Una charla exclusiva entre Loquillo y J (Los Planetas), líderes musicales de sus respectivas generaciones, a raíz de la exposición sonora “El poder de las canciones. 60 momentos pop del siglo XX”, comisariada por Santi Carrillo, director editorial de Rockdelux, que se inauguró el 29 de enero de 2015 en la madrileña Casa del Lector. Como pistoletazo de salida de la muestra, se celebró un coloquio con Loquillo y J. A lo largo de la jornada, el barcelonés y el granadino no solo compartieron micrófonos: también mesa y mantel, bebidas y conversaciones. Esta es la crónica del encuentro entre dos tótems del pop español.
(J): A mí no me gusta casi ninguna de las canciones que he escrito, pero si le gustan a la gente estarán bien, tío (risas).
(Loquillo): Cuando eres más joven cometes errores de principiante. Haces canciones que forman parte del momento y luego, al cabo de dos años, ves que eso se ha quedado obsoleto por todas partes. Entonces, cuando han pasado diez años, ya las miras mal, con veinte las quieres echar de tu repertorio, y con treinta haces lo que hice yo, que se vuelven a plastificar en reediciones y eliminas esos cortes y los mandas a tomar por el culo porque ya no quieres que se escuchen.
(J): Con esto que ha sucedido con ‘Charlie Hebdo’, yo digo: “Quién fuera como Mahoma, que 1500 años después de muerto venga alguien y diga: ‘¿Te has metido con mi colega? Pues te mato’”. Como artista es imposible que yo llegue a conseguir eso.
(Loquillo): Yo tuve una experiencia con una canción que se llama “Los ojos vendados” –incluida en “Mientras respiremos” (Hispavox, 1993)–. Se explicaba solamente con un vídeo sobre el caso GAL. No me censuraron de forma directa: simplemente me dejaron sin trabajo y Hacienda me investigó y me reclamó cuarenta millones; ya está. Ahora te diría que me autocensuraré solamente si eso va a afectar a terceras personas. Este es un momento muy difícil y muy cercano a la situación del 78. Piensa en una canción como “Ayatollah!”, de Siniestro Total (1982), o en aquel titular de Ilegales en Rockdelux (1986) que decía “Todas las mujeres son unas putas”, o en su tema “¡Heil Hitler!” (1982). Si ahora haces eso, te vienen cincuenta asociaciones y no paras de tener demandas el resto de tu puta vida. Ya no es el hecho de la censura, sino que cada vez se está complicando más el poder hablar de lo que sea.
(J): Los artistas como Loquillo y como yo generamos un valor. Ahora mismo, si das tu opinión, el público monetiza el valor de esas opiniones. Yo digo esto aquí, la gente lo retuitea y transforma este pensamiento en algo que genera millones de euros y que luego las operadoras usan para financiar sus medios de comunicación. Hay que tener mucho cuidado con lo que dices, sobre todo porque tus ideas las puede usar tu enemigo.
“Los dos somos unos personajes muy particulares, y ambos tenemos fama de bordes”, dice Loquillo acerca de las conexiones que pueda haber entre J y él. Su primer encuentro fue, también por mediación de esta revista, en los camerinos de La Riviera, en el concierto The Rockdelux Experience en 2004. “Yo soy muy fan de Loquillo de siempre, mi disco favorito suyo es ‘El ritmo del garage’”, confiesa el líder de Los Planetas, mientras que El Loco destaca de los granadinos que siempre le gustó que no cantaran en inglés, frente a la tendencia predominante en la generación indie de los noventa.
Sus personajes son visiblemente diferentes: con toda su envergadura, perfectamente peinado y trajeado, y con unas incipientes canas que generan aún más respeto, Loquillo habla por los codos intentando sentar cátedra en cada frase. J, con gafas y un gorro cubriendo su cabello, lleva una pose más arrastrada y desenfadada. Es mucho menos hablador, pero suelta cuchillos. Ambos muestran tener en común bastantes cosas (en especial, su apreciación del oficio de músico y su inquietud cultural), aunque también se deja notar la distancia generacional. “Aprendimos muchas cosas de vosotros, Loco, pero una de ellas fue que no debíamos caer en los mismos errores que vosotros a finales de los ochenta. Nosotros nacimos reaccionando contra eso”, le dijo J en un momento de la comida. Al final de la jornada, los dejé intercambiándose los teléfonos. Quién sabe lo que deparará el futuro. ∎
“Qué puedo hacer” (1994) es la más reciente de las canciones españolas incluidas en la muestra. Y una apuesta controvertida, ya que no hay pleno consenso en que sea el tema más representativo de Los Planetas. En el concierto de The Rockdelux Experience de 2004, por ejemplo, la canción que interpretó J fue “Segundo premio”, pero el granadino se siente congratulado con la decisión, reconociendo que sus favoritas son esta y “Santos que yo te pinte” (2000).
“Teníamos hecho entero nuestro primer álbum –“Super 8” (RCA-BMG, 1994)–, rememora J. “Habíamos hablado con Luis Calvo para sacarlo en Elefant, que nos había editado nuestro primer EP, ‘Medusa’, pero tras quedar segundos en el concurso de maquetas de Rockdelux, llegó Javier Liñán –que luego sería mánager del grupo– y nos dijo: ‘Yo estoy en RCA, esperad un poco, que os lo quiero sacar’. En el tiempo que estuvimos esperando nos cambió la perspectiva, porque vimos que podíamos acceder a otro tipo de público masivo, el de las radios comerciales, así que decidimos que teníamos que hacer una canción que en ese medio causase un impacto. Yo pensaba en algo así como ‘Chica de ayer’, de Nacha Pop. Esa era una referencia superclara”.
El músico reconoce, además, otras influencias. “Hay muchas cosas mezcladas. También está basada en una canción de The Lemonheads, que era otro grupo que nos gustaba y que sonaba mucho en la radio comercial entonces. Teníamos esa intención: ‘Estamos en una multinacional y vamos a entrar en ese circuito al que jamás pensamos que íbamos a tener acceso’”, evoca. ∎
La canción de Loquillo incluida en la exposición es “Cadillac solitario”, hoy en día considerado, de modo incuestionable, como su gran himno. En noviembre de 2004 fue el tema con que cerró de modo apoteósico el concierto The Rockdelux Experience en la sala La Riviera, conmemoración del 20º aniversario de esta revista, y también suele ser el colofón en los directos del catalán desde hace veinticinco años. Pero no fue así en principio. Compuesta por Sabino Méndez e inicialmente incluida en “El ritmo del garage” (Tres Cipreses-DRO, 1983), pasó desapercibida en su primera versión.
“Grabamos el álbum en los estudios Doublewtronics, en Madrid, y aquello era una fiesta continua”, recuerda él. “Salía de los Apartamentos Marcenado, casi siempre sin haberme acostado, y me iba al estudio, y en medio de toda aquella jarana cantaba. Pasó algo que me ha recordado hoy Santi Carrillo: que la letra dice ‘bajo las palmeras luce solitario’ y yo digo ‘cruce solitario’. Y así ha quedado”.
Loquillo y Trogloditas no la interpretaban en directo hasta que, en 1985, se presentaron en la Sala Clangor, en Santiago de Compostela. “Vimos que la entrada tenía impresa la letra entera de la canción. Me dijeron: ‘Es que esto peta aquí’, y nos la tuvimos que aprender porque no teníamos ni puta idea. Ahí fue cuando empezamos a tocarla”.
Pero su impacto definitivo llegaría en 1989, cuando fue lanzado como primer sencillo de su álbum de directo, “¡A por ellos…! Que son pocos y cobardes” (Hispavox, 1989), y se convirtió en número 1 y traspasó barreras generacionales y sociales. “Las canciones buenas terminan llegando. Pueden tardar cinco, diez o veinte años, pero al final siempre encuentran un lugar y salen”, concluye. ∎
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