jude Law progresivamente desquiciado) ignora que se ha convertido en el centro de un ritual arcaico, llevado a cabo por los habitantes de la minúscula isla de Osea. Pero Felix Barrett (fundador de la compañía de teatro inmersivo Punchdrunk) y el guionista Dennis Kelly manipulan ingeniosamente los tiempos del relato, alargando la narración más allá de su supuesto clímax para mostrar un escenario de locura baldía. Un segundo acto decadente que fue precedido por el auténtico hito de la miniserie: un intervalo con la forma de capítulo monumental de doce horas retransmitido en directo, un moroso pasaje de muerte y resurrección dedicado a describir con detalle la liturgia insular, y con la aparición de Florence Welch como suma sacerdotisa. Gerard Casau

14

BoJack Horseman

Raphael Bob-Waksberg > T6, Netflix

Quizá los prejuicios que todavía arrastra la animación han impedido que “BoJack Horseman” se celebrara como se merecía, como una de las mejores series de la televisión contemporánea. Este drama en torno a una estrella de la sitcom venida a menos parecía en sus inicios otra muestra de esa animación estilo Adult Swim sobrecargada de cinismo y de bromas sobre famosos de Hollywood. Pero a lo largo de sus seis temporadas pasó a convertirse en una propuesta de inusitada madurez y brillante creatividad en su abordaje de cuestiones peliagudas como la depresión, el precio de la fama y las adicciones. La sexta y última temporada cierra con una escena a la altura, el reverso del momento más desolador de la serie (y uno de los más duros de la ficción televisiva actual), el del planetario de la tercera temporada. Eulàlia Iglesias

13

Normal People

Sally Rooney, Alice Birch y Mark O’Rowe > miniserie, BBC Three-Hulu-Starzplay

A su modo, “Normal People” es una saga épica y otra serie moderna sobre el poder, pero no por ello deja de sorprender (gratamente) su gran aceptación: es la historia, contada sin prisa, de un romance como los que casi no se cuentan en televisión; ambiguo, complicado, sin crescendo claro, su pureza trastocada una y otra vez por fuerzas económicas, sociales o culturales, o por la simple torpeza de sus enamorados.

En el traslado a la pantalla, la historia de Marianne y Connell no ha perdido un ápice de complejidad. Y ha ganado emoción directa, algo de lo que a veces Sally Rooney parecía querer escapar en la novela, como en un final que resulta aquí más coherente. “Normal People”, la serie, rezuma un dolor precioso en cada imagen. Juan Manuel Freire

12

Avenue 5

Armando Iannucci > T1, HBO

Tras el estallido de la situación pandémica actual, “Avenue 5” ha ganado horrores en iridiscencia. Antes del primer confinamiento: era una space opera corrosiva con marca de agua Iannucci por todos lados (mala entraña, réplicas y contrarréplicas a velocidad luz, personajes compitiendo por ver quién es más memo…). Después: el tono de la serie, siendo los mismos nueve episodios, varía y adquiere un brillo profético del todo inesperado (bueno, quizá esperado, pero…. no tan pronto). Hablamos de una tripulación a la deriva sin saber cuánto tiempo van a estar encerrados en la nave, de un capitán que no tiene ni idea de qué hacer porque, en realidad, no es capitán ni es nada, del señor capital tomando decisiones a cuál más absurda, de algunos pasajeros negacionistas, de científicos ignorados, de un anillo de excrementos permanente rodeando este crucero espacial… Vamos, que la realidad ha hecho que esta alegoría satírica sea mucho más caústica, obvia y oportuna de lo que pretendía. Joan Pons

11

The Eddy

Jack Thorne > miniserie, Netflix

La serie creada por el guionista Jack Thorne y producida y codirigida por Damien Chazelle no es un noir con fondo jazzístico como algunas célebres producciones televisivas de los años 50 y 60 –“Johnny Staccato”, “Peter Gunn”–, sino un drama con elementos de intriga criminal ambientado en buena parte de la acción, como aquellas, en un club de jazz. Los conflictos desarrollados en varias subtramas convergen siempre, de un modo u otro, en esa cava jazzística de París en la que unos personajes se refugian del pasado o buscan un presente mejor, otros esconden o superan sus dependencias y otros más, simplemente, viven y tocan música. El personaje principal, pianista con varios traumas y copropietario del local, responde fielmente a esas figuras interesantes, pero nada empáticas, del cine de Chazelle, que, como en este caso, se dedican a la música. Quim Casas

10

Tiger King

Eric Goode y Rebecca Chaiklin > miniserie, Netflix

Netflix aprovechó el momentum de la primera ola de confinamientos mundiales para engancharnos a “Tiger King”. Porque tras “Wild Wild Country” todo cambió en las series de no ficción. Ma Anand Sheela fue un punto de no retorno en la historia reciente del documental por capítulos: lo importante ya no era el misterio procedimental, sino retratar una personalidad bigger than life que dinamitase la moral imperante. Y ahí está Joe Exotic: redneck recalcitrante con acento sureño y mullet ochentero, gay con preferencia por los efebos descerebrados, aficionado a las armas, a los tigres y a liarla parda. Ocho capítulos sostenidos en una inconcebible cronología de burradas in crescendo: dueños de zoos polígamos, maridos ricos desaparecidos en extrañas circunstancias, asesinatos frustrados e incluso un tiro en la cabeza. ¿Quién duda que habrá “Tiger King 2” (y que ya la esperamos en ascuas)? Raül de Tena

09

Lo que hacemos en las sombras

Jemaine Clement > T2, FX-HBO

Sigue sorprendiendo que el universo de la película original de Jemaine Clement y Taika Waititi de 2014, ya sabéis, aquella comedia que partía del alto concepto “falso documental de vampiros”, se expanda en formato serie sin señales de agotamiento. Del filme salieron Wellington Paranormal” (2018) y esta serie homónima, dos falsos docushows seriados que cogen el carril de la comedia pura, del bombardeo de chistes, sin apoyarse en complicaciones argumentales ni cruces con el drama. Si no se gastan e incluso “Lo que hacemos en las sombras” brilla más en esta segunda temporada que en la primera, sospecho que es porque usan esa cámara fly-on-the-wall para tensar y revelar el cutrerío de unos personajes que quieren impresionarnos proyectando una imagen de cine (vampiros aterradores) y acaban por revelar sus flaquezas, torpezas y pequeñas mezquindades... humanas. O sea, que de inmortales nada. Risibles como todo mortal. Tom Cruise de Lestat hace gracia sin querer, pero Matt Berry queriendo ser Cruise es fuente inagotable de carcajadas. Víctor Navarro-Remesal

08

How To With John Wilson

John Wilson > T1, HBO

Un recordatorio de la necesidad de mirar, de no perder el hábito de ser conscientes del exterior (algo complicado en tiempos de vida en interior). Un diálogo esplendoroso entre las imágenes robadas a la ciudad, en este caso Nueva York (aunque haya fugas a otros lugares), y las reflexiones sobre la existencia, de las más triviales a las más profundas. Una demostración de las infinitas posibilidades de la comedia, que aquí brota de la yuxtaposición juguetona e ingeniosa de imágenes y testimonios urbanos (casi siempre) cazados al vuelo. Y, sobre todo, la prueba que necesitábamos de que los algoritmos que determinan el audiovisual que consumimos hoy también pueden (y deben) ser esquivados. Todo esto y más es “How To With John Wilson”, producida por el gran Nathan Fielder y, claro, con John Wilson como observador prodigioso de ese mundo que cada vez miramos con más pereza. Desirée de Fez

07

Mrs. America

Dahvi Waller > miniserie, Hulu-HBO

Lejos de recrear una década clave en la lucha feminista como los 70 por mero oportunismo –en una cuarta ola en la que las camisetas antipatriarcales se venden en grandes superficies–, la miniserie creada por Dahvi Waller (guionista y productora de “Mad Men”) sitúa en el contexto de esa segunda ola problemas vigentes como la división de las izquierdas y el control conservador de las masas con herramientas populistas, con la newsletter de la activista conservadora Phyllis Schlafly como abuela de las fake news.

Cate Blanchett (Schlafly) y Rose Byrne (Gloria Steinem) encabezan un desfile de interpretaciones a la altura de los iconos del feminismo y sus némesis, que encarnan sin maniqueismos y con contradicciones. Como Schlafly, experta en política nuclear, satisfecha como única mujer en un mundo de hombres –aunque siempre le toque servirles el café–, que abraza la cruzada contra la igualdad de derechos por arribismo, y que se presenta como ama de casa pese a derivar los cuidados en su cuñada soltera (Jeanne Tripplehorn) y las tareas domésticas en el servicio. Marta Salicrú

06

We Are Who We Are

Luca Guadagnino > miniserie, HBO

Podría parecer una respuesta de taza y media a la reclamada diversidad en el cine, porque en “We Are Who We Are” la hay en todas las formas: de raza, físico, origen, deseo sexual y opción de género. Pero en ese conjunto de personajes no reglados en el mundo más reglado, el de una base militar estadounidense en Italia donde conviven las familias de los militares, no hay nada impostado. Fluye la cámara de Luca Guadagnino entre unos jóvenes retratados con sus características inquietudes pero de forma inusual, como pedazos de vida desprovistos de tópicos (un hiperactivo puede leer poesía, el desmadre de la magnífica fiesta está cargado de lirismo…) y entre unos adultos que siguen buscando su lugar entre la definición de la masculinidad y la femineidad, la fricción de las relaciones, el clima político y el rol paternal. Ricardo Aldarondo

05

El último baile

Michael Tollin > miniserie, ESPN-Netflix

En lo más crudo del primer confinamiento, “El último baile” acudió al rescate de la cordura de no pocos. Durante aquel tiempo, la llegada de las dos dosis semanales del documental producido por ESPN y dispensado por Netflix a gran escala suponía un chute de oxígeno en el clima de asfixia generalizada. Meses después, la gratitud hacia esta sigue intacta. La docuserie ahonda en la inmaculada trayectoria deportiva de los Bulls de Michael Jordan, tomando como base la temporada 1997-98 (la de la despedida), coronada con el clímax más estratosférico que haya dejado el baloncesto profesional. Una exploración pormenorizada, menos reverencial de lo previsible, narrada en doble línea temporal gracias a una edición magnífica, y centrada en la deidad ejecutora de esa canasta infinita. Lo que hace eléctrico su visionado, además de rememorar esas gestas deportivas como si fuera la primera vez, es la asimilación de resortes narrativos y cierta tensión dramática propias de la ficción; incluso nutriéndose de los códigos del true crime para desenrollar su épico relato. Jordan como héroe de la función (aunque a veces con el traje de antihéroe), sus escuderos de lujo (uno de ellos protagonizando episodios demenciales dignos del mejor Hunter S. Thompson), el antisistema Phil Jackson poniendo orden e intelecto, villanos (Isaiah Thomas y sus “Bad Boys” y Jerry Krause desde los despachos), su carrusel de víctimas en la cancha, tragedia personal, amago de caída y, de nuevo, el ascenso. Siempre en ascenso. Hasta levitar como ser sobrenatural que se merecía un trabajo a la altura. Marc Muñoz

04

The Mandalorian

Jon Favreau > T1 y T2, Disney+

No ha habido tanta unanimidad frente a un producto de la constelación “Star Wars” como en el caso de “The Mandalorian”, serie creada por uno de esos tipos inteligentes que, de forma callada y sigilosa, se ha hecho un hueco en el cine y la televisión de gran producción después de una larga estancia en el cine independiente. Jon Favreau empezó protagonizando y escribiendo títulos indies como “Swingers” (1996) y en poco tiempo ya estaba al mando de las operaciones de la saga fílmica de Iron Man y de la franquicia general de Los Vengadores, aunque también es director de engendros siderales como “Cowboys & Aliens” (2011).

Para desengrasar y reactivar al mismo tiempo el gran fresco galáctico de George Lucas después de la trilogía fílmica de J.J. Abrams, Favreau ha ido directamente al grano, a una sencillez expositiva digna de Robert Bresson, aunque en el género de la aventura fantástica con androides, mercenarios, villanos arquetípicos –en la primera temporada incorporado por Werner Herzog y esa dicción en inglés que le hace único– y criaturas de todo tipo.

Ahí reside el éxito de la serie, en recuperar el espíritu lúdico-aventurero llevándolo al territorio del wéstern en cuanto a configuración de paisajes y tipologías, con la doma del besugo salvaje, el poblado de estilo español digno de un filme de Sergio Leone o el protagonismo de un cazarrecompensas solitario, sin nombre y sin rostro. Claro que en ningún wéstern aparecería alguien tan entrañable, ligero y sabio como Baby Yoda y su cuna flotante. Quim Casas

03

Country Music

Ken Burns > miniserie, PBS-Movistar CineDoc&Roll

Tiene todo el sentido del mundo que Ken Burns, el reputado documentalista que ya hizo la miniserie “Jazz” para PBS en 2001, sea también el director ahora de “Country Music”, otra docuserie musical para la misma cadena pública estadounidense, pero esta vez sobre la música vaquera. Ahora bien, tiene un sentido mayor todavía curiosear en la filmografía de Burns y descubrir que también tiene títulos sobre el béisbol, Mark Twain, la Ley Seca, la familia Roosevelt, la Guerra de la Independencia, la II Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam. Es decir, que estamos ante algo así como el notario audiovisual de los pilares de la Historia y la cultura de Estados Unidos. Que PBS, pues, emita ocho episodios de más de dos horas cada uno (nueve capítulos de cincuenta minutos en España) sobre esta música dirigidos por este señor delata el rango de patrimonio cultural que este estilo ocupa en los hogares de Estados Unidos.

Rigurosa, pormenorizada y académica, “Country Music” es el vademécum televisivo de los sonidos de las praderas. Y además de su fuerte acento divulgativo (y twang, por supuesto), nunca deja de ser amena y atractiva. ¿Que no sabes quiénes eran ni por qué fueron tan importantes, pongamos, Bob Wills And His Texas Playboys? No te preocupes, aquí están las mejores imágenes de archivo posibles no solo para que lo aprendas, sino para que también lo admires y disfrutes como si estuvieras sentado hace 80 años en la platea del Grand Ole Opry. ¿Y si eres de los que piensa que el country es una música exclusivamente blanca, rancia y derechosa? Pues este mismo documental también viaja al fondo de estas cuestiones dilucidando cuánto hay de verdad y de idea recibida. Periodismo e historicismo musical de altura. Joan Pons

02

Antidisturbios

Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña > T1, Movistar+

Lo interesante de una serie (o cualquier obra) no es que su posicionamiento moral se ajuste como un guante a nuestro credo, sino precisamente que moleste como una piedra en el zapato. “Antidisturbios” no es la serie hipercrítica con la policía que denuncian sus sindicatos ni la blanqueadora de violencia institucional que quieren ver otros. Es, sencillamente, un intento serio de abordar el género policial como vehículo para contemplar una parte de nuestra sociedad particularmente incómoda, esa que huele a carajillo, farlopa y Axe, de hombría rancia y volumen al once para hablar. Esa gente que ya vemos en el metro, en el gimnasio y en las cenas de familia, pero nunca en la televisión. Sorogoyen usa el gran angular como llave maestra que abre las puertas de furgones y despachos para observar a unos mendrugos maravillosamente caracterizados por actores inspirados que entienden que aquí el gesto ganador no es una mirada intensa, sino quitarse una faja y lanzarla. En la otra esquina del ring, una Vicky Luengo fantástica como ave de presa obsesiva y un discreto Tomás del Estal como nuestro Lester Freamon patrio completan una ficción televisiva que deja en evidencia todos los intentos previos de arrastrar el policíaco por el fango y dotarlo de credibilidad. Ya solo falta que la serie llame a la gente por su nombre –una denuncia más de Villarejo, ¿qué más da?– y que desarrolle en la segunda temporada la Barcelona connection apuntada en ese plano del último episodio. Xavi Serra

01

Podría destruirte

Michaela Coel > miniserie, BBC One-HBO

Uno de los pocos cambios realmente revolucionarios que se está llevando a cabo en la nueva ficción televisiva gira en torno a las narrativas sobre la violencia sexual. La definición de conceptos como violación y abuso es una batalla semántica que las militantes feministas llevan luchando desde hace décadas en todo tipo de ámbitos, desde el derecho penal a la representación en películas, libros y series. La oleada de concienciación al respecto que supuso el MeToo, así como la incorporación de nuevas creadoras a las series, han propiciado que este formato se haya convertido en uno de los territorios más fértiles a la hora de plasmar las mutaciones contemporáneas en torno a las ideas de abuso, violación y consentimiento y a los relatos que generan. Desde las series se están (re)articulando unas experiencias que apenas han sido narradas desde la perspectiva femenina.

Michaela Coel ya subvertía ciertas inercias de los relatos sexuales en Chewing Gum”, la serie que la dio a conocer como autora y actriz en 2015 y donde encarnaba a una joven ansiosa por perder la virginidad en su entorno de familia monoparental, afrodescendiente y cristiana en un barrio de clase obrera londinense. En “Podría destruirte”, Coel se distancia de este perfil. Ya no es una figura prometedora que se mueve en los contextos de realismo social periférico. Por el contrario, la actriz asalta los círculos del éxito y el glamur londinense dando vida a una joven escritora de éxito de imagen carismática, un poco su alter ego, que acaparó la atención de los medios con su primera novela generacional y ahora se enfrenta al abismo de encarar la segunda. En el tránsito, la violan tras drogarla en una noche de fiesta.

A partir de aquí, “Podría destruirte” sigue las dificultades de la protagonista para elaborar la historia de su propia violación. La serie aprovecha sus doce episodios para adentrarse en los diferentes ángulos muertos en torno al consentimiento, los que nunca han sido suficientemente debatidos y los que han aparecido a raíz de los nuevos retos de las relaciones sexoafectivas en la era de las redes sociales y las aplicaciones para ligar. Lejos de adecuarse a los cada vez más previsibles cauces de la ficción dramática, Coel pone en evidencia el proceso de ensayo-error y (re)construcción sobre la marcha de una ficción sobre este tema. ¿Hay un posible (y único) cierre satisfactorio para el relato de tu propia violación? ¿Las propuestas ofrecidas en tantas películas y series sirven para tu caso? ¿Hasta qué punto el ejercicio de compartir una experiencia traumática en redes puede resultar embriagador? ¿El ensimismamiento en tu vivencia de víctima puede hacerte insensible a las experiencias traumáticas de otros? ¿Está permitido el humor y el desfase durante un proceso de recuperación? La creadora no rehúye los aspectos más incómodos y espinosos de su propia experiencia en esta serie que acaba reivindicando también la capacidad reparadora de la ficción. Eulàlia Iglesias

¿Por qué no aparecen en la lista ni “Vernon Subutex” ni “Alta fidelidad”?

“Vernon Subutex”, ¿el rock como tópico?“Vernon Subutex”, ¿el rock como tópico?
“Alta fidelidad”, el recurso de las tiendas de discos.“Alta fidelidad”, el recurso de las tiendas de discos.

Porque es muy cierto, incluso demasiado obvio, que ambas series nos hacen ojitos a los aficionados a la música. Pero, por muy nicho que sean las canciones que suenan y por muy cómplice que nos resulte la fauna y lugares que aparecen en ellas (ambas tienen una tienda de discos como escenario principal), estas ficciones deben de ser más o menos sólidas como ficciones per se: “Vernon Subutex” (Filmin) es un melodramilla oscuro a mayor gloria de una falsa marginalidad y “Alta fidelidad” (Starzplay), una dramedia feel-good fofa (es “Fleabag”-exploitation sin aristas).

Dos títulos que, además, disparan nostalgia idealizadora a cañonazos: la de los mentideros rock de los 90 en París en la serie de Cathy Verney sobre la trilogía de Virginie Despentes y el Brooklyn actual en la de Veronica West y Sarah Kucserka, pero actualizando-sin-actualizar la famosa novela de Nick Hornby de 1995 que ya había llevado al cine Stephen Frears en el año 2000. Es decir, romantizando una época donde echar una tarde en una tienda de discos parecía un buen plan porque podías llegar a creer que formabas parte de una escena, quizá de una minoría de elegidos, de una intelligentsia underground, de unos hermosos inadaptados. Y en realidad… no. Era divertido. Era entrañable. Era nuestra vida, incluso. Pero no éramos ni más mitificables ni más especiales ni más marginales que los amigos que quedaban en el bar cada tanto para ver el fútbol o, los otros, los que jugaban a rol en regular contubernio. Ambas series eluden el pensamiento crítico en este sentido (bueno, “Vernon Subutex” lo usa a su manera: la serie gusta de chapotear en la miseria e inmadurez de sus personajes).

¿Tiene sentido en 2020 divinizar la figura del perdedor en los aledaños de la música desde el tópico revenido y el malditismo? ¿Resulta ahora que una tienda de discos vuelve a ser cool porque ya no es nada cool? Si la respuesta a ambas preguntas es sí, yo ya me he perdido. ∎

Fueron las mejores...

2014 True Detective T1. Nic Pizzolatto 2015 El pequeño Quinquin miniserie. Bruno Dumont / 2016 The Night Of miniserie. Richard Price y Steven Zaillian 2017 Twin Peaks T3. David Lynch y Mark Frost / 2018 Atlanta T2. Donald Glover / 2019 Fleabag T2. Phoebe Waller-Bridge ∎

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